CIENCIA
El ciclo de la madera
Un monte arbolado gestionado genera un flujo continuo de madera que puede ser aprovechado de forma sostenible
Un modelo selvícola es el programa de actuaciones en una masa arbolada a lo largo de su ciclo vital. Nos indica qué trabajos hay que hacer en cada masa y a qué edad realizarlos. Uno de los principales parámetros a definir es el turno de la masa, es decir, la edad a la que se van a cortar los últimos árboles de esa generación. La gran mayoría de ellos se habrán cortado en años anteriores, pero al final quedan unos cuantos que por una parte están produciendo la semilla de la que nace la siguiente generación y por otra dotan a los árboles jóvenes de cierta cobertura frente al viento y la insolación. Pero llega un momento en que incluso esa pequeña cobertura y la competencia por el espacio de las raíces son excesivas y perjudican el desarrollo de los jóvenes, por lo que también son cortados.
Para lo que aquí nos interesa el modelo selvícola tiene unas implicaciones económicas y laborales, porque si conocemos qué trabajos hay que hacer en una masa sabremos qué flujo de ingresos, gastos y trabajo va a generar.
Económicamente interesa llegar a un monte en equilibrio, en el que a grandes rasgos haya arbolado de todas las edades distribuido por el monte. De esta forma todos los años habrá arbolado adulto para cortar y labores para realizar en el arbolado joven. Ese equilibrio se busca a través de la ordenación forestal, cuyo objetivo es conseguir ese equilibrio partiendo de una situación real, normalmente desequilibrada, en la que muchos árboles tienen edades muy parecidas. Eso implica que en pocos años se venderá mucha madera y después habrá largos períodos sin ingresos. La ordenación busca estabilizar en el tiempo tanto los ingresos como los gastos.
CASO CONCRETO
El siguiente análisis va a partir de un monte que tiene una masa arbolada de 1.000 hectáreas y que se ha llevado a su equilibrio. Los municipios españoles tienen una superficie media superior a 5.000 hectáreas, y el arbolado supone en torno a un 30% de la superficie española.
Vamos a fijar un modelo selvícola de 80 años, con la especie pino resinero o negral (Pinus pinaster, la más frecuente en España) y un crecimiento de 4 metros cúbicos por hectárea y año, que se puede considerar medio en las zonas con algo de humedad (mitad norte y sierras).
Es decir, que cada hectárea de ese monte arroja un saldo positivo en torno a los 5.100 euros a lo largo de los 80 años de su turno. En ese tiempo han hecho falta 113 jornales de todo tipo para ejecutar esos trabajos, incluyendo tractoristas (desbroces de matorral y eliminación de restos leñosos después de las cortas), peones forestales (clareos, podas, trabajos contra incendios), maquinistas forestales (claras y cortas), transportistas (claras y cortas) y personal auxiliar (agentes ambientales, encargados, técnicos, administrativos).
Si extendemos los datos a las 1.000 hectáreas de monte y los repartimos entre los 80 años del turno se obtienen cada año unos ingresos netos del monte de 63.750 euros y la generación de una actividad de 1.413 jornales, equivalentes a 6,4 empleos anuales a tiempo completo. De estos jornales dos terceras partes podrían corresponder a personal de la comarca (peones, tractoristas) y un tercio a empresas probablemente externas a la comarca (personal de empresas madereras, esencialmente maquinistas forestales y transportistas), aunque en determinadas comarcas, como la de Pinares de Soria, el personal de la empresa maderera también suele ser local. Pero incluso aunque sean ajenos a la comarca tienen un impacto indirecto sobre el empleo, al abastecerse en ella y necesitar servicios de hostelería, talleres o combustible.
Es decir, que el aprovechamiento de la madera puede sostener:
En torno a 1 empleo comarcal por cada 250 hectáreas maderables.
En torno a 1 empleo exterior por cada 400 ha maderables.
MONTES DE ENTIDADES LOCALES
Por otra parte los ingresos netos producidos para el propietario son 63.750 euros anuales. Si el propietario fuera una entidad local esta cantidad le permitiría financiar tres empleos con cargo a sus recursos propios. Esto implicaría poder mantener en torno a un empleo local por cada 300 hectáreas arboladas.
