SAN ESTEBAN
El maestro regresa a su sala talismán: Espacio 36
San Esteban exhibe su magisterio pictórico en esta nueva exposición
El genio de Carrascal volvió a Espacio 36, donde su director, Ángel Almeida, sabe cuidarlo con sensibilidad y talento. Don Enrique ha elegido para la ocasión formatos, en general, más reducidos, pero geniales, con protagonismos característicos: la vida rural y sus circunstancias, no sé si tristes o alegre, melancolía, lágrimas por una forma de vida periclitada.
No acusa la paleta cromática de San Esteban que vivamos en una época de redes sociales, donde se haya perdido conceptos éticos, valores como a amistad, la lealtad, la fidelidad. Se diría que el maestro zamorano pinta sus cuadros desde la década de los 50 de la pasada centuria. Sus óleos son de otro tiempo. Los contemplamos como si viajáramos el pretérito.
Sus bodegones, en pequeño formato, pertenecen al barroco. Magistrales. Nos devuelven a la España del Imperio, al oficio de pintor, a una época decadente. Estas pinturas huelen a historia.
Don Enrique también nos presenta obras sin marco, para que cada cual escoja el marco que desee colocar a una de sus pinturas. Consigue también que el precio de cada obra sea más asequible, porque también la gente normal tiene derecho a colgar un “sanesteban” en el salón de su casa.
Esta exposición de San Esteban me ha hecho reflexionar sobre nuestra provincia, su pretérito y su actualidad. Zamora siempre fue agrícola y ganadera. La entrada en Europa hirió de muerte al sector primario. Apenas quedan ya agricultores en nuestras tierras. Se cerraron miles de establos. Los jóvenes abandonaron su tierra por la ciudad. Nostalgia de una época, retratada por un maestro de la pintura, melancolía de don Enrique.
Fotografías: Enrique Onís
El genio de Carrascal volvió a Espacio 36, donde su director, Ángel Almeida, sabe cuidarlo con sensibilidad y talento. Don Enrique ha elegido para la ocasión formatos, en general, más reducidos, pero geniales, con protagonismos característicos: la vida rural y sus circunstancias, no sé si tristes o alegre, melancolía, lágrimas por una forma de vida periclitada.
No acusa la paleta cromática de San Esteban que vivamos en una época de redes sociales, donde se haya perdido conceptos éticos, valores como a amistad, la lealtad, la fidelidad. Se diría que el maestro zamorano pinta sus cuadros desde la década de los 50 de la pasada centuria. Sus óleos son de otro tiempo. Los contemplamos como si viajáramos el pretérito.
Sus bodegones, en pequeño formato, pertenecen al barroco. Magistrales. Nos devuelven a la España del Imperio, al oficio de pintor, a una época decadente. Estas pinturas huelen a historia.
Don Enrique también nos presenta obras sin marco, para que cada cual escoja el marco que desee colocar a una de sus pinturas. Consigue también que el precio de cada obra sea más asequible, porque también la gente normal tiene derecho a colgar un “sanesteban” en el salón de su casa.
Esta exposición de San Esteban me ha hecho reflexionar sobre nuestra provincia, su pretérito y su actualidad. Zamora siempre fue agrícola y ganadera. La entrada en Europa hirió de muerte al sector primario. Apenas quedan ya agricultores en nuestras tierras. Se cerraron miles de establos. Los jóvenes abandonaron su tierra por la ciudad. Nostalgia de una época, retratada por un maestro de la pintura, melancolía de don Enrique.
Fotografías: Enrique Onís


















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