Mª Soledad Martín
Martes, 09 de Abril de 2019
ZAMORANA

¡Qué bello es vivir!

Mª Soledad Martín Turiño

[Img #26662]“Qué bello es vivir” era el título de una famosa e imprescindible película de Capra que nos hace reflexionar sobre los sentimientos que empujan a los seres humanos para tomar decisiones sobre su vida y que incluyen incluso la propia muerte, la hipótesis de lo que ocurriría si uno viera la existencia a través de ojos diferentes, como serían las cosas sin la impronta que uno ha proyectado en la familia y la sociedad…; en una palabra, es un film proclive a reflexionar, cosa de lo que carecemos en general debido a la vida que llevamos de prisas y acelere continuo.

 

De vez en cuando, o mejor un rato cada día según las recomendaciones de muchas terapias, conviene tomarse un tiempo para nosotros mismos, en un espacio también propio y personal para meditar sobre los acontecimientos del día, las preocupaciones que nos agobian, o las tareas de cumplimiento forzoso a realizar. Cuando hayamos analizado estos temas, hay que vaciar la mente de pensamientos negativos, relajar el cuerpo y pensar en algo grato que nos envuelva apaciblemente. Mi relajación consiste en caminar despacio por esos montículos desde donde me llega un aire limpio y frio que despeja los sentidos. Voy pisando un suelo que ahora con la llegada de la primavera se ha vuelto frondoso y predominan florecillas y verdor por todas partes. A lo lejos solo se ven campos labrados, unos de color marrón y otros que reverdecen para luego producir el cereal, la remolacha o el maíz que impera en estas tierras castellanas. El rio camina despacio entre ellos y les provee de agua que llega a las tierras a través de canales que ha fabricado la mano del hombre. La carretera está desierta; solo de vez en cuando transita algún tractor que deja una polvareda como rastro de su paso; el conductor mira al solitario paseante y le da de mano en un gesto de saludo cómplice conocido desde siempre.  

 

A lo lejos, baja por el seto un rebaño de ovejas dispersas que el perro a la orden de su pastor organiza en apenas dos silbidos; tal vez sea el último hato que quede en este pueblo, diezmado de ganadería por mor de las exigencias europeas y porque el pueblo se está quedando vacío de habitantes y, por consiguiente, de ganado. Percibo su especial olor: una mezcla de leña quemada y corral que siempre me ha asociado con la misma raíz de la vida, y disfruto el aire puro, el cielo inmenso, el horizonte sin fin… porque esas  sensaciones me retrotraen a años atrás; por eso estando aquí sé que vuelvo a mi esencia, a mi casa.

 

Qué bello es vivir cuando se está a gusto, cuando no hay interferencias que obstaculicen el deseo, cuando hay luz y no sombras, cuando, en fin, estamos contentos de este regalo que nos han dado en arriendo con fecha de caducidad y que se llama vida. 

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