ENTREVISTA
"Lo mejor que he hecho es ayudar a los niños saharauis, ellos me dan una lección de vida"
Entrevista con Ángel García, tras regresar con el grupo de zamoranos que han viajado a los campamentos de Tinduf
Ángel García González es un toresano comprometido desde hace años con la causa del pueblo saharaui. Por este motivo es voluntario en Toro de la Asociación Zamora con el Sáhara y hace nueve años que decidió acoger a un niño saharaui. Explica García que lo decidió porque ya conocía anteriormente el proyecto y porque acompañaba a una familia toresana a todos los actos que se organizaban a favor del Sáhara, y eso le hizo plantearse que también él podía acoger a un niño saharaui. Ahora se encuentra en este proyecto con tres niños saharauis, uno de ellos, Salek, en el programa Madrasa, por lo que estudia en Toro durante el año, y los otros dos, Aziz y Mohamed, en el programa Vacaciones en Paz. Además, García anuncia que durante su estancia, hace pocos días, en los campamentos de refugiados, tomó la decisión de traer también a Aziz a estudiar durante todo el año, puesto que es una oportunidad que el niño ya venía pidiendo desde hace tiempo. "Es verdad que allí no tiene ningún futuro, llevan más de cuarenta años en el olvido y ninguno ha conocido otra cosa que no sea un campo de refugiados", resalta García, lo que le ha llevado a ofrecerle esta oportunidad que allí no puede tener de formarse y labrarse un futuro fuera de la hamada argelina. De hecho, añade que ya ha iniciado los trámites para que pueda estudiar a Toro. Se trata de "un sacrificio grande por parte de nuestra familia el tener dos niños estudiando en Toro y con mucha responsabilidad, pero hay que dejarlo todo en manos de Dios y que sea Dios el que nos ayude para poder seguir con estos proyectos".
- ¿Cuántos años lleva viajando al Sáhara?
- Seis veces he ido y siempre he estado muy a gusto y muy feliz con las tres familias de acogida, porque los tres niños son primos, sus madres son hermanas, bueno, eran hermanas, porque la madre de Salek falleció.
- ¿Por qué decide viajar la primera vez y por qué decide repetir?
- Decidí ir porque tenía muchas ganas de conocer a la familia. Había acogido a un niño, y había oído y había visto cosas, pero no había vivido en primera persona un campo de refugiados, y le prometí al niño, a Salek, que ese mismo año iba a ir a visitarle, a conocer a su familia y a conocer cómo viven en el Sáhara. Cuando llegué allí me encontré las condiciones de vida y me dije: "¡Dios mío! dónde estoy y cómo está esto...", y comprendí que la labor que estoy haciendo es magnífica, así que voy a seguir luchando por ayudar al pueblo saharaui. La verdad es que la primera vez me preguntaba sobre qué familia me tocaría allí, sobre qué me encontraría y sobre cómo me tratarían, pero la verdad es que ellos, aunque no tienen nada, lo poquito que tienen lo comparten, son tan felices, pese a no tener nada... Y Salek luego me confesó que él también se preguntaba lo mismo la primera vez que vino a España con siete añitos y sin hablar nada de español. Pero luego vio que encontró una familia que le quería, que le acogió y que le ha dado una oportunidad en su vida, y está muy contento. Una vez allí, su familia me dijo que si el niño quería, les gustaría que pudiera estudiar en España, y la verdad es que no lo dudé en ningún momento, y tanto yo como mi familia dijimos que sí, que por supuesto, y su familia está encantada con que el niño esté aquí, aunque le echa mucho de menos. No obstante, cuando Salek está aquí estamos comunicados con su familia prácticamente todos los días gracias al whatsapp y a internet. La verdad es que puedo decir que tengo la suerte de que son tres familias encantadoras, y yo voy a los campos de refugiados como si estuviera en mi casa, pues su hospitalidad y su cariño son tan grandes que siempre intentan que me encuentre a gusto. Y es que en hospitalidad nos dan veinte mil vueltas a nosotros, y sin tener nada...
- ¿Las personas que acogen a los niños saharauis cuentan con algún tipo de ayuda?
