ELECCIONES
La clave
Kebedo
Ese magnífico programa de cine y de debate, que dirigió durante muchos años el no menos magnífico José Luis Balbín, me ha dado la pauta para titular hoy los pensamientos de mi vecina Marisol.
Hemos pasado por dos elecciones en un mes, las generales, por un lado, y las locales, autonómicas y europeas, por el otro. Aunque deberíamos ponerlas justo al revés si nos referimos a la importancia de cada una. Aunque no nos demos cuenta las elecciones al parlamento europeo son las más importantes porque es allí donde se cuecen las leyes comunitarias, que luego nos llegan como recomendaciones-mandatos y que, en muchos casos, nos sorprenden, incluso nos irritan. ¿Cuántas veces hemos dicho eso de “nos lo manda Europa”?, claro, y es verdad, nos lo mandan nuestros representantes allí, por eso es tan importante saber a quién votamos para tener claro a quién mandamos.
Pues bien, lo que hemos decidido es que haya un cambio en nuestra representación y nos hemos decantado por una mayoría socialdemócrata. Dejemos entonces trabajar a nuestros representantes y veamos si hemos acertado. La amenaza de una extrema derecha en Europa –y en España- es tal que hay que empezar a contrarrestar con gente que deje claro que ese tipo de políticas, tanto sociales como económicas, no solo son retrógradas, malolientes y poco beneficiosas para un país, sino que, demostrado está, no acaban nunca de forma pacífica. Hay que leer mucha historia y no olvidarla después. Reivindicativa, viene mi vecina.
En segundo lugar, según el comentario de Marisol, estarían las elecciones locales. Es evidente, por cercanía, por el día a día, por la resolución de los problemas de la acera, del barrio, del parque, la elección de tu alcalde es fundamental. En las ciudades pequeñas, para bien y para mal, se conocen todos –también a los candidatos- y eso hace que, a la hora de decidir, se tenga mucha mas claridad de ideas porque se vota a la persona y no a la sigla o al partido. Cosa absolutamente lógica y de sentido común. Se han producido varios casos, que son absolutamente paradójicos; José María González “Kichi”, con la marca franquiciada de Unidas Podemos en Cadiz y absolutamente reñido con su cúpula, sale elegido sin paliativos; por otro lado, Francisco Guarido, de IU, en Zamora, que repite en un territorio absolutamente pepero “de toda la vida” y que se mantiene como único ayuntamiento de tinte comunista. Pero no nos engañemos, en Zamora no se ha votado comunista, no son comunistas, nada más lejos de la realidad, se ha votado a Paco Guarido por su gestión, tanto en los veinte años de oposición al PP, como en sus cuatro años últimos al frente del ayuntamiento de la ciudad.
En las capitales grandes y en las autonomías la cosa cambia, máxime cuando hay comunidades uniprovinciales, caso de Madrid -maldita la hora que se hizo semejante chapuza dejando tres administraciones en una misma demarcación- ejemplo de aberración funcionarial. En las grandes capitales, insiste mi vecina, y en las autonomías, hay mucha más tela que cortar, es decir, prebendas que repartir y, por lo tanto, hay tortas a la hora de posicionarse para que llegue la “mamandurria” -nunca le estaremos lo suficientemente agradecidos a Esperanza Aguirre por el “palabro”-; ¡qué ingenio tiene a veces!; si no fuera por las ranas que le nacieron en charca. A lo que vamos, que hay codazos, empujones y muchos “donde dije digo, digo Diego” porque si hay que rectificarse a uno mismo, se rectifica y, ya está.
Y ahí es donde aparece “la clave” y, en este caso, y salvando alguna que otra excepción, la clave es Ciudadanos. Albert Rivera, para variar, no sabe hacia dónde tiene que mirar; ha mirado ya a tantos lados que más parece un búho girando la cabeza que un político. Va a terminar desnucándose. Tiene en su decisión el alinearse con la “derechona” y mantener el grandísimo honor de pertenecer a lo que se viene llamando “el trifachito”, o puede tomar el camino de asociarse –políticamente hablando, claro está- con el PSOE en algunas circunscripciones. Reinos de taifas, como Madrid, autonomía y capital, como Castilla y León y algunas de las capitales importantes, Salamanca o León, como Zaragoza y como algunos sitios más, son terreno abonado donde su alineación -si es que quiere conservar algo de la etiqueta de liberal, de la que presume de vez en cuando- es importante.
Pero hay que negociar, y ahí es donde Rivera patina un poco. Rivera, Villegas, Girauta y, a veces, hasta Arrimadas, doña Inés, no acaban de tener claro lo que significa. Negociar no es exigir, menos aún en las condiciones en las que ha quedado el partido naranja. Si algo puede sacar Ciudadanos será gracias a los posibles acuerdos que con el PSOE pueda realizar, pero acuerdos no son exigencias y menos cuando se está en una posición más débil. ¡Ojo!, que la observación es la misma para Unidas Podemos; Pablo Iglesias no puede seguir ofreciéndose como piedra “clave” –de ahí viene el nombre- para la conformación de gobiernos, tanto central como autonómicos, con el varapalo que ha recibido a nivel nacional y en todos los ámbitos. Está pidiendo ministerios como si no hubiera un mañana y no acaba de ser consciente de que está para ayudar, no para exigir. Es verdad que, dándose ciertas circunstancias adversas, su posición podría ser decisiva, pero cada vez menos. Vamos a poner los pies en la tierra.