Pero los saldos de la tabla son balances de ingresos y gastos, que responden a 13.600 euros de ingresos y 8.500 de gastos por hectárea y ciclo, es decir, 170.000 € de ingresos y 106.250 € de gastos por monte y año. En el punto anterior se ha considerado que esos 106.250 de gastos eran íntegramente abonados a empresas ajenas a la entidad propietaria. Pero, debido al tipo de trabajos a ejecutar, más de la mitad de esos gastos podría ser realizada por personal propio de la entidad local con herramientas sencillas (podas, desbroces, eliminación de restos leñosos). Es decir, que la entidad local podría optar por contratar dos peones durante todo el año dedicándolos a labores en el monte con cargo a los ingresos de este, de forma que el saldo final sería:
Ingresos por la madera: 170.000 euros.
Gastos en trabajos selvícolas: 106.250 euros, de los cuales:
Contratación de dos peones para trabajos en el monte: 42.000 euros.
Otros gastos en el monte contratados fuera: 64.250 euros.
Saldo del monte: 63.750 euros. Permitiría sostener otros tres peones municipales.
Es decir, que con cargo a 1.000 ha de monte en producción un ayuntamiento puede financiar una cuadrilla de cinco peones que estaría disponible para trabajar aproximadamente la mitad del tiempo en el monte y la otra mitad en el resto de las necesidades municipales.
ORIGEN DE LOS DATOS NUMÉRICOS EMPLEADOS
Las cifras indicadas son en general bastante conservadoras.
En realidad la unidad de referencia, sobre todo para los ingresos, no es la hectárea de monte, sino la tonelada de madera producida. En montes más productivos los ingresos serían mayores, porque se cortaría más madera en cada operación, y los turnos más cortos, porque los árboles llegarían antes a su tamaño aprovechable. En España la media bruta está en torno a 3 toneladas anuales, pero esta media incluye todo tipo de masas, no solamente las productivas, y se corresponde con una masa media de 329 árboles adultos y 540 jóvenes por hectárea. Una masa como la expuesta en el ejemplo tiene a lo largo de sus 80 años una media de 600 árboles adultos y 400 jóvenes por hectárea, por lo que tanto volúmenes en pie como crecimientos serían aproximadamente el doble que la media nacional. Eso coincide con lo que se observa en zonas con masas consolidadas, donde son frecuentes crecimientos en torno a 5-6 toneladas por hectárea y año, y por encima de diez en muchas zonas atlánticas y choperas.
Los precios que se han tomado se basan en precios observados en subastas recientes. El mercado de la madera está en una situación de precios crecientes. La tendencia es a un incremento de la demanda por tratarse de un material con menor huella ambiental que sus alternativas: embalajes de plástico, energía con combustibles fósiles o construcción en acero y hormigón.
Los costes de los trabajos están sujetos a grandes variaciones. Normalmente cuando se contratan a empresas externas es posible obtener rebajas en los presupuestos.
No todos los terrenos forestales son susceptibles de ser aprovechados en estas condiciones económicas. Hay zonas muy por debajo de estos rendimientos debido a su falta de lluvias, a la pobreza de su suelo, o a la excesiva pendiente.
El principal factor limitante es la existencia de un monte en equilibrio, como el que se ha logrado en Navafría. Un caso mucho más frecuente es el de repoblaciones plantadas entre los años 50 y 70 del siglo XX, donde hay grandes superficies pobladas por árboles de la misma edad. En esos casos el flujo de ingresos y gastos no es regular. La oportunidad actual es que en los próximos 30 años son masas que se encuentran en una fase excedentaria de su ciclo, por lo que la regularización es posible gestionando los excesos de liquidez de los primeros años, sin necesidad de aportar fondos.
Los cálculos se refieren solo a la madera. No se han considerado otros ingresos del monte, como los procedentes de la caza en la mayoría de los montes de Castilla y León (una media de 8.000 euros anuales), u otros ingresos que se dan con menor frecuencia, como los derivados de pastos, leñas, setas, resina o apicultura. Ni tampoco el posible autoconsumo de productos del monte como la leña para los vecinos o para el propio ayuntamiento.