- No, no, ayudas, ninguna, ni para el programa Madrasa ni para el de Vacaciones en Paz. La Asociación Zamora con el Sáhara paga a los niños los billetes de los viajes, pero las malas lenguas piensan que, por ejemplo, yo, cuando traigo a dos niños en verano, es mucho todo lo que me estarán dando, pero la verdad es que no me dan nada. La Asociación nos trae a los niños a Zamora, gracias a Dios, pero lo demás, todos los gastos, corre por nuestra cuenta, y con el proyecto Madrasa, igual, los estudios y todo, libros, médicos, atenciones... corre por cuenta de nuestra familia, como sucede con el resto de familias que acogen a niños saharauis. Es como si fuera un hijo más en nuestra casa, y lo mismo pasa con los que vienen en verano. La Asociación ya hace bastante, que con las actividades que se realizan durante todo el año paga los billetes para poder traer a estos niños, pero todo lo demás corre a cuenta de las familias de acogida, es una aclaración muy buena que quiero hacer. Y quiero añadir que son los niños los que me dan mucho, mucha felicidad y mucho cariño, y es mucha satisfacción tenerlos, y me siento muy orgulloso de tenerlos; lo mejor que he podido hacer en mi vida es poder ayudarles, y ésa es la mayor satisfacción que me dan ellos, me dan muchas cosas, aprendo su cultura, aprendo cómo viven, con su pobreza, pero con qué felicidad viven, con qué conformismo, sin pedir nada extraordinario... Ellos sí que me dan a mí una lección de vida muy grande.
- Justo cuando se iba a comenzar el viaje se conoció la alerta, por parte del Ministerio de Exteriores, de riesgo por un posible ataque terrorista...
- Justo el día anterior, por la mañana nos llegó un whatsapp de una compañera que también iba a hacer el viaje en el que se decía que el Gobierno español estaba diciendo en los medios de comunicación que había una alerta por ataque terrorista. Pero todo esto ha supuesto una difusión grandísima, en la vida se ha hablado, yo creo, tanto del Sáhara como en esta semana que hemos estado en los campamentos, por lo cual me alegro mucho de que haya sacado esta noticia el Gobierno español, que nos avisaban de un atentado cuando sabíamos que eso era falso. En los campos de refugiados el Frente Polisario y las familias nos cuidan con una seguridad tremendísima desde que bajamos del avión, pero siempre, ahora no se han incrementado las medidas de seguridad, siempre son las mismas, desde que llegas al aeropuerto de Tinduf, que con el Frente Polisario salimos todos en un convoy a los diferentes campamentos, y todos los días va la alcaldesa de la daira a ver si las familias estamos en casa, pero eso lo han hecho siempre, no sólo este año. Yo al saber esto, y cuando la gente empezó a llamarme para preguntarme si me había pensado lo de ir, la verdad es que no lo dudé ni un momento porque sabía que era una mentira, es un conflicto político en el que está inmerso el Gobierno de España con el de Marruecos, un complot, hay intereses pesqueros y unos días antes había estado en España un ministro del Gobierno marroquí, y justo al día siguiente, cuando saben que las familias, que este año hemos ido seis de la provincia de Zamora, viajamos en el puente de diciembre, sacan que va a haber un atentado. Es una cosa ridícula. La verdad es que miedo, ninguno, ni lo he tenido nunca ni lo tengo. Este año he ido totalmente tranquilo porque sabía que era mentira, que es un complot entre ambos gobiernos para que no ayudemos al pueblo saharaui. Pero los que vamos al Sáhara, precisamente por lo que luchamos es, día a día, por conseguir que algún día les llegue la autodeterminación, que puedan elegir y que puedan volver a su tierra, es el sueño que ellos tienen todos los días.
- ¿Cómo es el viaje que se hace?