Y lo que le parece más grave a mi vecina de todo el panorama político derivado de las dos últimas elecciones es la aparición de VOX. No podemos tomarnos a broma, o como un juego, o en plan de susto, a alguien que en su programa, en lo poco que dice, y en sus mítines, no ocultan su desprecio por las mujeres y sus derechos, por su poder de decisión a decidir sobre su cuerpo y su capacidad para desempeñar cualquier trabajo y cobrar por ello lo mismo que un hombre; su desprecio por los homosexuales, sin darse cuenta de que, en el conjunto de VOX, también hay homosexuales, no es un conjunto vacío, es simple estadística. VOX está en contra, lo ha dicho claramente, de los beneficios sociales para todos, de la sanidad universal, de la educación gratuita, está en contra de la enseñanza –si no es la católica, apostólica y romana-; quieren ponerle veto –censura- a los medios informativos que no digan lo que ellos quieren oir; quieren listas de nombres de las personas que, siempre según su criterio, hacen daño a España, a la parece sólo pueden “defender” ellos. Es decir, en VOX abogan por una dictadura en toda regla, aprovechándose de un régimen democrático, de una constitución y de unas instituciones, que ni ellos mismos respetan, pero que usan para hacerse un hueco y posteriormente, destruir desde dentro. Eso es un régimen totalitarista en toda regla y aquellos que les han votado para “castigar al PP”, o por “jugar a los ultras”, que parece que está de moda en toda Europa, o simplemente porque no se han preocupado de leer, que no estudiar, un poco de historia y analizar cómo terminan éstas cosas –Hitler entró a gobernar tras unas elecciones democráticas- deberían plantearse si, el día de mañana, no van a ser víctimas de su propio monstruo. ¿Alguien, a día de hoy, puede afirmar con rotundidad lo que, en tiempos de la inquisición, se consideraba limpieza de sangre?. Todos tenemos un pasado, muy probablemente mezclado con íberos, celtas, cartagineses, romanos, musulmanes, judíos y demás familia, y si nos ponemos a rascar… ¡Esta Marisol está sembrada!.
Así que me despido de mi vecina, con la coña esa de “la clave”, pensando en quién la tiene y cómo pretende usarla. En sus manos encomiendo mi espíritu … y el resto de mi ser.
Kebedo.
Ese magnífico programa de cine y de debate, que dirigió durante muchos años el no menos magnífico José Luis Balbín, me ha dado la pauta para titular hoy los pensamientos de mi vecina Marisol.
Hemos pasado por dos elecciones en un mes, las generales, por un lado, y las locales, autonómicas y europeas, por el otro. Aunque deberíamos ponerlas justo al revés si nos referimos a la importancia de cada una. Aunque no nos demos cuenta las elecciones al parlamento europeo son las más importantes porque es allí donde se cuecen las leyes comunitarias, que luego nos llegan como recomendaciones-mandatos y que, en muchos casos, nos sorprenden, incluso nos irritan. ¿Cuántas veces hemos dicho eso de “nos lo manda Europa”?, claro, y es verdad, nos lo mandan nuestros representantes allí, por eso es tan importante saber a quién votamos para tener claro a quién mandamos.
Pues bien, lo que hemos decidido es que haya un cambio en nuestra representación y nos hemos decantado por una mayoría socialdemócrata. Dejemos entonces trabajar a nuestros representantes y veamos si hemos acertado. La amenaza de una extrema derecha en Europa –y en España- es tal que hay que empezar a contrarrestar con gente que deje claro que ese tipo de políticas, tanto sociales como económicas, no solo son retrógradas, malolientes y poco beneficiosas para un país, sino que, demostrado está, no acaban nunca de forma pacífica. Hay que leer mucha historia y no olvidarla después. Reivindicativa, viene mi vecina.
En segundo lugar, según el comentario de Marisol, estarían las elecciones locales. Es evidente, por cercanía, por el día a día, por la resolución de los problemas de la acera, del barrio, del parque, la elección de tu alcalde es fundamental. En las ciudades pequeñas, para bien y para mal, se conocen todos –también a los candidatos- y eso hace que, a la hora de decidir, se tenga mucha mas claridad de ideas porque se vota a la persona y no a la sigla o al partido. Cosa absolutamente lógica y de sentido común. Se han producido varios casos, que son absolutamente paradójicos; José María González “Kichi”, con la marca franquiciada de Unidas Podemos en Cadiz y absolutamente reñido con su cúpula, sale elegido sin paliativos; por otro lado, Francisco Guarido, de IU, en Zamora, que repite en un territorio absolutamente pepero “de toda la vida” y que se mantiene como único ayuntamiento de tinte comunista. Pero no nos engañemos, en Zamora no se ha votado comunista, no son comunistas, nada más lejos de la realidad, se ha votado a Paco Guarido por su gestión, tanto en los veinte años de oposición al PP, como en sus cuatro años últimos al frente del ayuntamiento de la ciudad.
