NAVIDAD 2019
Navidad y política: paradigmas de la hipocresía
"Porque en este mundo ya no ha caridad, ni nunca la ha habido, ni nunca la habrá”
![[Img #32821]](http://eldiadezamora.es/upload/images/12_2019/6709_placido-1.jpg)
La Navidad se ha convertido en la exacerbación, en el paroxismo, de la hipocresía. Estas fiestas, tomadas, por el cristianismo, de tradiciones paganas relacionadas con el solsticio de invierno, dejan de serlo cuando se alcanza cierta madurez. Después, cuando nos falta alguien especial, un padre, unos abuelos, un amigo, como es mi caso, carece de sentido cualquier tipo de celebración.
Ahora bien, yo festejaré durante estos días que las dos principales instituciones zamoranas, Ayuntamiento de la capital y Diputación Provincial, y sus máximos representantes, Francisco Guarido y su tocayo Requejo, respectivamente, hayan unido esfuerzos en torno a Zamora10, para crear una marca que nos represente a todos y, además, trabajar unidos para alcanzar otros logros, como en el sector turístico, clave también para el futuro de nuestra tierra, un diamante en bruto sin pulir: arte, historia, paisajes, restauración excelente, vinos y viandas y materias primas excepcionales.
Cuando una provincia como la nuestra padece una crisis económica durísima y una deriva hacia el desierto demográfico galopante, debese a la inacción, secular, de los diferentes gobiernos de la nación y autonomía y a la felonía de los que dicen representarnos en Congreso, Senado y Cortes. Zamora necesita la unión política de los que rigen las instituciones locales. Siento pensar que Navidad y política son paradigmas de la hipocresía.
Tal concluía otra de las obras maestras de Berlanga, “Plácido”, con aquel amargo villancico: “…porque en este mundo ya no ha caridad, ni nunca la ha habido, ni nunca la habrá”, pongo fin a este artículo, mientras el Eolo y la lluvia rubrican una tarde gris de diciembre, antes del solsticio de invierno y de la Navidad.
La Navidad se ha convertido en la exacerbación, en el paroxismo, de la hipocresía. Estas fiestas, tomadas, por el cristianismo, de tradiciones paganas relacionadas con el solsticio de invierno, dejan de serlo cuando se alcanza cierta madurez. Después, cuando nos falta alguien especial, un padre, unos abuelos, un amigo, como es mi caso, carece de sentido cualquier tipo de celebración.
Ahora bien, yo festejaré durante estos días que las dos principales instituciones zamoranas, Ayuntamiento de la capital y Diputación Provincial, y sus máximos representantes, Francisco Guarido y su tocayo Requejo, respectivamente, hayan unido esfuerzos en torno a Zamora10, para crear una marca que nos represente a todos y, además, trabajar unidos para alcanzar otros logros, como en el sector turístico, clave también para el futuro de nuestra tierra, un diamante en bruto sin pulir: arte, historia, paisajes, restauración excelente, vinos y viandas y materias primas excepcionales.
Cuando una provincia como la nuestra padece una crisis económica durísima y una deriva hacia el desierto demográfico galopante, debese a la inacción, secular, de los diferentes gobiernos de la nación y autonomía y a la felonía de los que dicen representarnos en Congreso, Senado y Cortes. Zamora necesita la unión política de los que rigen las instituciones locales. Siento pensar que Navidad y política son paradigmas de la hipocresía.
Tal concluía otra de las obras maestras de Berlanga, “Plácido”, con aquel amargo villancico: “…porque en este mundo ya no ha caridad, ni nunca la ha habido, ni nunca la habrá”, pongo fin a este artículo, mientras el Eolo y la lluvia rubrican una tarde gris de diciembre, antes del solsticio de invierno y de la Navidad.
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