Sábado, 20 de Septiembre de 2025

Eugenio de Ávila
Miércoles, 08 de Mayo de 2019
PERSPECTIVAS

Ni carisma, ni ideología… solo un objetivo: el poder

Eugenio-Jesús de Ávila

[Img #27237]Alianza Popular tuvo una ideología: derecha conservadora. En Zamora, también. Hubo gente que venía de la Falange, no de la Hedilla, la radical, sino de la que pastoreó Franco, y otras personas de la derecha de toda la vida. Cuando cayó la UCD, creció el PP. Unos y otros conformaron un partido conservador, no franquista, que se fue adaptando a esta democracia de cartón piedra, pero, superior, sin duda, en libertades, a la dictadura. Luis Cid y J. Antolín Martín, ambos del PP, aunque con distinto talante y formas de dirigir una institución pública. Y no olvidemos a una gran figura conservadora, Santos Borbujo, que no se llevó un duro de la res pública y supo construir un partido con futuro.

Al PP lo marcó en Zamora la corrupción -los casos Antorrena y Zamora- que solo el paso de tiempo consiguió esfumar, pero que los periodistas e historiadores nunca olvidaremos, porque sostengo que escribir de política exige cierto dominio de la Historia. El presente solo se comprende cuando se analizan los acontecimientos surgidos en el pretérito. El PP de Barrios, al que colocó de presidente Martínez-Maíllo para impedir que María Teresa Martín Pozo aunase el doble poder, omnímodo, solo es un fiel reflejo del vacío ideológico al que condujeron ese dúo patético que formaron Mariano y Soraya.

Aquí, en Zamora, para incidir en el asunto de las ideologías, que tanto le gusta sacar a relucir a las izquierdas, no recuerdo a ningún alto cargo del PP que se definiera de derechas. Ni Martínez-Maíllo, ni María Teresa, ni Clara San Damián, por citar los tres rostros más conocidos entre los dirigentes zamoranos de los últimos tiempos, confesaron cuáles fueron, son y serán sus ideas políticas. Solo hemos sabido que también en nuestra provincia se ejecutó una purga. García Carnero la dirigió, como si se tratase de un Stalin de los Valles. De tal manera, personalidades que sí tenían ideas, ideología, pues, pongamos el caso de Ángel Macías, el cerebro más destacado del PP de finales de la centuria pasada, fueron condenados al ostracismo.

Como el PP de ahora, aquí, en nuestra tierra, no representa ideología alguna, sus candidatos necesitarían un fuerte carisma político para convocar a las urnas a los zamoranos más o menos conservadores, centristas, liberales. María Teresa Martín Pozo, que llegó a esto de la política como una aparición esotérica, carece de verbo, duende, atractivo, de gancho, de encanto para recuperar al centro derecha zamorano. Ángel Macías, verbigracia, sí sería un político peligroso para la izquierda, porque sí lo define su ideología. Pero lo purgaron los que han llevado al PP a un callejón sin salida, un partido que solo renacerá después de una profunda catarsis local, provincial, regional y nacional.

Ahora, los zamoranos más alejados de la izquierda buscan otros espacios, otros políticos no profesionales, gente normal, sin soberbia, humilde, tranquila, educada, respetuosa, que pretenda hacer de Zamora una ciudad moderna, sin caciquismo, avanzada, hermosa. Ciudadanos, con un líder como Francisco José Requejo, quizá el político zamorano que más creció en este mandato que llama a su fin, representa a esa persona que podría ser cada uno de nosotros, sin ambiciones que vayan más allá de transformar Zamora, desde una perspectiva centrista y liberal. El actual coordinador de Cs en la provincia viene a ser como un Guarido del centro: persona tranquila, que dice lo que piensa, que sabe lo que quiere y para el que Zamora es más importante incluso que su partido.

El PP se perdió a sí mismo cuando no supe resolver el caso Zamora, condenando al político honrado y quedándose con malandrines de la política. Apostó por políticos profesionales, por trepas, por la felonía. La gente conservadora ya no ve en los populares a una formación ganadora, creíble, con futuro. Se huele a victoria, pero también a derrota. Ahora, cuando se está produciendo un cambio en nuestra ciudad, los zamoranos anhelan políticos que los representen, que trabajen para ellos y que se dediquen a sus profesiones o negocios una vez concluida su etapa en la res pública.

La historia, si se repite, como decía Marx, primero es como tragedia, después como farsa.

Hay gente que se define por su carencia de carisma y de ideología, que solo entró en política por el poder, por vivir de la res pública.

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