- El viaje es muy duro. El Sáhara, el campamento de refugiados argelino, está apenas pasado Canarias, por lo que tendría que ser un viaje corto, pero, claro, si vas en un vuelo chárter duraría tres horas y media o cuatro, pero como vamos en un vuelo regular Madrid-Argel, allí hay que hacer una escala de doce horas, esperando allí, que es lo que más largo se te hace, a que salga el avión. Llegas a mediodía a Argel y tienes que estar hasta las dos de la madrugada esperando para salir a Tinduf, que luego hay otras dos horas y media de otro vuelo. Y al llegar a Tinduf hay que esperar a que se organice todo el convoy, con las personas en diferentes departamentos para ir a los diferentes campos, y todo con una seguridad, como ya he dicho, muy grande. El viaje es muy cansado, muy cansado, pero llegas con tantas ganas de ver a los niños y de ver a sus familias, que haces todo por ello, pero la verdad es que es una paliza de viaje. Y cuando volvemos aquí venimos con un sentimiento, con una pena muy grande porque dejas el corazón allí partido, yo dejo a mis niños en unas condiciones malas, en un campo de refugiados, en las que les hace falta tanta ayuda y tanto de todo... No es justo, este mundo está muy mal repartido, un mundo en el que los ricos tengan tanto, tanto, y haya pobres que estén pasando unas necesidades muy grandes o tengan que vivir en un campo de refugiados en una tierra que ni es suya, que es cedida por Argelia, que les ha cedido lo más inhóspito del desierto argelino para que puedan vivir.
- ¿Cómo pasa los días allí?
- La verdad es que allí los días se pasan bien porque te metes en la vida diaria de la familia, y si van a echar a las cabras, vas con ellos a las cabras, te lleva la familia a que veas un día las dunas, el desierto, el hospital, que no se explica uno cómo puede haber gente ingresada, falta de todo, es que no hay nada, carecen de lo más elemental, de medicamentos y de todo, ver el hospital es desolador. Otro día vas a visitar a la familia, a los abuelos, a los tíos, a los primos, vamos a las tiendas a comprar, a la escuela donde estudian los niños, otro día sales a dar un paseo por allí, y este año nos daban las gracias los comerciantes y los vecinos por ir, que dicen que ellos no son terroristas, que tratan a la gente con toda la hospitalidad y toda la amabilidad, así que nos daban las gracias por no haber hecho caso del comunicado del Gobierno y haber ido. Cuando estás allí, ellos te hacen los honores de matar la cabra, que yo me niego siempre a que se mate una cabra porque les digo que les hace más falta a ellos, pero para ellos es como si les hicieras un desprecio, aunque mi familia entiende que no se la deje matar desde el primer año, y tampoco se la dejo matar ahora, prefiero que la tengan ellos.
- Seguramente a lo largo de los días hará unas cuantas compras, aparte de la comida que lleva desde aquí...
- Claro. Aparte de que desde aquí les llevo todo lo que puedo, con el peso a tope, allí vamos a la tienda todos los días a comprar lo más necesario, la leche, el pollo, la fruta... La vida allí es muy cara, así que pueden comprar aquéllos que puedan disponer de algo de dinero, que tengan familiares en España que les puedan mandar dinero, porque allí, por ejemplo, el sueldo de un médico o de un maestro es de 50 euros cada tres meses. Allí la moneda es el dinar, pero la vida de allí es carísima, la fruta y todo en las tiendas lo compran igual que aquí en España, e incluso más cara la fruta, y las familias eso no lo pueden soportar, las que no pueden disponer de esos medios. Por eso cuando vienen los niños en el verano dicen: "sí, sí, si allí tenemos de todo, pero el problema es que no hay dinero para poder comprar". Así que estos días hemos comido fruta, hemos hecho algunas excepciones y con los niños y sus familias hemos podido tener algún caprichito más de la cuenta, que ellos normalmente y a diario no lo pueden hacer.
- ¿Anima a los toresanos a colaborar con la Asociación Zamora con el Sáhara?
- Quiero hacer un llamamiento a la población porque tenemos abierta la caravana de alimentos, en la que se puede donar durante todas las Navidades, hasta el día 6 de enero. Para toda la gente que quiera colaborar en Toro, se encuentra aquí en la Floristería La Toresana, y se trata de donar alimentos no perecederos y productos de higiene. Y también quiero hacer un llamamiento a la solidaridad toresana para que los vecinos de Toro se animen a acoger a algún niño este verano dentro del programa Vacaciones en Paz. Que Zamora siga siendo la provincia que mayor número de niños acoge en el verano, aunque este año a Toro sólo hayan venido una niña y dos niños.
