HISTORIA
Desde el Yermo a la ciudad
Francisco Iglesias Carreño* *Miembro de la Tertulia del Cofrade de la ciudad de Zamora
No ha pasado aún tanto tiempo en que el ir desde mi barrio, de San Lázaro, hacia el centro poblacional de la ciudad , era caminar desde extramuros, donde estaban los arrabales, hacia la urbe, la egregia capital leonesa de Zamora, la Perla del Duero, el Ocellun Durii (de algunos), la que “no se ganó en una hora”,… con una clara distinción/diferenciación/alineación entre el perímetro amurallado y su contenido social(económico,culktural,…) y lo que quedaba, también en lo social, fuera del mismo.
Desde ese mi barrio de nacencia, en calle Larga sanlazarína, sale todos los años, en primavera, un nutrido conjunto de fieles cristianos católicos que, en abigarrada hermandad, se dirigen hacia el centro de nuestra ciudad, dentro del recinto amurallado, en procesión pública(cristiana católica), que acompaña las imágenes, por mi queridas y veneradas, realizadas por D. Quintín de la Torre y Berasategui, D. Enrique Aniano Pérez Comendador y D. Ramón Abrantes Blanco. Tal cortejo procesional realiza su acto culminante en la Plaza Mayor zamorana, con el soporte urbanístico de los dos ayuntamientos, la Iglesia de San Juan de Puerta Nueva y los soportales que aún mantiene el lugar. En la observancia directa de Peromato.
De siempre me ha atraído referenciar la procesión, ahora primera, del lunes santo zamorano en el quiebro que su discurrir hace entre la calle Benavente, la Plaza de Fernández Duro y la calle de Santa Clara, pero nunca he perdido la perspectiva de su manifiesta intencionalidad fundacional procesional, del recuerdo a los difuntos propios de la hermandad, además, claro está, de hacer, ¡y que no se olvide!, catequesis presencial en las calles zamoranas sobre la Pasión de Nº.Sº. Jesucristo. La imagen de “Jesús en su tercera caída” nos da la impresión a los lazarinos, que la tenemos insertada en nuestro código genético, que no solo forma parte de nuestra persona es que, en nuestro entender, la conforma. Tal es así que aunque vivamos en otra parte de la ciudad, o en otra población, volvemos a nuestra antigua parroquia para hacer adoradas visitas a tal imagen, a NªSª del Yerno y a San Lázaro (el de Betania) en el altar mayor. También vamos, preciso es decirlo, en la rogativa de San Marcos y la visita de “la prima” (NªSª La Virgen de La Concha patrona coronada de la ciudad leonesa de Zamora)
En ese acto que hace la hermandad de “NºSº Jesús en su tercera caída”, y después de un fraternal padrenuestro público , se canta fervorosamente, estrofas que llegan al intimo sentimiento de los cofrades y de los testigos del acto:
Tú nos dijiste que la muerte
no es el final del camino,
que aunque morimos no somos,
carne de un ciego destino. que aunque morimos no somos,
carne de un ciego destino.
Y tal mensaje hace reflexionar a todos los cristianos, ya que está en la base de nuestra religiosidad, de la continuación de la existencia incorpórea hasta el momento del final de los tiempos, cuando llegue la resurrección de los muertos.
Se hace después una exaltación de la omnipotencia divina, desde el inicio de los individuos (en el seno materno), como seres humanos y se traslada a la acción futura del devenir, tras el fallecimiento terrenal de los mismos, en aras del mundo optimo que, en la creencia que tenemos los cristianos católicos, vendrá a todos desde la misericordia de Nº Sº.
Tú nos hiciste, tuyos somos,
nuestro destino es vivir,
siendo felices contigo,
sin padecer ni morir.
Siendo felices contigo,
sin padecer ni morir.
Eso de recordar los fallecidos de la hermandad, nos ha parecido siempre elogioso, es una semejanza a cuando en las misas hacemos/proponemos intenciones por nuestros difuntos más allegados, y ello no es óbice para que el sacerdote, que es el que oficia la misa, nos recuerde, y así lo hace, a todos los fieles difuntos.
