POLÍTICA
Un problema de gobierno, no de investidura
La situación resultante de la repetición electoral no ha cambiado nada y estamos igual que en julio
Corren malos tiempos, no para la lírica, sino para la política de Estado, esa que hace funcionar un país y pone los recursos al servicio de los ciudadanos. La situación resultante de la repetición electoral no ha cambiado nada y estamos igual que en julio. Lo único que hemos perdido es un tiempo precioso, pero, no obstante, volvemos a ponernos en la rampa de lanzamiento de una legislatura difícil, pero posible, en un Congreso con más partidos que nunca, un PP en alza, una ultraderecha desatada y un C’s tocado y casi hundido, por la tozudez de un Rivera equivocado.
Con semejante panorama, la bendición es que se haya despejado tan rápidamente la incógnita de un acuerdo Sánchez-Iglesias. Una propuesta que aprobarán sus respectivas bases, pero que se me antoja insuficiente y que, aunque es probable que se consiga la investidura de Sánchez, aún con 10 escaños menos, será complicado que, con estas mimbres, pueda construirse el cesto de una gobernabilidad eficiente del país, que es de lo que se trata.
Una legislatura, de iniciarse, complicada por el exceso de actores necesarios para obtener una mayoría suficiente y, aún más, si pretenden que se descarten, de entrada, los imprescindibles apoyos nacionalistas, los mismos que años atrás dieron estabilidad a gobiernos del PP y PSOE. Un “mantra” con el que bombardea la derecha y que va calando en la gente, creyéndose lo que le cuentan sin reflexión alguna. Hasta, para colmo, se muestran en contra, irracionalmente, viejas glorias socialistas, hoy impresentables “vacas sagradas”, desde la comodidad de sus “doradas puertas giratorias”.
Me asombra el poco sentido democrático que se muestra por unos y otros. Cualquier escaño del Congreso, así como los votos que han sentado a quien sea en él, son tan legítimos y constitucionales como cualquier otro. Por tanto, no ha de plantearse ningún problema en recibir apoyo de cualquier fuerza política, se llame BNG, PNV o Esquerra, o incluso VOX, gracias a cuyo apoyo gobierna el PP en varias Comunidades. Quieren, porque les interesa, identificar apoyo con concesiones y tergiversar así la argumentación, pero no tienen razón. Si estas se dieran fuera de la ley, serían rechazables, así como criticables las hechas a minorías, si resultan injustas o discriminatorias para con otras zonas sin representación local específica. Pero lo que no se podrá negar nunca es la legitimidad de cualquier grupo parlamentario, apoye, o no, la gobernabilidad.
Sánchez hace bien en buscar apoys entre aquellos grupos que puedan dárselo y debería tener un voto de confianza en cuanto a los acuerdos a los que llegue. En este sentido, y con los que ya se dan por hechos, parece que la pelota acabará en el tejado de ERC que tendrá la llave para abrir la legislatura o repetir bloqueo. En julio, Rufián y su grupo lo tenían claro, a ver si ahora, sin ceder a las presiones de un JxCat desbocado, ratifica su apoyo indispensable, ayudan a empezar a andar y, calmada la situación en Cataluña, se puedan poner las bases para una solución dialogada. ¿Con quién cree Esquerra que va a tener más posibilidades de diálogo: con un gobierno progresista o con un PP-VOX que acabe gobernando, de seguir repitiéndose elecciones? Aunque su torticera pregunta a las bases... no augura final feliz.
El Gobierno progresista, si se constituye, surgirá del voto libre de todos los ciudadanos y será el gobierno, tanto de los votantes de los dos partidos que lo formen, PSOE-UP, y de los que hayan apoyado, como de los de las fuerzas políticas que se hayan opuesto, les guste más o menos, aunque ya se sabe que PP y VOX, darán la lata y pondrán todos los palos que puedan en las ruedas de la legislatura, como empiezan a anunciar. De momento, ya han puesto en marcha su destructiva maquinaria. Apelan a la Constitución y desgastan el término por reiteración. Se autoproclaman sus únicos defensores, pero solo parecen admitir y nombrar artículos represores. Hacen del texto constitucional, más que nunca, su “Biblia”, pero ni parecen conocerla ni les interesa desarrollarla en sus aspectos sociales, clara reminiscencia de aquella Alianza Popular, predecesora del PP, que nunca aprobó la Carta Magna e, incluso, alguno de sus diputados votó en su contra.
La Derecha se rasga las vestiduras y menosprecia un futuro Gobierno de izquierdas, calificándolo de Frankenstein, mientras ellos rigen importantes Comunidades, en unión del tripartito de Colón, blanqueando los votos de VOX y gobernando gracias a esta fuerza rancia y retrógrada. Descalifican, incendiando medios y redes, los apoyos de UP y nacionalistas, cuando ambos pueden darles mil lecciones de democracia.
Lo dicho, no se trata ya solo de la investidura, sino de avanzar hacia la gobernabilidad de este país y, para conseguirlo y terminar, por fin, una legislatura completa, en contra de lo que viene ocurriendo últimamente, bienvenido sea cualquier apoyo. Solo así, el Gobierno progresista que se forme podrá sacar adelante presupuestos y leyes que palíen la “masacre” laboral y social Rajoy, además de meterse y avanzar en otros terrenos, también imprescindibles.
