ME QUEDA LA PALABRA
Zamora: Patrimonio y política
Eugenio-Jesús de Ávila
IU de Zamora es la quintaesencia de la austeridad, la sobriedad y la honradez política, con un toque de utopía en las camisetas y en el cerebro. Guarido, su líder, y también Miguel Ángel Viñas son los máximos representantes de estas virtudes. Con anterioridad a las gobernanzas de Izquierda Unida en la Casa de las Panaderas, también conocimos a otros regidores honradísimos que eran del PP, pero tan diferentes a los jefes populares que acabaron renunciando a esa militancia. De forma implícita, escribo que ser de izquierdas no representa la honradez y ser de derechas la corrupción. Empírico.
Cuando fui un joven izquierdista, en vida de Franco, convencido me hallaba de que la izquierda representaba la honradez máxima, y la diestra, el mal. El felipismo me derribo del caballo de la utopía, después los gobiernos de Chávez, Griñán y Susana en la Junta de Andalucía, con sus los famosos “eres”, enfatizaron mi reflexión sobre la izquierda y la derecha. Hay honrados y golfos por doquier. La ideología no imprime carácter.
Pero, además de ser honrados, sobrios, austeros, también hay proponer ideas para avanzar, progresar, transformar la sociedad. Zamora, además de materias primas excepcionales que ofrece su tierra, su provincia; también posee un patrimonio singular. Rosa Valdeón, la primera dama alcaldesa de la ciudad, dejó huella de su paso por la Casa de las Panaderas, con la restauración de una veintena de iglesias románicas. Francisco Guarido parece empeñado en liberar la muralla. En los cuatro años que quedan por delante, seguro que lo consigue. Pero deberá ser el gobierno de Pedro Sánchez, si, por fin, se forma, quién restaure ese maltrecho patrimonio defensivo de la Bien Cercada. Ahí, lo sé, va a estar el PSOE de Zamora, exigiendo lo que se prometió por parte de representantes del ejecutivo del actual presidente en funciones.
El PSOE de Zamora cuenta con dos personalidades que conocen, eruditas, laboriosas, entendidas, en nuestra historia y su herencia, políticos con los que todas las formaciones deberían contar, porque el patrimonio no es de izquierdas o de derechas, el patrimonio es del pueblo, el patrimonio define la sensibilidad de los ciudadanos. Me refiero a José Ignacio Martín Benito y a David Gago. Aquel, procurador en Cortes de Castilla y León, viene ejerciendo una labor inconmensurable en Valladolid, tantas veces obviada por el PP, y su compañero de partido, David Gago, que ya ha dado muestras de su amor por la cultura con mociones en los plenos municipales.
Martín Benito, ha tiempo, que intenta que el puente protogótico, románico, de Zamora, sea Bien de Interés Cultural, que, curiosamente, todavía no es tal, cuando, junto a la Seo, representa la imagen de nuestra ciudad por toda la nación. Ese viaducto medieval clama por una restauración absoluta, por un estudio arquitectónico de su estado actual, por la recuperación de las dos torres, que lo convertirían en el más hermoso de España. Nadie hace nada. El procurador lucha, solo ante el peligro, frente a la insensibilidad del PP y también ahora de Cs.
Gago ha iniciado su labor de oposición con la recuperación de las aceñas de Gijón. De momento, no ha encontrado la aquiescencia del regidor zamorano, quizá más interesado por otras cuestiones relacionadas también con el patrimonio, a las que prioriza, por delante de las viejas aceñas, que fueron propiedad de la familia Rubio, harineros zamoranos ejemplares, pero que ya, por mor de la ley, han pasado a ser públicas.
Como escribí al inicio de este artículo, el patrimonio no es derechas ni de izquierdas, ni mediopensionista. Pero los partidos políticos tienen que respetarlo, cuidarlo, restaurarlo si es menester. Guarido puede ser todo lo austero, sobrio y sencillo en el ejercicio de la política. Pero ha llegado la hora de lanzarse al abordaje del patrimonio monumental de la vieja ciudad del Romancero. ¿Cómo? Una segunda urbanización de las rúas y plazuelas del casco histórico, sustituyendo las agudas piedras, torturas para el paseante, más si es femenino y gusta de zapatos con tacones, por granito de Sayago. Abordar el problema de los solares. Hablar con la Iglesia para hacer accesible la Torre de la Catedral. Exigir al Ministerio de Fomento el 1,5% Cultural para restaurar el viaducto medieval. Y, si fuera posible, con calma, pero no olvidarlo, efectuar excavaciones en los jardines del Castillo. Seguro que esconden vestigios del pasado de indudable interés.
Se me olvidaba. Retomar una de sus ideas capitales sobre patrimonio cuando era concejal de la oposición: crear un mirador desde lo que fue Mesón del Duero hasta el final de las Peñas de Santa Marta, idea frustrada por un fallo judicial que dio la razón a las monjitas. Negóciese con ellas. Todo es posible.
