ZAMORANA
Cuando la prudencia se confunde con la inacción
Mª Soledad Martín Turiño
Me pregunto cuando ocurrió, cuando nos aburguesamos, nos aborregamos, convirtiendo nuestras vidas en una cómoda sucesión de días que transcurren en una monotonía recurrente. ¿Es que ya nadie recuerda cuando tuvimos veinte años y queríamos comernos el mundo, denunciábamos las injusticias, salíamos a la calle en manifestaciones protesta contra lo que considerábamos injusto, clamábamos por una sociedad mejor, menos perversa y alzábamos la voz ante políticos que no daban la talla?.
Yo, que siempre me he considerado una persona pacífica, tradicional y amante de las tradiciones, recuerdo haber salido por las calles sin ningún pudor tras una pancarta censurando lo que creía ilícito con el fin de que se solucionara o se diera a conocer tal injusticia. ¿Por qué ahora, toda esa generación que peleamos por tantas cosas, estamos tan silentes, tan amordazados, tan aborregados, tan acomodados en el sillón que solo nos conformamos con criticar sin hacer nada?
Me revuelvo cuando veo y siento la desidia con que tratan a mi Zamora, la dejadez de las instituciones y, al mismo tiempo, y esto es lo más grave, la aquiescencia de sus ciudadanos ante tal situación. Si saliéramos a la calle, si nos manifestáramos en los medios públicos con pancartas que denunciasen la situación de inacción de esta tierra, las demás gentes comprenderían que existe un problema que lleva sin abordarse más años de los necesarios, porque pienso que las otras comunidades españolas no saben lo que pasa aquí y tienen que ocurrir casos desgraciados para que Zamora salga a la palestra.
Quienes amamos a Zamora queremos más, queremos que la prensa española se dé por enterada de que es la provincia cenicienta de nuestra comunidad; queremos que se publiciten nuestras bondades, que se haga algo para que no se caiga a pedazos y acabe siendo una provincia fantasma.
Desde luego los políticos que nos ignoran cuentan con nuestro carácter prudente, moderado, contenido… somos así y ellos juegan esa baza que evitará un confortamiento, así que no se ocupan demasiado de esta ciudad, de estos pueblos ni de estas buenas gentes; con prometerles unas cuantas migajas preelectorales verán en sus ojos un asomo de ilusión que después, si no se cumplen, seguirán con su conformismo de siempre, decepcionados sí, pero en silencio, sin protestas ni aspavientos.
Razón llevaba Voltaire al decir: “El que vive prudentemente, vive tristemente”, aunque yo prefiero acuñar el aforismo de Descartes: “Es prudente no fiarse por entero de quienes nos han engañado una vez.”
Mª Soledad Martín Turiño
Me pregunto cuando ocurrió, cuando nos aburguesamos, nos aborregamos, convirtiendo nuestras vidas en una cómoda sucesión de días que transcurren en una monotonía recurrente. ¿Es que ya nadie recuerda cuando tuvimos veinte años y queríamos comernos el mundo, denunciábamos las injusticias, salíamos a la calle en manifestaciones protesta contra lo que considerábamos injusto, clamábamos por una sociedad mejor, menos perversa y alzábamos la voz ante políticos que no daban la talla?.
Yo, que siempre me he considerado una persona pacífica, tradicional y amante de las tradiciones, recuerdo haber salido por las calles sin ningún pudor tras una pancarta censurando lo que creía ilícito con el fin de que se solucionara o se diera a conocer tal injusticia. ¿Por qué ahora, toda esa generación que peleamos por tantas cosas, estamos tan silentes, tan amordazados, tan aborregados, tan acomodados en el sillón que solo nos conformamos con criticar sin hacer nada?
Me revuelvo cuando veo y siento la desidia con que tratan a mi Zamora, la dejadez de las instituciones y, al mismo tiempo, y esto es lo más grave, la aquiescencia de sus ciudadanos ante tal situación. Si saliéramos a la calle, si nos manifestáramos en los medios públicos con pancartas que denunciasen la situación de inacción de esta tierra, las demás gentes comprenderían que existe un problema que lleva sin abordarse más años de los necesarios, porque pienso que las otras comunidades españolas no saben lo que pasa aquí y tienen que ocurrir casos desgraciados para que Zamora salga a la palestra.
Quienes amamos a Zamora queremos más, queremos que la prensa española se dé por enterada de que es la provincia cenicienta de nuestra comunidad; queremos que se publiciten nuestras bondades, que se haga algo para que no se caiga a pedazos y acabe siendo una provincia fantasma.
Desde luego los políticos que nos ignoran cuentan con nuestro carácter prudente, moderado, contenido… somos así y ellos juegan esa baza que evitará un confortamiento, así que no se ocupan demasiado de esta ciudad, de estos pueblos ni de estas buenas gentes; con prometerles unas cuantas migajas preelectorales verán en sus ojos un asomo de ilusión que después, si no se cumplen, seguirán con su conformismo de siempre, decepcionados sí, pero en silencio, sin protestas ni aspavientos.
Razón llevaba Voltaire al decir: “El que vive prudentemente, vive tristemente”, aunque yo prefiero acuñar el aforismo de Descartes: “Es prudente no fiarse por entero de quienes nos han engañado una vez.”
Mª Soledad Martín Turiño

















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