Ángel García González es un toresano comprometido desde hace años con la causa del pueblo saharaui. Por este motivo es voluntario en Toro de la Asociación Zamora con el Sáhara y hace nueve años que decidió acoger a un niño saharaui. Explica García que lo decidió porque ya conocía anteriormente el proyecto y porque acompañaba a una familia toresana a todos los actos que se organizaban a favor del Sáhara, y eso le hizo plantearse que también él podía acoger a un niño saharaui. Ahora se encuentra en este proyecto con tres niños saharauis, uno de ellos, Salek, en el programa Madrasa, por lo que estudia en Toro durante el año, y los otros dos, Aziz y Mohamed, en el programa Vacaciones en Paz. Además, García anuncia que durante su estancia, hace pocos días, en los campamentos de refugiados, tomó la decisión de traer también a Aziz a estudiar durante todo el año, puesto que es una oportunidad que el niño ya venía pidiendo desde hace tiempo. "Es verdad que allí no tiene ningún futuro, llevan más de cuarenta años en el olvido y ninguno ha conocido otra cosa que no sea un campo de refugiados", resalta García, lo que le ha llevado a ofrecerle esta oportunidad que allí no puede tener de formarse y labrarse un futuro fuera de la hamada argelina. De hecho, añade que ya ha iniciado los trámites para que pueda estudiar a Toro. Se trata de "un sacrificio grande por parte de nuestra familia el tener dos niños estudiando en Toro y con mucha responsabilidad, pero hay que dejarlo todo en manos de Dios y que sea Dios el que nos ayude para poder seguir con estos proyectos".
- ¿Cuántos años lleva viajando al Sáhara?
- Seis veces he ido y siempre he estado muy a gusto y muy feliz con las tres familias de acogida, porque los tres niños son primos, sus madres son hermanas, bueno, eran hermanas, porque la madre de Salek falleció.
- ¿Por qué decide viajar la primera vez y por qué decide repetir?
- Decidí ir porque tenía muchas ganas de conocer a la familia. Había acogido a un niño, y había oído y había visto cosas, pero no había vivido en primera persona un campo de refugiados, y le prometí al niño, a Salek, que ese mismo año iba a ir a visitarle, a conocer a su familia y a conocer cómo viven en el Sáhara. Cuando llegué allí me encontré las condiciones de vida y me dije: "¡Dios mío! dónde estoy y cómo está esto...", y comprendí que la labor que estoy haciendo es magnífica, así que voy a seguir luchando por ayudar al pueblo saharaui. La verdad es que la primera vez me preguntaba sobre qué familia me tocaría allí, sobre qué me encontraría y sobre cómo me tratarían, pero la verdad es que ellos, aunque no tienen nada, lo poquito que tienen lo comparten, son tan felices, pese a no tener nada... Y Salek luego me confesó que él también se preguntaba lo mismo la primera vez que vino a España con siete añitos y sin hablar nada de español. Pero luego vio que encontró una familia que le quería, que le acogió y que le ha dado una oportunidad en su vida, y está muy contento. Una vez allí, su familia me dijo que si el niño quería, les gustaría que pudiera estudiar en España, y la verdad es que no lo dudé en ningún momento, y tanto yo como mi familia dijimos que sí, que por supuesto, y su familia está encantada con que el niño esté aquí, aunque le echa mucho de menos. No obstante, cuando Salek está aquí estamos comunicados con su familia prácticamente todos los días gracias al whatsapp y a internet. La verdad es que puedo decir que tengo la suerte de que son tres familias encantadoras, y yo voy a los campos de refugiados como si estuviera en mi casa, pues su hospitalidad y su cariño son tan grandes que siempre intentan que me encuentre a gusto. Y es que en hospitalidad nos dan veinte mil vueltas a nosotros, y sin tener nada...
- ¿Las personas que acogen a los niños saharauis cuentan con algún tipo de ayuda?
