Miércoles, 22 de Octubre de 2025

Eugenio de Ávila
Viernes, 19 de Julio de 2019
ME QUEDA LA PALABRA

Zamora: un alma en pena

Eugenio-Jesús de Ávila

[Img #28431]Zamora plantea un problema irresoluble: unos pocos, políticos, administran el patrimonio económico y social de una gran mayoría, que consintió, durante décadas, que no se le rindiesen cuentas. El zamorano asumió que había que guardar silencio, que, por él, pensaba otros, los que administran sus impuestos. Pero el político zamorano, después de recoger el voto, se lo gastaba en Pucela o en Madrid en su divertimento. Todo para el pueblo, pero sin pueblo, que es tonto y no se entera y, además, contamos con unos medios de comunicación que ya se encargan de convertir las mentiras en verdades. ¡Qué les dieran a Zamora y a su pueblo!

No olvide el lector que la autovía entre Zamora-Benavente, el único tramo que quedaba de la Ruta de la Plata, fue la última en construirse; que los hermanos portugueses llegan hasta la frontera español por Alcañices en autovía; que aquí todavía la capital de la provincia carece de una vía moderna que la una a tierras lusas para plantarse en Tras os Montes u Oporto en nada. Y otro dato significativo: los talleres del AVE, infraestructura que habría condicionado el desarrollo de Zamora y su provincia, se instalaron en Valladolid. No hubo político zamorano, como Martínez-Maíllo, por poner un ejemplo, que abogase por nuestra ciudad como espacio idóneo para acomodar a tantos trabajadores. Valladolid y Burgos crean más del 50% de empleo de esta autonomía en la que yo, ni muchos leoneses, ni creen ni la sienten suya. Los Fondos Europeos de antaño y hogaño se quedan en esas provincias del privilegio, de caciques periodísticos y de promotores de construcción, parapetados tras su colosales medios de comunicación, que se alimentan, vía publicidad, a través de los ejecutivos autonómicos.

No creo ni en Fernández Mañueco ni en su junta anaranjada. Más de lo mismo. Los empresarios que mandaban con Lucas y Herrera mantendrán su poder político y económico, mientras les llegan más y más ayudas de la Junta. Zamora seguirá siendo orillada. Me temo que desviarán el Duero, que nos robarán hasta las nieblas si en Valladolid y Burgos se le saca provecho; que el nepotismo mantendrá su proyección sobre los paniaguados del PP y alguno de Cs. No creo tampoco en este PSOE de Sánchez, un magnífico actor de telenovela venezolana; ni en Iglesias, el “Prometo” que devolvió al sistema no el fuego de la democracia, sino el agua que apagó la verdad esencial del 15-M. Movimiento amparado por Sáenz de Santamaría en los medios de comunicación, para difuminar al socialismo patrio, como ahora el “sanchismo” apoya a Vox en sus teles, para quitar fuerza a los populares. Habas contadas. Miterrand fue el primero en hallar cómo acabar con sus rivales ideológicos dando cancha, verbigracia, a Jean Mari Le Pen. Fue antaño. Los jóvenes no saben nada.

En el otro bando,  el PP de Casado nunca asumirá su papel mientras los restos de Rajoy y Soraya continúen torpedeando, allá donde mandan, como aquí, en Zamora, un cambio de dirección y de personas que purifiquen el partido y le devuelvan a una ideología, nunca más a convertirse en una plataforma política para vivir del chollo.

Pero, a un servidor, lo que le duele es Zamora, aquí, cerca de Viriato, o allí, en Florencia o Armenia. No cambia el sabor de las lágrimas si se lloran lejos de la patria. Siempre abren surcos en las mejillas del alma. Soy optimista respecto a Montelarreina. Creo que podrá cambiar, en parte, Zamora y Toro. Pero el problema demográfico requiere políticas nacionales, generadas por el ejecutivo central, producto de la colaboración y entendimiento de todos los partidos políticos. Pero, como intuyo, mejor dicho, como sé, los hombres y las mujeres que se dedican a la res pública solo buscan su bienestar, perpetuar sus privilegios, prolongar sus prebendas. El pueblo siempre será una excusa electoral, por tanto, demagógica. La gente es boba. Y si alguien da síntomas de pensar más de la media habitual, se le silencia, se le tilda de loco y se le encierra en un rincón para que reflexione solo. Zamora, una ciudad y una provincia, resignada a su suerte, con una juventud que baila, que no sueña; una población envejecida que recibe pensiones miserables y una población rural desasistida por los responsables de la Sanidad Pública, ahora, en verano, cuando regresan los hijos del exilio laboral a sus pueblos, donde hay más almas en pena que cuerpos con vida. Nuestra provincia, en breve, será espíritu puro. ¡Dios mío! Y esto lo firma un ateo.

 

 

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