En esto de recordar a otros fallecidos, a ese resto de los demás que son todos, teníamos, desde hace un tiempo, unas estrofas que decían:
Es el vecino un amigo,
sus penas es mi pesar,
los llantos son mis quejidos,
su dolor es mi hermandad., los llantos son mis quejidos, su dolor es mi hermandad
Sí, porque ya desde las esferas de la civilidad, todos los individuos somos de un mismo bloque: la raza humana, más aún dentro del espacio formado por los cristianos católicos, donde Nº.Sº. Jesucristo nos pone en la harmónica hermandad de los otros, pues vino para rescatarnos a todos. Eso es lo que celebramos, en Zamora y en todo el orbe, todos los días de la Pasión, durante toda la Semana Santa: el rescate global del género humano.
Nuestro parecer, sobre la hermandad humana es claro, nítido y directo, y así lo expresamos:
Tú Señor ya señalaste,
que los otros son hermanos , con el amor les llevastes, amparo de nuestras manos, con el amor les llevastes, amparo de nuestras manos.
Desde el inicio hemos sido aplaudidores internos y hasta, llegado el caso, públicos de la ayuda social que ejercen ya las cofradías de la semana Santa de Zamora. Nuestro contertulio y fraternal amigo José, otro asiduo visitador de La Tercera Caída, ha sido un avanzado promotor de esa faceta, necesaria y obligada, que debe estar en el hacer de cada cofradía de aquí.
El sentir de la Hermandad de la Tercera Caída se refleja con los versos, ¡mis admirados versos!, del Padre Gabaráin Azurmendi (D. Cesareo), que sobrecogen el ánimo, a la vez que cristianamente nos fortalecen, al señalar:
Cuando la pena nos alcanza
por un hermano perdido,
cuando el adiós dolorido
busca en la Fe su esperanza, cuando el adiós dolorido
busca en la Fe su esperanza
En la Plaza Mayor de nuestra ciudad, reflejo del ágora de toda Zamora, los asistentes al acto estamos atraídos, no solo por los importantes aspectos estéticos del momento, con la conformación procesional de la Hermandad de la Tercera Caída. Allí se hace un seguimiento directo, a la palabra de NºSº Jesucristo, a su divinidad, y a la trascendencia del hombre.
En Tu palabra confiamos
con la certeza que Tú
ya le has devuelto la vida,
ya le has llevado a la luz.
Ya le has devuelto la vida,
ya le has llevado a la luz
Lázaro, el amigo de Betania, es una demostración no solo de la omnipotencia del Señor, también de su misericordia, y su propia resurrección, es la confirmación, siguiendo a San Pablo, de nuestra fe.
Cuando, Señor, resucitaste,
todos vencimos contigo
nos regalaste la vida,
como en Betania al amigo, nos regalaste la vida,
como en Betania al amigo.
Lázaro de Betania ha sido “el guía” de nuestro barrio, un amigo de Nº.Sº. Jesús. Ir desde el Yermo lazarino hacia la ciudad es una andadura que hemos hecho muchos a lo largo de nuestra vida y que ya hicieron nuestros antepasados. ¿Que cosa mejor que hacerlo con la Hermandad de la Tercera Caída?. Pues sea, vamos a caminar con el mejor de los amigos:
Si caminamos a tu lado,
no va a faltarnos tu amor,
porque muriendo vivimos
vida más clara y mejor.
Porque muriendo vivimos
vida más clara ymejor. Porque muriendo vivimos
vida más clara y mejor.
Terminan las entonaciones, los pasos están en quietud, se va despejando la plaza, y , de seguido, continua la procesión. Parece ya un día más, una noche más,… y no es así. Allí ha quedado un eco de una muestra pública de los cristianos católicos de Zamora, de unos que, procesionando en hermandad, vinieron de extramuros al centro de la ciudad, desde el Yermo de mi barrio.
