RES PÚBLICA
El futuro de la democracia española lo deciden amorales
Anoche, casi de madrugada, me dio por pensar, verbo que conjugo dos o tres veces al año, porque causa mucho daño y dolor. Y reflexioné sobre las negociaciones entre el PSOE, el partido que abrió la corrupción en nuestra democracia, de cartón piedra, cuando el felipismo, y ERC, formación fascista en origen –el fascismo es socialismo patrio, ni más ni menos-, golpista siempre, desde 1926, después el 6 de octubre de 1934, y hace un par de años también, y enemigo de la unidad de España. Estos dos partidos negocian el futuro de nuestra nación. Junqueras, desde la cárcel, quiere decidir quién presidirá el gobierno del Reino de España. ¡Qué locura! Y contemplan la escena, el PP, manchado de casos podredumbre, si bien es verdad que los populares procuran robar para sí mismos, contrariamente a los socialistas, que comparten el botín entre sus huestes.
También espera su suerte el PNV, un partido que se inventa un enfermo mental, más racista que Hitler, Himmler y las S.S., que diseña una bandera, copiando la británica, pero con otros colores, que ahora es la de una autonomía. Me explico: como si en la España de Franco la bandera hubiera sido la de la Falange. Surrealismo. Sugiero al lector que se acerque a Sabino Arana y su gran obra.
Y aguarda su momento Bildu, asesinos, hermanos, amigos de la ETA, la banda terrorista que mató durante el ocaso del franquismo y más en el periodo democrático, hasta que sus cerebros cayeron en la cuenta que ya no necesitaban poner bombas a discreción para salirse con la suya. Ahora viven como pequeños burgueses en su querida Guipuzcoa. Con esta tropa también ha pactado el PSOE en Navarra.
El futuro de España lo deciden estos amorales, malandrines y enemigos de esta democracia, imperfecta, injusta y de baja calidad; pero en potencia de ser transformada en un auténtico sistema de libertades, homologable al de otras naciones europeas. Pedro Sánchez sigue sin leer a don Manuel Azaña, Negrín y Besteiro y sus reflexiones sobre el nacionalismo catalán.
Un servidor intentaré dejar de pensar. No conduce a nada. Como descubrió Schopenhauer, “cuando más se piensa, más se sufre”. Solo sé que la clase política española disfruta jugando con los españoles.
Anoche, casi de madrugada, me dio por pensar, verbo que conjugo dos o tres veces al año, porque causa mucho daño y dolor. Y reflexioné sobre las negociaciones entre el PSOE, el partido que abrió la corrupción en nuestra democracia, de cartón piedra, cuando el felipismo, y ERC, formación fascista en origen –el fascismo es socialismo patrio, ni más ni menos-, golpista siempre, desde 1926, después el 6 de octubre de 1934, y hace un par de años también, y enemigo de la unidad de España. Estos dos partidos negocian el futuro de nuestra nación. Junqueras, desde la cárcel, quiere decidir quién presidirá el gobierno del Reino de España. ¡Qué locura! Y contemplan la escena, el PP, manchado de casos podredumbre, si bien es verdad que los populares procuran robar para sí mismos, contrariamente a los socialistas, que comparten el botín entre sus huestes.
También espera su suerte el PNV, un partido que se inventa un enfermo mental, más racista que Hitler, Himmler y las S.S., que diseña una bandera, copiando la británica, pero con otros colores, que ahora es la de una autonomía. Me explico: como si en la España de Franco la bandera hubiera sido la de la Falange. Surrealismo. Sugiero al lector que se acerque a Sabino Arana y su gran obra.
Y aguarda su momento Bildu, asesinos, hermanos, amigos de la ETA, la banda terrorista que mató durante el ocaso del franquismo y más en el periodo democrático, hasta que sus cerebros cayeron en la cuenta que ya no necesitaban poner bombas a discreción para salirse con la suya. Ahora viven como pequeños burgueses en su querida Guipuzcoa. Con esta tropa también ha pactado el PSOE en Navarra.
El futuro de España lo deciden estos amorales, malandrines y enemigos de esta democracia, imperfecta, injusta y de baja calidad; pero en potencia de ser transformada en un auténtico sistema de libertades, homologable al de otras naciones europeas. Pedro Sánchez sigue sin leer a don Manuel Azaña, Negrín y Besteiro y sus reflexiones sobre el nacionalismo catalán.
Un servidor intentaré dejar de pensar. No conduce a nada. Como descubrió Schopenhauer, “cuando más se piensa, más se sufre”. Solo sé que la clase política española disfruta jugando con los españoles.

















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