- No, no, ayudas, ninguna, ni para el programa Madrasa ni para el de Vacaciones en Paz. La Asociación Zamora con el Sáhara paga a los niños los billetes de los viajes, pero las malas lenguas piensan que, por ejemplo, yo, cuando traigo a dos niños en verano, es mucho todo lo que me estarán dando, pero la verdad es que no me dan nada. La Asociación nos trae a los niños a Zamora, gracias a Dios, pero lo demás, todos los gastos, corre por nuestra cuenta, y con el proyecto Madrasa, igual, los estudios y todo, libros, médicos, atenciones... corre por cuenta de nuestra familia, como sucede con el resto de familias que acogen a niños saharauis. Es como si fuera un hijo más en nuestra casa, y lo mismo pasa con los que vienen en verano. La Asociación ya hace bastante, que con las actividades que se realizan durante todo el año paga los billetes para poder traer a estos niños, pero todo lo demás corre a cuenta de las familias de acogida, es una aclaración muy buena que quiero hacer. Y quiero añadir que son los niños los que me dan mucho, mucha felicidad y mucho cariño, y es mucha satisfacción tenerlos, y me siento muy orgulloso de tenerlos; lo mejor que he podido hacer en mi vida es poder ayudarles, y ésa es la mayor satisfacción que me dan ellos, me dan muchas cosas, aprendo su cultura, aprendo cómo viven, con su pobreza, pero con qué felicidad viven, con qué conformismo, sin pedir nada extraordinario... Ellos sí que me dan a mí una lección de vida muy grande.
- Justo cuando se iba a comenzar el viaje se conoció la alerta, por parte del Ministerio de Exteriores, de riesgo por un posible ataque terrorista...
- Justo el día anterior, por la mañana nos llegó un whatsapp de una compañera que también iba a hacer el viaje en el que se decía que el Gobierno español estaba diciendo en los medios de comunicación que había una alerta por ataque terrorista. Pero todo esto ha supuesto una difusión grandísima, en la vida se ha hablado, yo creo, tanto del Sáhara como en esta semana que hemos estado en los campamentos, por lo cual me alegro mucho de que haya sacado esta noticia el Gobierno español, que nos avisaban de un atentado cuando sabíamos que eso era falso. En los campos de refugiados el Frente Polisario y las familias nos cuidan con una seguridad tremendísima desde que bajamos del avión, pero siempre, ahora no se han incrementado las medidas de seguridad, siempre son las mismas, desde que llegas al aeropuerto de Tinduf, que con el Frente Polisario salimos todos en un convoy a los diferentes campamentos, y todos los días va la alcaldesa de la daira a ver si las familias estamos en casa, pero eso lo han hecho siempre, no sólo este año. Yo al saber esto, y cuando la gente empezó a llamarme para preguntarme si me había pensado lo de ir, la verdad es que no lo dudé ni un momento porque sabía que era una mentira, es un conflicto político en el que está inmerso el Gobierno de España con el de Marruecos, un complot, hay intereses pesqueros y unos días antes había estado en España un ministro del Gobierno marroquí, y justo al día siguiente, cuando saben que las familias, que este año hemos ido seis de la provincia de Zamora, viajamos en el puente de diciembre, sacan que va a haber un atentado. Es una cosa ridícula. La verdad es que miedo, ninguno, ni lo he tenido nunca ni lo tengo. Este año he ido totalmente tranquilo porque sabía que era mentira, que es un complot entre ambos gobiernos para que no ayudemos al pueblo saharaui. Pero los que vamos al Sáhara, precisamente por lo que luchamos es, día a día, por conseguir que algún día les llegue la autodeterminación, que puedan elegir y que puedan volver a su tierra, es el sueño que ellos tienen todos los días.
- ¿Cómo es el viaje que se hace?