Un modelo selvícola es el programa de actuaciones en una masa arbolada a lo largo de su ciclo vital. Nos indica qué trabajos hay que hacer en cada masa y a qué edad realizarlos. Uno de los principales parámetros a definir es el turno de la masa, es decir, la edad a la que se van a cortar los últimos árboles de esa generación. La gran mayoría de ellos se habrán cortado en años anteriores, pero al final quedan unos cuantos que por una parte están produciendo la semilla de la que nace la siguiente generación y por otra dotan a los árboles jóvenes de cierta cobertura frente al viento y la insolación. Pero llega un momento en que incluso esa pequeña cobertura y la competencia por el espacio de las raíces son excesivas y perjudican el desarrollo de los jóvenes, por lo que también son cortados.
Para lo que aquí nos interesa el modelo selvícola tiene unas implicaciones económicas y laborales, porque si conocemos qué trabajos hay que hacer en una masa sabremos qué flujo de ingresos, gastos y trabajo va a generar.
Económicamente interesa llegar a un monte en equilibrio, en el que a grandes rasgos haya arbolado de todas las edades distribuido por el monte. De esta forma todos los años habrá arbolado adulto para cortar y labores para realizar en el arbolado joven. Ese equilibrio se busca a través de la ordenación forestal, cuyo objetivo es conseguir ese equilibrio partiendo de una situación real, normalmente desequilibrada, en la que muchos árboles tienen edades muy parecidas. Eso implica que en pocos años se venderá mucha madera y después habrá largos períodos sin ingresos. La ordenación busca estabilizar en el tiempo tanto los ingresos como los gastos.
CASO CONCRETO
El siguiente análisis va a partir de un monte que tiene una masa arbolada de 1.000 hectáreas y que se ha llevado a su equilibrio. Los municipios españoles tienen una superficie media superior a 5.000 hectáreas, y el arbolado supone en torno a un 30% de la superficie española.
Vamos a fijar un modelo selvícola de 80 años, con la especie pino resinero o negral (Pinus pinaster, la más frecuente en España) y un crecimiento de 4 metros cúbicos por hectárea y año, que se puede considerar medio en las zonas con algo de humedad (mitad norte y sierras).
Es decir, que cada hectárea de ese monte arroja un saldo positivo en torno a los 5.100 euros a lo largo de los 80 años de su turno. En ese tiempo han hecho falta 113 jornales de todo tipo para ejecutar esos trabajos, incluyendo tractoristas (desbroces de matorral y eliminación de restos leñosos después de las cortas), peones forestales (clareos, podas, trabajos contra incendios), maquinistas forestales (claras y cortas), transportistas (claras y cortas) y personal auxiliar (agentes ambientales, encargados, técnicos, administrativos).
Si extendemos los datos a las 1.000 hectáreas de monte y los repartimos entre los 80 años del turno se obtienen cada año unos ingresos netos del monte de 63.750 euros y la generación de una actividad de 1.413 jornales, equivalentes a 6,4 empleos anuales a tiempo completo. De estos jornales dos terceras partes podrían corresponder a personal de la comarca (peones, tractoristas) y un tercio a empresas probablemente externas a la comarca (personal de empresas madereras, esencialmente maquinistas forestales y transportistas), aunque en determinadas comarcas, como la de Pinares de Soria, el personal de la empresa maderera también suele ser local. Pero incluso aunque sean ajenos a la comarca tienen un impacto indirecto sobre el empleo, al abastecerse en ella y necesitar servicios de hostelería, talleres o combustible.
Es decir, que el aprovechamiento de la madera puede sostener:
En torno a 1 empleo comarcal por cada 250 hectáreas maderables.
En torno a 1 empleo exterior por cada 400 ha maderables.
MONTES DE ENTIDADES LOCALES
Por otra parte los ingresos netos producidos para el propietario son 63.750 euros anuales. Si el propietario fuera una entidad local esta cantidad le permitiría financiar tres empleos con cargo a sus recursos propios. Esto implicaría poder mantener en torno a un empleo local por cada 300 hectáreas arboladas.