IU de Zamora es la quintaesencia de la austeridad, la sobriedad y la honradez política, con un toque de utopía en las camisetas y en el cerebro. Guarido, su líder, y también Miguel Ángel Viñas son los máximos representantes de estas virtudes. Con anterioridad a las gobernanzas de Izquierda Unida en la Casa de las Panaderas, también conocimos a otros regidores honradísimos que eran del PP, pero tan diferentes a los jefes populares que acabaron renunciando a esa militancia. De forma implícita, escribo que ser de izquierdas no representa la honradez y ser de derechas la corrupción. Empírico.
Cuando fui un joven izquierdista, en vida de Franco, convencido me hallaba de que la izquierda representaba la honradez máxima, y la diestra, el mal. El felipismo me derribo del caballo de la utopía, después los gobiernos de Chávez, Griñán y Susana en la Junta de Andalucía, con sus los famosos “eres”, enfatizaron mi reflexión sobre la izquierda y la derecha. Hay honrados y golfos por doquier. La ideología no imprime carácter.
Pero, además de ser honrados, sobrios, austeros, también hay proponer ideas para avanzar, progresar, transformar la sociedad. Zamora, además de materias primas excepcionales que ofrece su tierra, su provincia; también posee un patrimonio singular. Rosa Valdeón, la primera dama alcaldesa de la ciudad, dejó huella de su paso por la Casa de las Panaderas, con la restauración de una veintena de iglesias románicas. Francisco Guarido parece empeñado en liberar la muralla. En los cuatro años que quedan por delante, seguro que lo consigue. Pero deberá ser el gobierno de Pedro Sánchez, si, por fin, se forma, quién restaure ese maltrecho patrimonio defensivo de la Bien Cercada. Ahí, lo sé, va a estar el PSOE de Zamora, exigiendo lo que se prometió por parte de representantes del ejecutivo del actual presidente en funciones.
El PSOE de Zamora cuenta con dos personalidades que conocen, eruditas, laboriosas, entendidas, en nuestra historia y su herencia, políticos con los que todas las formaciones deberían contar, porque el patrimonio no es de izquierdas o de derechas, el patrimonio es del pueblo, el patrimonio define la sensibilidad de los ciudadanos. Me refiero a José Ignacio Martín Benito y a David Gago. Aquel, procurador en Cortes de Castilla y León, viene ejerciendo una labor inconmensurable en Valladolid, tantas veces obviada por el PP, y su compañero de partido, David Gago, que ya ha dado muestras de su amor por la cultura con mociones en los plenos municipales.
Martín Benito, ha tiempo, que intenta que el puente protogótico, románico, de Zamora, sea Bien de Interés Cultural, que, curiosamente, todavía no es tal, cuando, junto a la Seo, representa la imagen de nuestra ciudad por toda la nación. Ese viaducto medieval clama por una restauración absoluta, por un estudio arquitectónico de su estado actual, por la recuperación de las dos torres, que lo convertirían en el más hermoso de España. Nadie hace nada. El procurador lucha, solo ante el peligro, frente a la insensibilidad del PP y también ahora de Cs.
Gago ha iniciado su labor de oposición con la recuperación de las aceñas de Gijón. De momento, no ha encontrado la aquiescencia del regidor zamorano, quizá más interesado por otras cuestiones relacionadas también con el patrimonio, a las que prioriza, por delante de las viejas aceñas, que fueron propiedad de la familia Rubio, harineros zamoranos ejemplares, pero que ya, por mor de la ley, han pasado a ser públicas.
Como escribí al inicio de este artículo, el patrimonio no es derechas ni de izquierdas, ni mediopensionista. Pero los partidos políticos tienen que respetarlo, cuidarlo, restaurarlo si es menester. Guarido puede ser todo lo austero, sobrio y sencillo en el ejercicio de la política. Pero ha llegado la hora de lanzarse al abordaje del patrimonio monumental de la vieja ciudad del Romancero. ¿Cómo? Una segunda urbanización de las rúas y plazuelas del casco histórico, sustituyendo las agudas piedras, torturas para el paseante, más si es femenino y gusta de zapatos con tacones, por granito de Sayago. Abordar el problema de los solares. Hablar con la Iglesia para hacer accesible la Torre de la Catedral. Exigir al Ministerio de Fomento el 1,5% Cultural para restaurar el viaducto medieval. Y, si fuera posible, con calma, pero no olvidarlo, efectuar excavaciones en los jardines del Castillo. Seguro que esconden vestigios del pasado de indudable interés.
Se me olvidaba. Retomar una de sus ideas capitales sobre patrimonio cuando era concejal de la oposición: crear un mirador desde lo que fue Mesón del Duero hasta el final de las Peñas de Santa Marta, idea frustrada por un fallo judicial que dio la razón a las monjitas. Negóciese con ellas. Todo es posible.
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