AZAYCA
“El dolor, vencido por la alegría, con la ayuda de la palabra"
Jornadas organizadas por AZAYCA, en el salón de actos de la Biblioteca Pública del Estado
¡Qué magnífico Salón de Actos posee la encomiable Biblioteca Pública de Zamora! Además abre sus puertas para tantos actos y causas se le presentan; cede sus butacas a todo el que quiera experimentar “sensaciones”, y conocer “saberes” de tantos eruditos, sean locales como foráneos.
Pues bien, este jueves fui testigo privilegiado de uno de estos momentos que, en este caso, fue múltiple. Me explico: la recientemente nacida asociación, AZAYCA, que encamina y gasta su esfuerzo en ayudar a los enfermos (y sus familiares) de cáncer, pero haciéndolo de “otras maneras”, como ejemplo: estas jornadas, cuyo título ya transmite tranquilidad: “Palabras en favor de la alegría".
Para esta iniciativa, se ha invitado a varias personas para que aporten ese "gramo de alegría” que tanto necesitan estas personas… que tanto necesitamos todos. Doy fe de que los dos ponentes de ayer lo consiguieron: los enfermos, los familiares y el resto de asistentes fuimos y nos sentimos felices.
Al comienzo, sin palabra de por medio, y al final, sin otro adiós, Miguel, tan buen músico, como joven de edad, nos deleitó, animó, asombró en sus ejecuciones ante el piano. Nos transmitió la felicidad desde la música. Debemos seguir y volver a hablar de este zamorano, puesto que su carrera, ante el piano, ante la guitarra, está asegurada.
El otro invitado fue el escritor, también zamorano, Tomás Sánchez Santiago. Sin ambages: él nos hizo felices desde la palabra… suya y, sobre todo, de grandes escritores de todos los tiempos y nacionalidades. Hizo un repaso, tan exhaustivo, como encantador de las distintas formas de buscar en la palabra la forma de “transmitir”…en este caso, de “hacer feliz”. Y Tomás ayer lo consiguió. Sería pretencioso por mi parte querer, aquí y ahora, transmitir con mis palabras cómo consiguió, con las suyas, hacernos felices a todos los que allí estábamos. Tan solo citaré el dicho que él se permite cuestionar: “Vale más una imagen que mil palabras”. Este escritor defiende que, en muchos casos, mil imágenes no llegan a transmitir lo que una palabra… cuando el que la busca, la encuentra. Él las encontró y transmitió ayer. ¡Enhorabuena, una vez más!
Hablaba al comienzo de “un momento múltiple” el que disfruté ayer. Y lo fue, también, or haberme (habernos), permitido reencontrarnos en este acto “tan bonito, como esperanzador”, a cuatro compañeros que lo fuimos durante todo el bachillerato… hace más de 50 años: Tomás, Justo, Hierro y el que firma. Tras aquellos años en el colegio; después de tantos recorridos compartidos con Tomás al salir de clase… puesto que nuestras casas estaban en la misma dirección… con Ricardo, Bécares, Vidal… Tras haber olvidado (casi) todos los malos momentos, que necesariamente debimos de pasar, pero permaneciendo en nuestras mentes, en “nuestro curriculum”, todos los demás, desde luego buenos y entrañables. Y ver “a uno de nosotros” subido en la tarima del acto… a tres escuchándolo… nos hizo, digo, felices.
Me permitió reencontrarme con “mi pasado” y me ayudará, seguro, a afrontar mi “nuevo futuro”.
¡Qué magnífico Salón de Actos posee la encomiable Biblioteca Pública de Zamora! Además abre sus puertas para tantos actos y causas se le presentan; cede sus butacas a todo el que quiera experimentar “sensaciones”, y conocer “saberes” de tantos eruditos, sean locales como foráneos.
Pues bien, este jueves fui testigo privilegiado de uno de estos momentos que, en este caso, fue múltiple. Me explico: la recientemente nacida asociación, AZAYCA, que encamina y gasta su esfuerzo en ayudar a los enfermos (y sus familiares) de cáncer, pero haciéndolo de “otras maneras”, como ejemplo: estas jornadas, cuyo título ya transmite tranquilidad: “Palabras en favor de la alegría".
Para esta iniciativa, se ha invitado a varias personas para que aporten ese "gramo de alegría” que tanto necesitan estas personas… que tanto necesitamos todos. Doy fe de que los dos ponentes de ayer lo consiguieron: los enfermos, los familiares y el resto de asistentes fuimos y nos sentimos felices.
Al comienzo, sin palabra de por medio, y al final, sin otro adiós, Miguel, tan buen músico, como joven de edad, nos deleitó, animó, asombró en sus ejecuciones ante el piano. Nos transmitió la felicidad desde la música. Debemos seguir y volver a hablar de este zamorano, puesto que su carrera, ante el piano, ante la guitarra, está asegurada.
El otro invitado fue el escritor, también zamorano, Tomás Sánchez Santiago. Sin ambages: él nos hizo felices desde la palabra… suya y, sobre todo, de grandes escritores de todos los tiempos y nacionalidades. Hizo un repaso, tan exhaustivo, como encantador de las distintas formas de buscar en la palabra la forma de “transmitir”…en este caso, de “hacer feliz”. Y Tomás ayer lo consiguió. Sería pretencioso por mi parte querer, aquí y ahora, transmitir con mis palabras cómo consiguió, con las suyas, hacernos felices a todos los que allí estábamos. Tan solo citaré el dicho que él se permite cuestionar: “Vale más una imagen que mil palabras”. Este escritor defiende que, en muchos casos, mil imágenes no llegan a transmitir lo que una palabra… cuando el que la busca, la encuentra. Él las encontró y transmitió ayer. ¡Enhorabuena, una vez más!
Hablaba al comienzo de “un momento múltiple” el que disfruté ayer. Y lo fue, también, or haberme (habernos), permitido reencontrarnos en este acto “tan bonito, como esperanzador”, a cuatro compañeros que lo fuimos durante todo el bachillerato… hace más de 50 años: Tomás, Justo, Hierro y el que firma. Tras aquellos años en el colegio; después de tantos recorridos compartidos con Tomás al salir de clase… puesto que nuestras casas estaban en la misma dirección… con Ricardo, Bécares, Vidal… Tras haber olvidado (casi) todos los malos momentos, que necesariamente debimos de pasar, pero permaneciendo en nuestras mentes, en “nuestro curriculum”, todos los demás, desde luego buenos y entrañables. Y ver “a uno de nosotros” subido en la tarima del acto… a tres escuchándolo… nos hizo, digo, felices.
Me permitió reencontrarme con “mi pasado” y me ayudará, seguro, a afrontar mi “nuevo futuro”.























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