- El viaje es muy duro. El Sáhara, el campamento de refugiados argelino, está apenas pasado Canarias, por lo que tendría que ser un viaje corto, pero, claro, si vas en un vuelo chárter duraría tres horas y media o cuatro, pero como vamos en un vuelo regular Madrid-Argel, allí hay que hacer una escala de doce horas, esperando allí, que es lo que más largo se te hace, a que salga el avión. Llegas a mediodía a Argel y tienes que estar hasta las dos de la madrugada esperando para salir a Tinduf, que luego hay otras dos horas y media de otro vuelo. Y al llegar a Tinduf hay que esperar a que se organice todo el convoy, con las personas en diferentes departamentos para ir a los diferentes campos, y todo con una seguridad, como ya he dicho, muy grande. El viaje es muy cansado, muy cansado, pero llegas con tantas ganas de ver a los niños y de ver a sus familias, que haces todo por ello, pero la verdad es que es una paliza de viaje. Y cuando volvemos aquí venimos con un sentimiento, con una pena muy grande porque dejas el corazón allí partido, yo dejo a mis niños en unas condiciones malas, en un campo de refugiados, en las que les hace falta tanta ayuda y tanto de todo... No es justo, este mundo está muy mal repartido, un mundo en el que los ricos tengan tanto, tanto, y haya pobres que estén pasando unas necesidades muy grandes o tengan que vivir en un campo de refugiados en una tierra que ni es suya, que es cedida por Argelia, que les ha cedido lo más inhóspito del desierto argelino para que puedan vivir.
- ¿Cómo pasa los días allí?
- La verdad es que allí los días se pasan bien porque te metes en la vida diaria de la familia, y si van a echar a las cabras, vas con ellos a las cabras, te lleva la familia a que veas un día las dunas, el desierto, el hospital, que no se explica uno cómo puede haber gente ingresada, falta de todo, es que no hay nada, carecen de lo más elemental, de medicamentos y de todo, ver el hospital es desolador. Otro día vas a visitar a la familia, a los abuelos, a los tíos, a los primos, vamos a las tiendas a comprar, a la escuela donde estudian los niños, otro día sales a dar un paseo por allí, y este año nos daban las gracias los comerciantes y los vecinos por ir, que dicen que ellos no son terroristas, que tratan a la gente con toda la hospitalidad y toda la amabilidad, así que nos daban las gracias por no haber hecho caso del comunicado del Gobierno y haber ido. Cuando estás allí, ellos te hacen los honores de matar la cabra, que yo me niego siempre a que se mate una cabra porque les digo que les hace más falta a ellos, pero para ellos es como si les hicieras un desprecio, aunque mi familia entiende que no se la deje matar desde el primer año, y tampoco se la dejo matar ahora, prefiero que la tengan ellos.
- Seguramente a lo largo de los días hará unas cuantas compras, aparte de la comida que lleva desde aquí...
- Claro. Aparte de que desde aquí les llevo todo lo que puedo, con el peso a tope, allí vamos a la tienda todos los días a comprar lo más necesario, la leche, el pollo, la fruta... La vida allí es muy cara, así que pueden comprar aquéllos que puedan disponer de algo de dinero, que tengan familiares en España que les puedan mandar dinero, porque allí, por ejemplo, el sueldo de un médico o de un maestro es de 50 euros cada tres meses. Allí la moneda es el dinar, pero la vida de allí es carísima, la fruta y todo en las tiendas lo compran igual que aquí en España, e incluso más cara la fruta, y las familias eso no lo pueden soportar, las que no pueden disponer de esos medios. Por eso cuando vienen los niños en el verano dicen: "sí, sí, si allí tenemos de todo, pero el problema es que no hay dinero para poder comprar". Así que estos días hemos comido fruta, hemos hecho algunas excepciones y con los niños y sus familias hemos podido tener algún caprichito más de la cuenta, que ellos normalmente y a diario no lo pueden hacer.
- ¿Anima a los toresanos a colaborar con la Asociación Zamora con el Sáhara?
- Quiero hacer un llamamiento a la población porque tenemos abierta la caravana de alimentos, en la que se puede donar durante todas las Navidades, hasta el día 6 de enero. Para toda la gente que quiera colaborar en Toro, se encuentra aquí en la Floristería La Toresana, y se trata de donar alimentos no perecederos y productos de higiene. Y también quiero hacer un llamamiento a la solidaridad toresana para que los vecinos de Toro se animen a acoger a algún niño este verano dentro del programa Vacaciones en Paz. Que Zamora siga siendo la provincia que mayor número de niños acoge en el verano, aunque este año a Toro sólo hayan venido una niña y dos niños.
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