PATRIMONIO
Guarido, las murallas y un segundo plan de restauración del casco histórico
Eugenio-Jesús de Ávila
Francisco Guarido, nuestro caro alcalde, siente muy satisfecho con lo que se escribe por ahí, aunque con paupérrima sintaxis e ignorancia de la metáfora, sobre la muralla y su libertad. Cada cual tiene un concepto del periodismo y de la gramática. Bien. Sin duda, el regidor no fue quien inició el ataque frontal sobre los edificios que escondían el pretérito defensivo de la ciudad del Romancero, pero sí el político que más protagonismo ha concedido a traer desde el pasado para colocar en el futuro nuestra historia.
Un servidor también –perdóneseme mi vanidad- también fue, es y será el máximo defensor de la restauración del patrimonio de Zamora en la prensa local y provincial. Rosa Valdeón, con ironía, como narré en otros artículos, me concedía ese privilegio: ser el periodista zamorano que mayor partido sacó al románico, lienzos de muralla, modernismo y eclecticismo. Y así lo privilegié por mi amor a la historia y por pasión a mi ciudad, además, como un bien turístico de indudable personalidad.
El sector del turismo mueve mucho dinero en España, es su gran industria. En esta tierra la transformación de nuestras riquísimas materias primas en nuestro territorio y el turismo deben ser, forzosamente, los ejes fundamentales sobre los que se asiente el desarrollo económico y el punto de inflexión demográfico.
Quiero pensar que el gobierno absoluto de IU durante este mandato en la Casa de las Panaderas logrará liberar todos los recintos amurallados que aún quedan por descubrir. Ahora bien, desde ya, el Ayuntamiento tiene que empezar a pedir y exigir al Ministerio de Cultura un plan de inversiones que alcance la utopía tras olvidarse de la ucronía. La muralla de Zamora sí se conocerá en toda España y será admirada.
De momento, mientras Pedro Sánchez juega con unos y otros, como un galán de telenovela colombiana, el equipo de Guarido debe ir preparando un proyecto documentado, histórica, arquitectónica y culturalmente, para presentar al ministro de la cosa, una vez que se constituye el ejecutivo de la nación. No se puede esperar más tiempo al cachondeo político nacional.
Y, si es menester, como hay “harina” en la Casa de las Panaderas, ir pensando en sustituir tanta piedra en las rúas y plazas del casco antiguo, entre otras en la de Viriato, por granito de Sayago; acabar con los solares abandonados, caldo de cultivo para ratas, ratones, insectos, mala hierba, matorrales e inmundicias. Se necesita otro nuevo proyecto de mejoras urbanísticas y estéticas desde la Plaza Mayor hasta la Catedral, más de una década después, de que se ejecutara el de Antonio Vázquez. Conseguiríamos embellecer la zona más visitada por los turistas y por la población indígena. Zamora es un lienzo sin pintar. Guarido, que es una excelente dibujante, ya puede iniciar su obra maestra.
Y una última cuestión: espero que el Ministerio de Fomento abone al Ayuntamiento de Zamora el gasto en la restauración de aceras de Cardenal Cisneros. Los zamoranos no tenemos por qué pagar lo que corresponde al gobierno de la nación, después de más de tres décadas de pasotismo, tanto del PSOE como del PP.
Francisco Guarido, nuestro caro alcalde, siente muy satisfecho con lo que se escribe por ahí, aunque con paupérrima sintaxis e ignorancia de la metáfora, sobre la muralla y su libertad. Cada cual tiene un concepto del periodismo y de la gramática. Bien. Sin duda, el regidor no fue quien inició el ataque frontal sobre los edificios que escondían el pretérito defensivo de la ciudad del Romancero, pero sí el político que más protagonismo ha concedido a traer desde el pasado para colocar en el futuro nuestra historia.
Un servidor también –perdóneseme mi vanidad- también fue, es y será el máximo defensor de la restauración del patrimonio de Zamora en la prensa local y provincial. Rosa Valdeón, con ironía, como narré en otros artículos, me concedía ese privilegio: ser el periodista zamorano que mayor partido sacó al románico, lienzos de muralla, modernismo y eclecticismo. Y así lo privilegié por mi amor a la historia y por pasión a mi ciudad, además, como un bien turístico de indudable personalidad.
El sector del turismo mueve mucho dinero en España, es su gran industria. En esta tierra la transformación de nuestras riquísimas materias primas en nuestro territorio y el turismo deben ser, forzosamente, los ejes fundamentales sobre los que se asiente el desarrollo económico y el punto de inflexión demográfico.
Quiero pensar que el gobierno absoluto de IU durante este mandato en la Casa de las Panaderas logrará liberar todos los recintos amurallados que aún quedan por descubrir. Ahora bien, desde ya, el Ayuntamiento tiene que empezar a pedir y exigir al Ministerio de Cultura un plan de inversiones que alcance la utopía tras olvidarse de la ucronía. La muralla de Zamora sí se conocerá en toda España y será admirada.
De momento, mientras Pedro Sánchez juega con unos y otros, como un galán de telenovela colombiana, el equipo de Guarido debe ir preparando un proyecto documentado, histórica, arquitectónica y culturalmente, para presentar al ministro de la cosa, una vez que se constituye el ejecutivo de la nación. No se puede esperar más tiempo al cachondeo político nacional.
Y, si es menester, como hay “harina” en la Casa de las Panaderas, ir pensando en sustituir tanta piedra en las rúas y plazas del casco antiguo, entre otras en la de Viriato, por granito de Sayago; acabar con los solares abandonados, caldo de cultivo para ratas, ratones, insectos, mala hierba, matorrales e inmundicias. Se necesita otro nuevo proyecto de mejoras urbanísticas y estéticas desde la Plaza Mayor hasta la Catedral, más de una década después, de que se ejecutara el de Antonio Vázquez. Conseguiríamos embellecer la zona más visitada por los turistas y por la población indígena. Zamora es un lienzo sin pintar. Guarido, que es una excelente dibujante, ya puede iniciar su obra maestra.
Y una última cuestión: espero que el Ministerio de Fomento abone al Ayuntamiento de Zamora el gasto en la restauración de aceras de Cardenal Cisneros. Los zamoranos no tenemos por qué pagar lo que corresponde al gobierno de la nación, después de más de tres décadas de pasotismo, tanto del PSOE como del PP.






















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