Pero los saldos de la tabla son balances de ingresos y gastos, que responden a 13.600 euros de ingresos y 8.500 de gastos por hectárea y ciclo, es decir, 170.000 € de ingresos y 106.250 € de gastos por monte y año. En el punto anterior se ha considerado que esos 106.250 de gastos eran íntegramente abonados a empresas ajenas a la entidad propietaria. Pero, debido al tipo de trabajos a ejecutar, más de la mitad de esos gastos podría ser realizada por personal propio de la entidad local con herramientas sencillas (podas, desbroces, eliminación de restos leñosos). Es decir, que la entidad local podría optar por contratar dos peones durante todo el año dedicándolos a labores en el monte con cargo a los ingresos de este, de forma que el saldo final sería:
Ingresos por la madera: 170.000 euros.
Gastos en trabajos selvícolas: 106.250 euros, de los cuales:
Contratación de dos peones para trabajos en el monte: 42.000 euros.
Otros gastos en el monte contratados fuera: 64.250 euros.
Saldo del monte: 63.750 euros. Permitiría sostener otros tres peones municipales.
Es decir, que con cargo a 1.000 ha de monte en producción un ayuntamiento puede financiar una cuadrilla de cinco peones que estaría disponible para trabajar aproximadamente la mitad del tiempo en el monte y la otra mitad en el resto de las necesidades municipales.
ORIGEN DE LOS DATOS NUMÉRICOS EMPLEADOS
Las cifras indicadas son en general bastante conservadoras.
En realidad la unidad de referencia, sobre todo para los ingresos, no es la hectárea de monte, sino la tonelada de madera producida. En montes más productivos los ingresos serían mayores, porque se cortaría más madera en cada operación, y los turnos más cortos, porque los árboles llegarían antes a su tamaño aprovechable. En España la media bruta está en torno a 3 toneladas anuales, pero esta media incluye todo tipo de masas, no solamente las productivas, y se corresponde con una masa media de 329 árboles adultos y 540 jóvenes por hectárea. Una masa como la expuesta en el ejemplo tiene a lo largo de sus 80 años una media de 600 árboles adultos y 400 jóvenes por hectárea, por lo que tanto volúmenes en pie como crecimientos serían aproximadamente el doble que la media nacional. Eso coincide con lo que se observa en zonas con masas consolidadas, donde son frecuentes crecimientos en torno a 5-6 toneladas por hectárea y año, y por encima de diez en muchas zonas atlánticas y choperas.
Los precios que se han tomado se basan en precios observados en subastas recientes. El mercado de la madera está en una situación de precios crecientes. La tendencia es a un incremento de la demanda por tratarse de un material con menor huella ambiental que sus alternativas: embalajes de plástico, energía con combustibles fósiles o construcción en acero y hormigón.
Los costes de los trabajos están sujetos a grandes variaciones. Normalmente cuando se contratan a empresas externas es posible obtener rebajas en los presupuestos.
No todos los terrenos forestales son susceptibles de ser aprovechados en estas condiciones económicas. Hay zonas muy por debajo de estos rendimientos debido a su falta de lluvias, a la pobreza de su suelo, o a la excesiva pendiente.
El principal factor limitante es la existencia de un monte en equilibrio, como el que se ha logrado en Navafría. Un caso mucho más frecuente es el de repoblaciones plantadas entre los años 50 y 70 del siglo XX, donde hay grandes superficies pobladas por árboles de la misma edad. En esos casos el flujo de ingresos y gastos no es regular. La oportunidad actual es que en los próximos 30 años son masas que se encuentran en una fase excedentaria de su ciclo, por lo que la regularización es posible gestionando los excesos de liquidez de los primeros años, sin necesidad de aportar fondos.
Los cálculos se refieren solo a la madera. No se han considerado otros ingresos del monte, como los procedentes de la caza en la mayoría de los montes de Castilla y León (una media de 8.000 euros anuales), u otros ingresos que se dan con menor frecuencia, como los derivados de pastos, leñas, setas, resina o apicultura. Ni tampoco el posible autoconsumo de productos del monte como la leña para los vecinos o para el propio ayuntamiento.





















Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.29