SIN PELOS EN LA LENGUA
Hacer de Zamora una ciudad bonita
Guarido, después de suturar la herida económica municipal, debería dedicarse a embellecer nuestra ciudad
![[Img #31493]](http://eldiadezamora.es/upload/images/11_2019/9381_plaza-marina.jpg)
Me he concedido permiso a mí mismo para olvidarme de las negociaciones sobre el Frente Popular burgués, acechado por los secesionismos varios y el terrorismo de ETA, para escribir sobre nuestra ciudad, Zamora, pues hoy se ha presentado el Presupuesto General para el año que viene, el 2020. Ya hemos dado información sobre las cuentas. Enfatizar, de nuevo, en la gestión económica de Izquierda Unida, que contó con la gran ayuda de Calzada, concejal del PSOE, por cierto, tan mal tratado por su partido. Lógico, por supuesto, que un partido que se define de izquierdas, incida, cargue las tintas y las ayudas sobre los más débiles. También lo que se llama derecha –recuerdo a Rosa Valdeón- gustaba de ese reparto entre los zamoranos más depauperados.
Pues voy a dedicar este artículo a Zamora y sus circunstancias. Espero no extenderme demasiado, porque, cuando me pongo a escribir, me olvido de mí mismo, incluso de los dedos que juegan con el teclado del ordenador.
Quizá sea monotemático, pero insisto, reitero, me pongo cargante: hay que embellecer Zamora, hacerla más bonita, atractiva para el zamorano y para el turista que viene a conocer el románico, el modernismo y el eclecticismo, que de todo contiene nuestra ciudad. ¿Cómo? Sencillo. El casco antiguo necesita, cuanto antes, otro Plan Director. Las piedras de las calles que conducen a la Catedral torturan al caminante desde la mismísima plaza de Viriato, que debería sufrir ya un cambio estético. Muy bonitos los árboles, pero los adoquines y los cantos castigan las extremidades inferiores. Y, si se pudiera, construir una fuente acorde a ese marco excepcional.
Sobre los solares abandonados, casas que amenazan ruinas y rúas de esa zona de la ciudad, ya he escrito mucho. El Ayuntamiento ya sabe lo que tiene qué hacer para acabar con la plaga de solares y esos edificios en casi ruinas, con balcones amenazantes, que, además de peligrosos, ofrecen una imagen de extraordinaria dejadez a quienes vienen a Zamora.
El parque del Castillo merece un conjunto de fuentes que le den vida, frescura, alegría. Consúltese a técnicos y artistas en esta materia. Soy un obseso de las fontanas, porque, convencido estoy, son como el carmín y el colorete, el rímel y las pinturas para los ojos en cualquier ciudad.
La plaza de la Constitución, un auténtico secarral, casi intransitable por esa manía de colocar cantos entre las baldosas de granito, clama por una reforma de su superficie. Jardín, fuente y estatua. No exijo que me bajen la luna para que se quede a iluminar, de manera perpetua, la iglesia de Santiago del Burgo. No, solo que ese magnífico templo cuente con la compañía de una plaza coqueta, hermosa, que epate. Punto.
También pide la plaza de Sagasta un cambio, una reforma estética. Me dicen que se instalará ahí la escultura de Adán, de Eduardo Barrón, pero si se coloca tal cual perderá gracia. Debería alzarse sobre un pilar, rodeada de un jardín y agua. Ese espacio urbano, que contiene edificios tan emblemáticos, merece un diseño casi lírico, poético.
Y voy ahora a otra fuente, que un servidor reclamó años ha. Se construyó, pero no se adornó como es menester. A su alrededor piedras de colorines, con un envoltorio burdo, sin gusto. Los chorros apuntan cada cual para un lado. Demasiado grande. Una fuente fea. Transfórmese.
Santa Clara, nuestra principal arteria comercial, solo tiene árboles en la plaza de Castilla y León. ¿Por qué no se embellece con más árboles? No encuentro razón para que solo haya cemento a derecha e izquierda. A San Torcuato le sucede algo parecido.
