Carta, recuerdos y motivación

Te recuerdo después de tantos años porque fuiste mi mejor amigo en aquellos años convulsos de nuestra juventud estudiantil, en la que vibrábamos por aprender y cambiar el mundo, corriendo ante los grises, manifestándonos por las calles, siendo, en definitiva, todo lo reaccionarios que se esperaba de nosotros entonces. Me acuerdo de nuestras charlas en francés para practicar el idioma, las asambleas, las sentadas en la universidad protestando e implicándonos en los problemas sociales porque queríamos un país más libre, menos encorsetado, más puro.

         Los estudiantes de entonces teníamos opinión y mucho que decir, no nos escondíamos –como ocurre ahora- en el campus o en las aulas, ajenos a lo que se vive en la calle, sin discutir las políticas con las que no están de acuerdo, sin opinar ni, por tanto, ser tenidos en cuenta como uno de los puntales de la sociedad. Otro tanto ocurre con los intelectuales de esta España nuestra; cuando en algunas ocasiones se han manifestado ante los medios de comunicación exponiendo su condena, manifestando su descontento o su oposición contra las medidas del gobierno, por lo general han sido escuchados y han tenido peso como colectivo; ahora están mudos.

         Estamos asistiendo a un espectáculo desidioso, nadie se implica ante políticas equivocadas, a veces nefastas para la población, no hay líderes carismáticos que informen de sus proyectos electorales; todo es una descalificación permanente y una confrontación deliberada para no entrar de lleno en los problemas que acucian el país. Por otra parte los ciudadanos vivimos en un limbo extraño, más aborregados que nunca, desinformados, hartos de corruptelas, de pactos secretos y otros muy evidentes para ganar favores en forma de votos y permanecer en el poder, sin abordar ni entrar de lleno en temas como el paro, siempre terrible pero más si es el futuro que espera a jóvenes preparados, o la precariedad del empleo, o la educación que debería ser el eje motriz de cara a la sociedad futura, y no modificarse en cada legislatura dependiendo de quién esté en el poder.

         Abordar temas como la inmigración, que es un problema candente al que no se quiere encontrar solución, la marginación social de muchas personas e incluso la pobreza que sufren otras en esta España son temas sustanciales; por tanto hay mucho que debatir, estudiar y poner remedio. Sobran las comparecencias de líderes en medios de comunicación para no decir nada, sobra el postureo, la mediocridad… y si estos y otros muchos asuntos no se abordan como requieren, estará claro que también estos políticos sobran.

         Te escribo, amigo mío, porque sé que continúas luchando por tu país, aportando ideas e implicándote desde hace años, y lo hago con cierta envidia porque soy consciente de que no decaes a pesar de las muchas trabas. Me gustaría que tu ejemplo cundiera entre mi sociedad como lo está haciendo en la tuya, despacio, pero calando en un sector de la población que empieza a hacerse preguntas y no se conforma con lo que les dicen los poderes públicos; siempre he creído que pensar es el primer paso para actuar y cambiar las cosas. 

Mª Soledad Martín Turiño