En las capitales grandes y en las autonomías la cosa cambia, máxime cuando hay comunidades uniprovinciales, caso de Madrid -maldita la hora que se hizo semejante chapuza dejando tres administraciones en una misma demarcación- ejemplo de aberración funcionarial. En las grandes capitales, insiste mi vecina, y en las autonomías, hay mucha más tela que cortar, es decir, prebendas que repartir y, por lo tanto, hay tortas a la hora de posicionarse para que llegue la “mamandurria” -nunca le estaremos lo suficientemente agradecidos a Esperanza Aguirre por el “palabro”-; ¡qué ingenio tiene a veces!; si no fuera por las ranas que le nacieron en charca. A lo que vamos, que hay codazos, empujones y muchos “donde dije digo, digo Diego” porque si hay que rectificarse a uno mismo, se rectifica y, ya está.
Y ahí es donde aparece “la clave” y, en este caso, y salvando alguna que otra excepción, la clave es Ciudadanos. Albert Rivera, para variar, no sabe hacia dónde tiene que mirar; ha mirado ya a tantos lados que más parece un búho girando la cabeza que un político. Va a terminar desnucándose. Tiene en su decisión el alinearse con la “derechona” y mantener el grandísimo honor de pertenecer a lo que se viene llamando “el trifachito”, o puede tomar el camino de asociarse –políticamente hablando, claro está- con el PSOE en algunas circunscripciones. Reinos de taifas, como Madrid, autonomía y capital, como Castilla y León y algunas de las capitales importantes, Salamanca o León, como Zaragoza y como algunos sitios más, son terreno abonado donde su alineación -si es que quiere conservar algo de la etiqueta de liberal, de la que presume de vez en cuando- es importante.
Pero hay que negociar, y ahí es donde Rivera patina un poco. Rivera, Villegas, Girauta y, a veces, hasta Arrimadas, doña Inés, no acaban de tener claro lo que significa. Negociar no es exigir, menos aún en las condiciones en las que ha quedado el partido naranja. Si algo puede sacar Ciudadanos será gracias a los posibles acuerdos que con el PSOE pueda realizar, pero acuerdos no son exigencias y menos cuando se está en una posición más débil. ¡Ojo!, que la observación es la misma para Unidas Podemos; Pablo Iglesias no puede seguir ofreciéndose como piedra “clave” –de ahí viene el nombre- para la conformación de gobiernos, tanto central como autonómicos, con el varapalo que ha recibido a nivel nacional y en todos los ámbitos. Está pidiendo ministerios como si no hubiera un mañana y no acaba de ser consciente de que está para ayudar, no para exigir. Es verdad que, dándose ciertas circunstancias adversas, su posición podría ser decisiva, pero cada vez menos. Vamos a poner los pies en la tierra.
Y lo que le parece más grave a mi vecina de todo el panorama político derivado de las dos últimas elecciones es la aparición de VOX. No podemos tomarnos a broma, o como un juego, o en plan de susto, a alguien que en su programa, en lo poco que dice, y en sus mítines, no ocultan su desprecio por las mujeres y sus derechos, por su poder de decisión a decidir sobre su cuerpo y su capacidad para desempeñar cualquier trabajo y cobrar por ello lo mismo que un hombre; su desprecio por los homosexuales, sin darse cuenta de que, en el conjunto de VOX, también hay homosexuales, no es un conjunto vacío, es simple estadística. VOX está en contra, lo ha dicho claramente, de los beneficios sociales para todos, de la sanidad universal, de la educación gratuita, está en contra de la enseñanza –si no es la católica, apostólica y romana-; quieren ponerle veto –censura- a los medios informativos que no digan lo que ellos quieren oir; quieren listas de nombres de las personas que, siempre según su criterio, hacen daño a España, a la parece sólo pueden “defender” ellos. Es decir, en VOX abogan por una dictadura en toda regla, aprovechándose de un régimen democrático, de una constitución y de unas instituciones, que ni ellos mismos respetan, pero que usan para hacerse un hueco y posteriormente, destruir desde dentro. Eso es un régimen totalitarista en toda regla y aquellos que les han votado para “castigar al PP”, o por “jugar a los ultras”, que parece que está de moda en toda Europa, o simplemente porque no se han preocupado de leer, que no estudiar, un poco de historia y analizar cómo terminan éstas cosas –Hitler entró a gobernar tras unas elecciones democráticas- deberían plantearse si, el día de mañana, no van a ser víctimas de su propio monstruo. ¿Alguien, a día de hoy, puede afirmar con rotundidad lo que, en tiempos de la inquisición, se consideraba limpieza de sangre?. Todos tenemos un pasado, muy probablemente mezclado con íberos, celtas, cartagineses, romanos, musulmanes, judíos y demás familia, y si nos ponemos a rascar… ¡Esta Marisol está sembrada!.
Así que me despido de mi vecina, con la coña esa de “la clave”, pensando en quién la tiene y cómo pretende usarla. En sus manos encomiendo mi espíritu … y el resto de mi ser.
Kebedo.
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