Viernes, 14 de Noviembre de 2025

Eugenio de Ávila
Sábado, 18 de Mayo de 2019
Perspectivas

En Zamora, se muere más despacio

Eugenio-Jesús de Ávila

[Img #27454]La democracia, este sistema que nos dieron los franquistas posibilistas y las izquierdas más domesticadas, ávidas de ocupar el poder, con el objetivo, paradoja política, de cambiar todo para que nada cambie, después de haber leído a Lampedusa o visionar el film “El Gatopardo”, de Luchino Visconti, conmocionó las estructuras económicas de la ciudad y su provincia, aún por aquel 1977, en tránsito hacia un capitalismo moderno, con solo dos empresas dignas de esa modo de producción: Reglero y Regojo, y unos cuantos comercios emblemáticos y fiables.

 Zamora fue algo cuando el Estado invirtió, durante la Dictadura. Y con todo, debió expulsar población de barrios periféricos y pueblos lejos de sus lares geográficos. En democracia, principalmente los gobiernos socialistas, con la aquiescencia de los conservadores, retiraron las inversiones públicas, ocasionando un daño irreversible en su demografía, y un deterioro económico profundo en el comercio urbano y en el sector primario.

La ciudad, que encontraba en el gasto de los zamoranos del medio rural una sus fuentes de ingresos más importantes, comprobó cómo sus comercios, los de toda la vida, se desmoronaban. Las dos grandes fábricas decidieron invertir en otros lares. El Regimiento Toledo, por decisión del ejecutivo socialista, abandonó la plaza; las líneas férreas se oxidaron, la Prisión Provincial quedó para decorado de películas; Iberdrola consideró desplazar a sus operarios a otras provincias limítrofes, con escasa producción de energía eléctrica; Caja Zamora, debido a pecados domésticos, fue engullida por Caja León, para dar lugar a eso que se denomina Caja España –ahora también engullida- mientras muchísimos trabajadores de la entidad financiera zamorana se marcharon a vivir lejos de nuestra ciudad. Vayamos sumando. Economistas zamoranos: les invito a realizar un estudio al respecto para tomar en consideración el daño causado por esas decisiones adoptadas por los gobiernos democráticos.

Los más politizados, los crédulos en montescos y capuletos, argumentarán que ahora gozamos de autovías que cruzan la provincia desde los cuatro puntos cardinales y, además, hay un AVE que nos lleva a Madrid y nos trae turistas de la capital para disfrutar del románico, modernismo, eclecticismo,  y después restaurar sus cuerpos en nuestros establecimientos hosteleros.

 Es verdad, pero considero que es complicado resucitar a un cadáver. Hay zamoranos que  lo queremos intentar. Quizá, después de Lázaro, asistamos a la segunda resurrección de la Historia. No cuento la del Nazareno. Se me escapa. Eso sí, en nuestra ciudad y provincia se muere con más sosiego, como si nos muriéramos un par de veces, con duende, con arte.

 

 

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