Lo llevan haciendo ya 75 años.
No ha pasado aún tanto tiempo en que el ir desde mi barrio, de San Lázaro, hacia el centro poblacional de la ciudad , era caminar desde extramuros, donde estaban los arrabales, hacia la urbe, la egregia capital leonesa de Zamora, la Perla del Duero, el Ocellun Durii (de algunos), la que “no se ganó en una hora”,… con una clara distinción/diferenciación/alineación entre el perímetro amurallado y su contenido social(económico,culktural,…) y lo que quedaba, también en lo social, fuera del mismo.
Desde ese mi barrio de nacencia, en calle Larga sanlazarína, sale todos los años, en primavera, un nutrido conjunto de fieles cristianos católicos que, en abigarrada hermandad, se dirigen hacia el centro de nuestra ciudad, dentro del recinto amurallado, en procesión pública(cristiana católica), que acompaña las imágenes, por mi queridas y veneradas, realizadas por D. Quintín de la Torre y Berasategui, D. Enrique Aniano Pérez Comendador y D. Ramón Abrantes Blanco. Tal cortejo procesional realiza su acto culminante en la Plaza Mayor zamorana, con el soporte urbanístico de los dos ayuntamientos, la Iglesia de San Juan de Puerta Nueva y los soportales que aún mantiene el lugar. En la observancia directa de Peromato.
De siempre me ha atraído referenciar la procesión, ahora primera, del lunes santo zamorano en el quiebro que su discurrir hace entre la calle Benavente, la Plaza de Fernández Duro y la calle de Santa Clara, pero nunca he perdido la perspectiva de su manifiesta intencionalidad fundacional procesional, del recuerdo a los difuntos propios de la hermandad, además, claro está, de hacer, ¡y que no se olvide!, catequesis presencial en las calles zamoranas sobre la Pasión de Nº.Sº. Jesucristo. La imagen de “Jesús en su tercera caída” nos da la impresión a los lazarinos, que la tenemos insertada en nuestro código genético, que no solo forma parte de nuestra persona es que, en nuestro entender, la conforma. Tal es así que aunque vivamos en otra parte de la ciudad, o en otra población, volvemos a nuestra antigua parroquia para hacer adoradas visitas a tal imagen, a NªSª del Yerno y a San Lázaro (el de Betania) en el altar mayor. También vamos, preciso es decirlo, en la rogativa de San Marcos y la visita de “la prima” (NªSª La Virgen de La Concha patrona coronada de la ciudad leonesa de Zamora)
En ese acto que hace la hermandad de “NºSº Jesús en su tercera caída”, y después de un fraternal padrenuestro público , se canta fervorosamente, estrofas que llegan al intimo sentimiento de los cofrades y de los testigos del acto:
Tú nos dijiste que la muerte
no es el final del camino,
que aunque morimos no somos,
carne de un ciego destino. que aunque morimos no somos,
carne de un ciego destino.
Y tal mensaje hace reflexionar a todos los cristianos, ya que está en la base de nuestra religiosidad, de la continuación de la existencia incorpórea hasta el momento del final de los tiempos, cuando llegue la resurrección de los muertos.
Se hace después una exaltación de la omnipotencia divina, desde el inicio de los individuos (en el seno materno), como seres humanos y se traslada a la acción futura del devenir, tras el fallecimiento terrenal de los mismos, en aras del mundo optimo que, en la creencia que tenemos los cristianos católicos, vendrá a todos desde la misericordia de Nº Sº.
Tú nos hiciste, tuyos somos,
nuestro destino es vivir,
siendo felices contigo,
sin padecer ni morir.
Siendo felices contigo,
sin padecer ni morir.
Eso de recordar los fallecidos de la hermandad, nos ha parecido siempre elogioso, es una semejanza a cuando en las misas hacemos/proponemos intenciones por nuestros difuntos más allegados, y ello no es óbice para que el sacerdote, que es el que oficia la misa, nos recuerde, y así lo hace, a todos los fieles difuntos.