Marino Carazo Martín
Corren malos tiempos, no para la lírica, sino para la política de Estado, esa que hace funcionar un país y pone los recursos al servicio de los ciudadanos. La situación resultante de la repetición electoral no ha cambiado nada y estamos igual que en julio. Lo único que hemos perdido es un tiempo precioso, pero, no obstante, volvemos a ponernos en la rampa de lanzamiento de una legislatura difícil, pero posible, en un Congreso con más partidos que nunca, un PP en alza, una ultraderecha desatada y un C’s tocado y casi hundido, por la tozudez de un Rivera equivocado.
Con semejante panorama, la bendición es que se haya despejado tan rápidamente la incógnita de un acuerdo Sánchez-Iglesias. Una propuesta que aprobarán sus respectivas bases, pero que se me antoja insuficiente y que, aunque es probable que se consiga la investidura de Sánchez, aún con 10 escaños menos, será complicado que, con estas mimbres, pueda construirse el cesto de una gobernabilidad eficiente del país, que es de lo que se trata.
Una legislatura, de iniciarse, complicada por el exceso de actores necesarios para obtener una mayoría suficiente y, aún más, si pretenden que se descarten, de entrada, los imprescindibles apoyos nacionalistas, los mismos que años atrás dieron estabilidad a gobiernos del PP y PSOE. Un “mantra” con el que bombardea la derecha y que va calando en la gente, creyéndose lo que le cuentan sin reflexión alguna. Hasta, para colmo, se muestran en contra, irracionalmente, viejas glorias socialistas, hoy impresentables “vacas sagradas”, desde la comodidad de sus “doradas puertas giratorias”.
Me asombra el poco sentido democrático que se muestra por unos y otros. Cualquier escaño del Congreso, así como los votos que han sentado a quien sea en él, son tan legítimos y constitucionales como cualquier otro. Por tanto, no ha de plantearse ningún problema en recibir apoyo de cualquier fuerza política, se llame BNG, PNV o Esquerra, o incluso VOX, gracias a cuyo apoyo gobierna el PP en varias Comunidades. Quieren, porque les interesa, identificar apoyo con concesiones y tergiversar así la argumentación, pero no tienen razón. Si estas se dieran fuera de la ley, serían rechazables, así como criticables las hechas a minorías, si resultan injustas o discriminatorias para con otras zonas sin representación local específica. Pero lo que no se podrá negar nunca es la legitimidad de cualquier grupo parlamentario, apoye, o no, la gobernabilidad.
Sánchez hace bien en buscar apoys entre aquellos grupos que puedan dárselo y debería tener un voto de confianza en cuanto a los acuerdos a los que llegue. En este sentido, y con los que ya se dan por hechos, parece que la pelota acabará en el tejado de ERC que tendrá la llave para abrir la legislatura o repetir bloqueo. En julio, Rufián y su grupo lo tenían claro, a ver si ahora, sin ceder a las presiones de un JxCat desbocado, ratifica su apoyo indispensable, ayudan a empezar a andar y, calmada la situación en Cataluña, se puedan poner las bases para una solución dialogada. ¿Con quién cree Esquerra que va a tener más posibilidades de diálogo: con un gobierno progresista o con un PP-VOX que acabe gobernando, de seguir repitiéndose elecciones? Aunque su torticera pregunta a las bases... no augura final feliz.
El Gobierno progresista, si se constituye, surgirá del voto libre de todos los ciudadanos y será el gobierno, tanto de los votantes de los dos partidos que lo formen, PSOE-UP, y de los que hayan apoyado, como de los de las fuerzas políticas que se hayan opuesto, les guste más o menos, aunque ya se sabe que PP y VOX, darán la lata y pondrán todos los palos que puedan en las ruedas de la legislatura, como empiezan a anunciar. De momento, ya han puesto en marcha su destructiva maquinaria. Apelan a la Constitución y desgastan el término por reiteración. Se autoproclaman sus únicos defensores, pero solo parecen admitir y nombrar artículos represores. Hacen del texto constitucional, más que nunca, su “Biblia”, pero ni parecen conocerla ni les interesa desarrollarla en sus aspectos sociales, clara reminiscencia de aquella Alianza Popular, predecesora del PP, que nunca aprobó la Carta Magna e, incluso, alguno de sus diputados votó en su contra.
La Derecha se rasga las vestiduras y menosprecia un futuro Gobierno de izquierdas, calificándolo de Frankenstein, mientras ellos rigen importantes Comunidades, en unión del tripartito de Colón, blanqueando los votos de VOX y gobernando gracias a esta fuerza rancia y retrógrada. Descalifican, incendiando medios y redes, los apoyos de UP y nacionalistas, cuando ambos pueden darles mil lecciones de democracia.
Lo dicho, no se trata ya solo de la investidura, sino de avanzar hacia la gobernabilidad de este país y, para conseguirlo y terminar, por fin, una legislatura completa, en contra de lo que viene ocurriendo últimamente, bienvenido sea cualquier apoyo. Solo así, el Gobierno progresista que se forme podrá sacar adelante presupuestos y leyes que palíen la “masacre” laboral y social Rajoy, además de meterse y avanzar en otros terrenos, también imprescindibles.
Marino Carazo Martín




















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