La boda de Luis Santamaría del Río

El cura de mi pueblo, Muelas del Pan (Zamora), Luis Santamaría del Río, acaba de anunciar a sus feligreses desde el altar mayor de la iglesia parroquial: “Esta será mi última misa, porque me he enamorado y me caso en septiembre”.

La noticia la leo en el periódico local, entre sorprendida y alegre, porque Luis se merece la felicidad allá donde esté y en cualquier circunstancia. Imagino cómo se quedaría la feligresía que en esos momentos se encontraba en la iglesia. Y apuesto que, como yo misma, aunque pierda a un gran cura párroco, se alegrará infinitamente por él.

Luis es un sacerdote joven, un sacerdote íntegro, que vivía su sacerdocio con vocación y honestidad. Era un cura amigo de todo el mundo, abierto, sensato, buen orador, gran pensador y filósofo. Bastante conocido por ser uno de los mayores expertos en sectas. Se le ha visto con frecuencia en el programa “Cuarto Milenio”. Ha escrito varios libros y su cultura es amplia y cosmopolita.

Recuerdo en cierta ocasión, puesto que escribo desde Zamora, que otro zamorano inteligente y relevante, José Luis González Vallvé -fue alto funcionario de la Comunidad Europea y consejero de la Junta de Castilla y León-, en el transcurso de una conferencia para hablar de Europa, precisamente, decía que alguien que es buen hijo, buen hermano, buen padre, buen esposo, buen amigo y buen ciudadano, ese, será un buen político. Mucha razón tenía José Luis al hablar así.

Pues algo así se podría decir del excura de mi pueblo. Luis ha sido un excelente sacerdote y, a buen seguro, que buen hijo y vecino. Del resto damos fe quienes lo conocemos y lo escuchamos con atención cuando nos encontramos con él por la calle o tomando una caña en el chiringuito de la playa de Ricobayo o cuando, sentados en un banco de la iglesia, oímos sus homilías. Siempre, en sus discursos o en las conversaciones de calle, nos transmitía su bondad, su amistad, su honestidad, su sabiduría y su saber estar. Siempre se aprendía algo de Luis, aun sin que él lo pretendiera. La expresión de sus ojos, de su mirada franca, de su semblante risueño nos decía la clase de persona que es.

Hoy, comunica que va a cambiar de vida, que se ha enamorado y se va casar.

Seguro que será un excelente marido.

¡Enhorabuena, Luis!