En esto de recordar a otros fallecidos, a ese resto de los demás que son todos, teníamos, desde hace un tiempo, unas estrofas que decían:
Es el vecino un amigo,
sus penas es mi pesar,
los llantos son mis quejidos,
su dolor es mi hermandad., los llantos son mis quejidos, su dolor es mi hermandad
Sí, porque ya desde las esferas de la civilidad, todos los individuos somos de un mismo bloque: la raza humana, más aún dentro del espacio formado por los cristianos católicos, donde Nº.Sº. Jesucristo nos pone en la harmónica hermandad de los otros, pues vino para rescatarnos a todos. Eso es lo que celebramos, en Zamora y en todo el orbe, todos los días de la Pasión, durante toda la Semana Santa: el rescate global del género humano.
Nuestro parecer, sobre la hermandad humana es claro, nítido y directo, y así lo expresamos:
Tú Señor ya señalaste,
que los otros son hermanos , con el amor les llevastes, amparo de nuestras manos, con el amor les llevastes, amparo de nuestras manos.
Desde el inicio hemos sido aplaudidores internos y hasta, llegado el caso, públicos de la ayuda social que ejercen ya las cofradías de la semana Santa de Zamora. Nuestro contertulio y fraternal amigo José, otro asiduo visitador de La Tercera Caída, ha sido un avanzado promotor de esa faceta, necesaria y obligada, que debe estar en el hacer de cada cofradía de aquí.
El sentir de la Hermandad de la Tercera Caída se refleja con los versos, ¡mis admirados versos!, del Padre Gabaráin Azurmendi (D. Cesareo), que sobrecogen el ánimo, a la vez que cristianamente nos fortalecen, al señalar:
Cuando la pena nos alcanza
por un hermano perdido,
cuando el adiós dolorido
busca en la Fe su esperanza, cuando el adiós dolorido
busca en la Fe su esperanza
En la Plaza Mayor de nuestra ciudad, reflejo del ágora de toda Zamora, los asistentes al acto estamos atraídos, no solo por los importantes aspectos estéticos del momento, con la conformación procesional de la Hermandad de la Tercera Caída. Allí se hace un seguimiento directo, a la palabra de NºSº Jesucristo, a su divinidad, y a la trascendencia del hombre.
En Tu palabra confiamos
con la certeza que Tú
ya le has devuelto la vida,
ya le has llevado a la luz.
Ya le has devuelto la vida,
ya le has llevado a la luz
Lázaro, el amigo de Betania, es una demostración no solo de la omnipotencia del Señor, también de su misericordia, y su propia resurrección, es la confirmación, siguiendo a San Pablo, de nuestra fe.
Cuando, Señor, resucitaste,
todos vencimos contigo
nos regalaste la vida,
como en Betania al amigo, nos regalaste la vida,
como en Betania al amigo.
Lázaro de Betania ha sido “el guía” de nuestro barrio, un amigo de Nº.Sº. Jesús. Ir desde el Yermo lazarino hacia la ciudad es una andadura que hemos hecho muchos a lo largo de nuestra vida y que ya hicieron nuestros antepasados. ¿Que cosa mejor que hacerlo con la Hermandad de la Tercera Caída?. Pues sea, vamos a caminar con el mejor de los amigos:
Si caminamos a tu lado,
no va a faltarnos tu amor,
porque muriendo vivimos
vida más clara y mejor.
Porque muriendo vivimos
vida más clara ymejor. Porque muriendo vivimos
vida más clara y mejor.
Terminan las entonaciones, los pasos están en quietud, se va despejando la plaza, y , de seguido, continua la procesión. Parece ya un día más, una noche más,… y no es así. Allí ha quedado un eco de una muestra pública de los cristianos católicos de Zamora, de unos que, procesionando en hermandad, vinieron de extramuros al centro de la ciudad, desde el Yermo de mi barrio.
Lo llevan haciendo ya 75 años.
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