A CONTRALUZ
Zamora se disipa como el humo
Nuestra querida ciudad dista poco de acercarse a la unidad de cuidados paliativos, mira que me fastidia el tener que decirlo, siquiera pensarlo, pero es una triste realidad que ya no admite argumentación en contra. Es evidente el declive por desidia de esta urbe hermosa e histórica, amada y olvidada a un tiempo. Amada por sus habitantes, por los que transitan por sus arterias vacías, ahítas de negocios y comercios antes florecientes y ahora, cerrados a cal y canto, en una suerte de abandono institucional que me espanta. Los motivos del cierre pueden parecer obvios, falta de ventas, menosprecio al sector local y de calle con lo que conlleva de trato personal y la cada vez mayor tendencia a comprar los productos vía Internet. Este es uno de tantos motivos, pero hay muchos, muchos más, para haber llegado a una situación que se me antoja casi irremediable, irreparable.
¿Quiénes son los verdaderos responsables de que a Zamora le esté faltando el oxígeno vital? ¿Quiénes? ¿Qué clase de personas nos gobiernan que olvidan a una ciudad que es la cuna del Románico, visita obligada en la ruta del Modernismo y con una gastronomía tan interesante como desconocida? Dicen que este año ha sido bueno en las cifras de visitantes y turistas, hostelería y reservas en hoteles. Bien. Entonces es que, quizá, algunos zamoranos que tienen mano para hacer algo por esta tierra que nos duele porque la amamos, no están haciendo bien su trabajo y olvidaron de repente sus raíces o las cambiaron por otras más rentables, política y económicamente. Deplorable actitud, deprimente, denunciable, insoportable.
Ayer paseé por el centro de mi querida ciudad. Me invadió una congoja que rayaba por momentos entre la rabia y la desazón. No quiero ni pensar cómo estarán los barrios de la periferia viendo cómo está en núcleo comercial, lleno de negocios que han cerrado, otros que abren y duran meses para acabar cerrando igualmente y los zamoranos sin sentirse agraviados por tal circunstancia. Quizá apenados en las redes, que eso ahora se lleva mucho. Exigimos soluciones ahora. Mañana será demasiado tarde. A quien corresponda. Dicho queda.
Nuestra querida ciudad dista poco de acercarse a la unidad de cuidados paliativos, mira que me fastidia el tener que decirlo, siquiera pensarlo, pero es una triste realidad que ya no admite argumentación en contra. Es evidente el declive por desidia de esta urbe hermosa e histórica, amada y olvidada a un tiempo. Amada por sus habitantes, por los que transitan por sus arterias vacías, ahítas de negocios y comercios antes florecientes y ahora, cerrados a cal y canto, en una suerte de abandono institucional que me espanta. Los motivos del cierre pueden parecer obvios, falta de ventas, menosprecio al sector local y de calle con lo que conlleva de trato personal y la cada vez mayor tendencia a comprar los productos vía Internet. Este es uno de tantos motivos, pero hay muchos, muchos más, para haber llegado a una situación que se me antoja casi irremediable, irreparable.
¿Quiénes son los verdaderos responsables de que a Zamora le esté faltando el oxígeno vital? ¿Quiénes? ¿Qué clase de personas nos gobiernan que olvidan a una ciudad que es la cuna del Románico, visita obligada en la ruta del Modernismo y con una gastronomía tan interesante como desconocida? Dicen que este año ha sido bueno en las cifras de visitantes y turistas, hostelería y reservas en hoteles. Bien. Entonces es que, quizá, algunos zamoranos que tienen mano para hacer algo por esta tierra que nos duele porque la amamos, no están haciendo bien su trabajo y olvidaron de repente sus raíces o las cambiaron por otras más rentables, política y económicamente. Deplorable actitud, deprimente, denunciable, insoportable.
Ayer paseé por el centro de mi querida ciudad. Me invadió una congoja que rayaba por momentos entre la rabia y la desazón. No quiero ni pensar cómo estarán los barrios de la periferia viendo cómo está en núcleo comercial, lleno de negocios que han cerrado, otros que abren y duran meses para acabar cerrando igualmente y los zamoranos sin sentirse agraviados por tal circunstancia. Quizá apenados en las redes, que eso ahora se lleva mucho. Exigimos soluciones ahora. Mañana será demasiado tarde. A quien corresponda. Dicho queda.

















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