Construir cerca del Duero
Eugenio-Jesús de Ávila
Lo escribo: no me gusta que se construya al lado de la pista polideportiva de La Aldehuela, la que se encuentra a cien o doscientos metros del Puente de los Tres Árboles. El Duero debería ser respetado por el cemento, por el falso progreso, por la progresía política. Cierto que ese espacio, el de tierra, clama un hermoso jardín, continuidad de los que se hallan más cerca de la margen derecha del río, a la altura de del Merendero; como también deberían ajardinarse, dotarse de arbolado, los solares no edificables de Vista Alegre, si bien me temo que sean terrenos privados, de la constructora. La entrada a Zamora desde Toro resulta así un bosque de viviendas, muchas abandonadas.
Me temo que, en su día, cuando gobernaba el PP de Vázquez el Ayuntamiento, en el momento que se construyeron jardines en La Aldehuela, con sus árboles y paseos, se convino entre la Casa de las Panaderas y los propietarios de aquellos terrenos un intercambio: tú me das esos espacios y yo, Ayuntamiento te regalo terrenos edificables arriba, junto al nuevo viaducto. Y, por lo tanto, ahora, Guarido se ve obligado a conceder licencias para edificar. Y punto.
Ahora bien, si los terrenos de GAZA, en los que ahora se ubica la empresa láctea, no son edificables, según la Confederación Hidrográfica del Duero, al ser inundables, no me explico cómo los de esa zona cercana al viaducto sí poseen tal permiso. Cosas veredes.
Mi ciudad, la de todos nosotros, fue destruida por el urbanismo insensible que contagió a toda España para construir edificios de numerosos plantas en el centro. Zamora padeció, pues, esa vorágine de edificios: avenida de las Tres Cruces, la actual Príncipe de Asturias, alrededores de La Marina, frente al que fue cine Barrueco, viviendas populares junto al Clínico; avenida Cantero Villamil, Las Viñas…Los promotores se forraron y nuestra urbe se deformó. Lo que se conoce por especulación. Pura y dura.
Una ciudad que tuvo su origen en la Alta Edad Media nunca debió permitir que hubiera casas de más de cuatro plantas. Jamás crecer en altura, siempre en horizontal. Políticos y constructores caminaron de la mano. Todos contentos. La estética de Zamora apenas importó a nadie. El pueblo cayó y, en muchos casos, compró.
Atravesamos un mal momento económico para que los promotores zamoranos se lancen a construir en una zona como la de La Aldehuela o Pallas, por fijar su ubicación; pero esos terrenos quedan amenazados para siempre por su potencial constructivo. Ya se permitió levantarlos de la otra parte del viaducto, justo donde tiene su sede la televisión regional, propiedad, por cierto, de dos grandes promotores de Castilla y León. C’est la vie.
Lo escribo: no me gusta que se construya al lado de la pista polideportiva de La Aldehuela, la que se encuentra a cien o doscientos metros del Puente de los Tres Árboles. El Duero debería ser respetado por el cemento, por el falso progreso, por la progresía política. Cierto que ese espacio, el de tierra, clama un hermoso jardín, continuidad de los que se hallan más cerca de la margen derecha del río, a la altura de del Merendero; como también deberían ajardinarse, dotarse de arbolado, los solares no edificables de Vista Alegre, si bien me temo que sean terrenos privados, de la constructora. La entrada a Zamora desde Toro resulta así un bosque de viviendas, muchas abandonadas.
Me temo que, en su día, cuando gobernaba el PP de Vázquez el Ayuntamiento, en el momento que se construyeron jardines en La Aldehuela, con sus árboles y paseos, se convino entre la Casa de las Panaderas y los propietarios de aquellos terrenos un intercambio: tú me das esos espacios y yo, Ayuntamiento te regalo terrenos edificables arriba, junto al nuevo viaducto. Y, por lo tanto, ahora, Guarido se ve obligado a conceder licencias para edificar. Y punto.
Ahora bien, si los terrenos de GAZA, en los que ahora se ubica la empresa láctea, no son edificables, según la Confederación Hidrográfica del Duero, al ser inundables, no me explico cómo los de esa zona cercana al viaducto sí poseen tal permiso. Cosas veredes.
Mi ciudad, la de todos nosotros, fue destruida por el urbanismo insensible que contagió a toda España para construir edificios de numerosos plantas en el centro. Zamora padeció, pues, esa vorágine de edificios: avenida de las Tres Cruces, la actual Príncipe de Asturias, alrededores de La Marina, frente al que fue cine Barrueco, viviendas populares junto al Clínico; avenida Cantero Villamil, Las Viñas…Los promotores se forraron y nuestra urbe se deformó. Lo que se conoce por especulación. Pura y dura.
Una ciudad que tuvo su origen en la Alta Edad Media nunca debió permitir que hubiera casas de más de cuatro plantas. Jamás crecer en altura, siempre en horizontal. Políticos y constructores caminaron de la mano. Todos contentos. La estética de Zamora apenas importó a nadie. El pueblo cayó y, en muchos casos, compró.
Atravesamos un mal momento económico para que los promotores zamoranos se lancen a construir en una zona como la de La Aldehuela o Pallas, por fijar su ubicación; pero esos terrenos quedan amenazados para siempre por su potencial constructivo. Ya se permitió levantarlos de la otra parte del viaducto, justo donde tiene su sede la televisión regional, propiedad, por cierto, de dos grandes promotores de Castilla y León. C’est la vie.





















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