Ciudadanos, a la sombra del PP: ¿Camino a su desaparición?

Asistimos, unos impávidos y otros incrédulos, al espectáculo que muchos de los políticos de la derecha española, tanto a nivel nacional como local y autonómico, están dando en la conformación de los correspondientes gobiernos de ayuntamientos, Comunidades Autónomas, así como del gobierno central.

De tener que ser necesario un test de actitud y aptitud para poder presentarse a las elecciones, muchos de ellos, por deméritos propios, estarían en su casa y no podrían representarnos.

A los constante insultos y mentiras, previas y durante la campaña electoral, de PP y Ciudadanos, que lejos de explicar sus programas, ellos sabrán por qué, se dedicaban, casi exclusivamente, a intentar desprestigiar a Pedro Sánchez desde todos los frentes, y que, probablemente, lo que consiguieron fue auparlo más en sus resultados electorales, unen ahora las falacias y enmascaramiento de unos pactos, que podíamos denominar del retroceso social, uniéndose a VOX, pero sin que lo parezca, para que no "nos enteremos" de semejante cosa.

Unas ansias de poder a toda costa del que llevan acusando al líder del PSOE desde que lo es, pero por las que "pierden el culo", C's, por ejemplo, y, sin conseguirlo, se conforman con ser "muletas" de un PP, que sólo con su apoyo, aún con los peores resultados de su historia y toda la judicialización de su gestión en los últimos años, va a poder mantenerlo en gran parte. Una incoherencia supina dado que su objetivo siempre ha sido superarlo.

Dicho esto, nos encontramos con un Pablo Casado que parece haber aprendido de los errores propios y se muestra, últimamente, calladito. Será por aquello de que "en boca cerrada no entran moscas" o que "quien mucho habla, mucho yerra". Además, ya le están haciendo, en este sentido, el "trabajo sucio" sus socios de Ciudadanos.

Albert Rivera, al contrario, no hay un charco que pueda pisar que deje pasar de largo. Él, y las figuras más representativas de la formación naranja, han entrado en una vorágine de incoherencias y ataques sin sentido que, a todas luces, los descalifican como personas de Estado y representantes de la ciudadanía.

Se jacta, con cierta estupidez, de no pactar con el PSOE, por la izquierda, ni con VOX, por la derecha, y sin embargo tenemos ejemplos sobrados, en todo el territorio nacional, tras las últimas elecciones, de ambas cosas.

Pide abstenciones en aras a la gobernabilidad de ésta o aquella Comunidad autónoma, para conseguir el poder, no ellos, sino el PP y disponer de unas "migajas" del mismo, pero es incapaz de ofrecer, a cambio, lo mismo, incluso en situaciones más claras, cuando son al contrario.

Hablan de mayorías legítimas, incluyendo a VOX, que lo son, pero atacan cualquier pacto de la izquierda con nacionalistas, por ejemplo el PNV, cuya sensatez queda demostrada y está a años luz de la poca que exhibe C's.

Gritan regeneración, pero mantienen los "chiringuitos" más longevos del PP, allí donde su gestión de tantos años no ha sido, precisamente, eficaz ni limpia, como Comunidad de Madrid, Castilla y León o Diputación de Zamora, donde es nombrado Presidente el único diputado de Ciudadanos, el mismo que manifestaba que apoyaría un cambio progresista, hasta que le ofrecieron la presidencia. Aupa a Requejo al sillón de la Diputación, el mismo PP que puso el grito en el cielo cuando en Melilla se nombró también al único diputado de C's, pero apoyado por otras fuerzas.

Cuando en Murcia, la ultraderecha dice "NO" e impide la investidura del candidato popular, quien sale en los medios "enfadadísima", no es un portavoz del PP, como sería lógico pensar, sino una Inés Arrimadas, verborreica y descontrolada, acusando a VOX de votar con Podemos y PSOE para bloquear la Comunidad, no queriendo entender nada, por lo visto, de negociación política ni el papel de cada cual.

Por este camino, Ciudadanos, pienso, está cavando su tumba. No creo yo que muchos de sus votantes estén de acuerdo con las estrategias electorales y postelectorales que siguen sus dirigentes más representativos, con Rivera y Arrimadas a la cabeza, buscando continuamente la crispación en cualquier frente, en vez del acuerdo.

Ya se han dado, en sus filas, dimisiones importantes y parece que cada vez hay más voces discrepantes, a las que Rivera, no sólo no intenta buscar una concordia interna, sino que, en un acto de chulería personal, invita a que el que no esté de acuerdo... monte otro partido.

Vivir permanentemente a la sombra del partido al que se quiere superar y ayudarlo en sus horas más bajas, aún comulgando con las "ruedas de molino" que, para ello, le va a hacer tragar la ultraderecha, sólo puede llevar a Ciudadanos, como ocurrió con el CDS, a una desaparición no muy lejana, o a una humillante fusión con la formación a cuya sombra mendiga un poco de poder.

Marino Carazo Martín