Otra plaza, preciosa, siempre que algunos de sus edificios se restauraran, la de San Gil o Maestro Haedo, tendría que mostrar los restos del templo, que solo se han señalado. No me explico por qué se oculta el pasado más noble de la ciudad. Y, ¡cómo no! ese ágora necesita también agua, una fuente.
Y, por último, que ya me estoy alargando: La Marina tiene que reformarse. Hay demasiado cemento y metales, mientras los árboles se agolpan en la derecha, dirección avenida de Requejo. La fuente, que tanto dinero se ha comido, parece como castigada ahí, donde se ubicó.
Para otro artículo, escribiré sobre la Plaza Mayor más fea de España, la nuestra; la restauración de las torres del puente protogótico y las murallas. Espero que el dúo socialcomunista, cuando gobierne, apruebe una inversión importante para enderezar, solidificar y restaura el recinto amurallado de la Bien Cercada, y nos regala ese 1,5% cultural para inversiones en el viaducto y el Mercado de Abastos.
Si queremos que el sector turístico sea una de los motores principales de la ciudad, hay que contribuir con ideas, inversiones y actos culturales a su potenciación
A Francisco Guarido, un alcalde al que le encanta el patrimonio monumental, le requiero para que embellezca y potencie nuestra historia y convierte su ciudad, la mía y la de todos en mucho más bonita. Reto de este segundo mandato, después de ajustar las cuentas municipales y suturar las heridas por donde se iba la sangre económica de los zamoranos.
Eugenio-Jesús de Ávila
Me he concedido permiso a mí mismo para olvidarme de las negociaciones sobre el Frente Popular burgués, acechado por los secesionismos varios y el terrorismo de ETA, para escribir sobre nuestra ciudad, Zamora, pues hoy se ha presentado el Presupuesto General para el año que viene, el 2020. Ya hemos dado información sobre las cuentas. Enfatizar, de nuevo, en la gestión económica de Izquierda Unida, que contó con la gran ayuda de Calzada, concejal del PSOE, por cierto, tan mal tratado por su partido. Lógico, por supuesto, que un partido que se define de izquierdas, incida, cargue las tintas y las ayudas sobre los más débiles. También lo que se llama derecha –recuerdo a Rosa Valdeón- gustaba de ese reparto entre los zamoranos más depauperados.
Pues voy a dedicar este artículo a Zamora y sus circunstancias. Espero no extenderme demasiado, porque, cuando me pongo a escribir, me olvido de mí mismo, incluso de los dedos que juegan con el teclado del ordenador.
Quizá sea monotemático, pero insisto, reitero, me pongo cargante: hay que embellecer Zamora, hacerla más bonita, atractiva para el zamorano y para el turista que viene a conocer el románico, el modernismo y el eclecticismo, que de todo contiene nuestra ciudad. ¿Cómo? Sencillo. El casco antiguo necesita, cuanto antes, otro Plan Director. Las piedras de las calles que conducen a la Catedral torturan al caminante desde la mismísima plaza de Viriato, que debería sufrir ya un cambio estético. Muy bonitos los árboles, pero los adoquines y los cantos castigan las extremidades inferiores. Y, si se pudiera, construir una fuente acorde a ese marco excepcional.
Sobre los solares abandonados, casas que amenazan ruinas y rúas de esa zona de la ciudad, ya he escrito mucho. El Ayuntamiento ya sabe lo que tiene qué hacer para acabar con la plaga de solares y esos edificios en casi ruinas, con balcones amenazantes, que, además de peligrosos, ofrecen una imagen de extraordinaria dejadez a quienes vienen a Zamora.
El parque del Castillo merece un conjunto de fuentes que le den vida, frescura, alegría. Consúltese a técnicos y artistas en esta materia. Soy un obseso de las fontanas, porque, convencido estoy, son como el carmín y el colorete, el rímel y las pinturas para los ojos en cualquier ciudad.
