Miércoles, 08 de Octubre de 2025

Eugenio de Ávila
Sábado, 24 de Agosto de 2019
ME QUEDA LA PALABRA

Zamora: un problema de mentalidad

La decadencia económica y la crisis demográfica de la ciudad y la provincia se fundamentan en una mentalidad reaccionaria y ultraconservadora generalizada tanto entre el pueblo como en la prensa local

[Img #29150]Eugenio-Jesús de Ávila

 

Zamora quizá  haya cambiado su fisonomía desde que nos dieron la democracia. Edificios que la afean, que le restaron personalidad; casco viejo, muy mejorable, que necesita una segunda reforma, con la sustitución de los cantos por granito de Sayago, con lo que se contribuiría a potenciar a nuestras empresas privadas y materias primas; restauración de la totalidad de la muralla medieval, reconstrucción de las torres del puente medieval y otros cuantos detalles. Pero, además de esa transformación que exijo, hay otra Zamora decimonónica, incluso barroca, o, como diría un marxiano, que todavía vive en el Modo de Producción Medieval, que necesita una transformación mental, una forma distinta de pensar, menos pusilánime, por lo tanto, más valiente; menos crédula, donde la razón se imponga a la fe.  Lo que impide cambiar nuestra ciudad y provincia se debe a esa forma de regirse de acuerdo a un conservadurismo antropológico, vinculado a una cobardía endémica y una actitud menesterosa ante el poder.

Pero, como se sabe desde que Marx, que se equivocó en muchas de sus predicciones sociológicas, nos contó aquello de la infraestructura y las superestructuras, a un pueblo retrasado económicamente le corresponde una mentalidad antigua, retrógrada, reaccionaria.

Un gran hombre y excelente poeta, Valdo Santos, me recomendó, ha tiempo, ecuador de los ochenta, una tarde nocturna, en una cafetería que ya no existe, que me fuera de Zamora, de mi ciudad del alma, que aquí no se podía destacar en nada, distinguirse por físico, talento, elegancia, inteligencia; que, para progresar y mantenerse en la superficie de esta sociedad había que ser vulgar, mediocre, más los correspondientes añadidos de cobista, pelota, reptil.

Así es la prensa local. La de ahora, más que nunca dependiente del dinero público, y la de antes. Los zamoranos tienen, en general, los medios de comunicación que se merecen, que actúan como pastores del poder político y empresarial. Ahora toca bailar el agua a Guarido, y antes a Rosa Valdeón, a la que trataron como a una cualquiera cuando su incidente de tráfico; y a Vázquez. Martínez-Maíllo y Martín Pozo gozaron de toda la simpatía mediática, porque pagaban bien. Y, desde principio de julio de 2019, Requejo, que es empresario y político inteligente, observará como los que antes lo obviaron, ahora lo loarán.

La prensa debería ser, por ética y estética, la que contribuyese a cambiar la mentalidad prehistórica de los zamoranos. De acuerdo. Pero aquí, en esta ciudad sin tiempo, ciudad pretérito, los medios de comunicación poseen los mismos esquemas mentales que la gente: cobardía, pelota, insensibilidad, hipocresía, envidia… De ahí que resulte casi utópico que Zamora se transforme, que los zamoranos experimenten una metamorfosis mental, necesaria, esencial, pertinente, para que ciudad y provincia salgan de su retraso económico y detengan su camino hacia el abismo del desierto demográfico.

Como me aconsejó el inolvidable poeta de Tierra de Campos: “¡Eugenio, vete de aquí, porque en Zamora no se puede ser diferente, ni pensar por tu cuenta!”.  Estuve dos años en TVE. Regresé. Me queda poco para volverme a ir. Esta vez para siempre. Y bien que lo siento. Mi cerebro no aguanta a tanta gente normal en la política, en la prensa, en la calle. Yo no lo soy.

 

 

 

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