La plaza de la Constitución, un auténtico secarral, casi intransitable por esa manía de colocar cantos entre las baldosas de granito, clama por una reforma de su superficie. Jardín, fuente y estatua. No exijo que me bajen la luna para que se quede a iluminar, de manera perpetua, la iglesia de Santiago del Burgo. No, solo que ese magnífico templo cuente con la compañía de una plaza coqueta, hermosa, que epate. Punto.
También pide la plaza de Sagasta un cambio, una reforma estética. Me dicen que se instalará ahí la escultura de Adán, de Eduardo Barrón, pero si se coloca tal cual perderá gracia. Debería alzarse sobre un pilar, rodeada de un jardín y agua. Ese espacio urbano, que contiene edificios tan emblemáticos, merece un diseño casi lírico, poético.
Y voy ahora a otra fuente, que un servidor reclamó años ha. Se construyó, pero no se adornó como es menester. A su alrededor piedras de colorines, con un envoltorio burdo, sin gusto. Los chorros apuntan cada cual para un lado. Demasiado grande. Una fuente fea. Transfórmese.
Santa Clara, nuestra principal arteria comercial, solo tiene árboles en la plaza de Castilla y León. ¿Por qué no se embellece con más árboles? No encuentro razón para que solo haya cemento a derecha e izquierda. A San Torcuato le sucede algo parecido.
Otra plaza, preciosa, siempre que algunos de sus edificios se restauraran, la de San Gil o Maestro Haedo, tendría que mostrar los restos del templo, que solo se han señalado. No me explico por qué se oculta el pasado más noble de la ciudad. Y, ¡cómo no! ese ágora necesita también agua, una fuente.
Y, por último, que ya me estoy alargando: La Marina tiene que reformarse. Hay demasiado cemento y metales, mientras los árboles se agolpan en la derecha, dirección avenida de Requejo. La fuente, que tanto dinero se ha comido, parece como castigada ahí, donde se ubicó.
Para otro artículo, escribiré sobre la Plaza Mayor más fea de España, la nuestra; la restauración de las torres del puente protogótico y las murallas. Espero que el dúo socialcomunista, cuando gobierne, apruebe una inversión importante para enderezar, solidificar y restaura el recinto amurallado de la Bien Cercada, y nos regala ese 1,5% cultural para inversiones en el viaducto y el Mercado de Abastos.
Si queremos que el sector turístico sea una de los motores principales de la ciudad, hay que contribuir con ideas, inversiones y actos culturales a su potenciación
A Francisco Guarido, un alcalde al que le encanta el patrimonio monumental, le requiero para que embellezca y potencie nuestra historia y convierte su ciudad, la mía y la de todos en mucho más bonita. Reto de este segundo mandato, después de ajustar las cuentas municipales y suturar las heridas por donde se iba la sangre económica de los zamoranos.
Eugenio-Jesús de Ávila
Gonzalo Julián | Viernes, 15 de Noviembre de 2019 a las 00:08:03 horas
"HACER MÁS BONITA ZAMORA": Te honra, Eugenio, tú propuesta. Pero tengo que opinar, ( con el mayor de los deseos de estar equivocado ), que "hoy" es imposible.
Si en la política nacional, es imposible "hacer nada nuevo", "hacer las cosas de otra forma"...con estos/nuestros políticos: La mayoría "llevan toda la vida ahí", que no entre nosotros. La minoría que ha llegado bastante después...ya semejan, con sus actitudes y modos, llevar, también, "toda la vida".
De semejante modo, ocurre con nuestros políticos locales DE SIEMPRE. Son incapaces de "imaginar una Zamora bonita".
Los técnicos municipales tampoco. Los arquitectos zamoranos "de siempre" (que todos conocemos), tampoco.
No hace falta que diga porqué.
Con políticos y técnicos "nuevos", sean jóvenes o mayores, con "ganas", con espíritu, con imaginación, con creatividad.... Con ellos, SI ES POSIBLE HACER Y CONSEGUIR UNA CIUDAD BONITA.
Estos políticos y profesionales, Zamora los tiene... pero ¿Dónde están?.
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