ZAMORANA
Por Zamora y con Zamora
Se subleva la gente que piensa, que ama nuestra ciudad, que sufre y llora porque Zamora, una de las urbes más hermosas de este país, de carácter provinciano, esto es, pequeña, recoleta, apacible, con un emblemático casco histórico y calles con edificios modernistas que llevan hasta la catedral rematada por su cimborrio gallonado, espectacular y único; se sublevan –digo- porque se está empequeñeciendo, porque sus calles se desvisten de comercios, porque no se protegen suficientemente las fortalezas que la hacen única y sí se manifiestan sus debilidades dado que no se inyecta una buena dosis de dinero para llenar sus arcas, o mejor dicho, para que las arcas se vacíen a cambio de embellecer y reparar las calles por las que transitan a diario los zamoranos convirtiéndolas en atractivo turístico para autóctonos y foráneos.
Veo, con estupor, que una vez más nos han dejado fuera de los denominados “pueblos vaciados”, que ahora Teruel –mucho tiempo callado- se lleva el protagonismo y en contra de lo que creí en un principio, que se haría valedor de los pueblos de España que sufren esta misma situación, por lo que estoy comprobando va a mirar sólo por sus propios intereses, con lo cual Zamora vuelve a quedarse fuera de las instituciones para que se conozca y se frene este declive migratorio que está dejando los pueblos y la capital en el más absoluto de los vacíos.
La plataforma Viriatos, Zamora 10, el Ayuntamiento con su alcalde a la cabeza, Caja Rural (que tanto ha hecho por ayudar a estas comarcas), las asociaciones ciudadanas, las instituciones gubernamentales y quienes clamamos por una provincia que no muera, hemos de seguir luchando, denunciando, subiendo a la palestra para que alguien abra bien los oídos, nos escuche y ponga freno a esta deriva.
Es imperdonable que los pueblos estén desiertos, las casas arruinadas, los solares vacíos, los jóvenes ausentes, que la agricultura y la ganadería que fueron el sostén de estas tierras, ahora sean solo un recuerdo y se mantengan por los pocos jóvenes que aún creen en sus pueblos y continúan allí. Resulta lamentable que los poderes públicos se aprovechen de que estas gentes no queman contenedores para hacerse valer, no salen a las calles para manifestarse, ni tampoco aparecen día sí y día no en los medios de comunicación; muy al contrario, los zamoranos son personas sumisas, calladas, resignadas y, como consecuencia, abandonadas a su suerte. Llega un nuevo año y con él se renuevan mis esperanzas de que esta vez sí, esta sea la ocasión en la que los poderes fácticos más cercanos: la Junta de Castilla y León en concreto se aplique un poco y ponga en valor a Zamora por una vez, la dote de presupuesto, la publicite y se preocupe por ella como una provincia más de las que integran esta Comunidad Autónoma que siempre la ha relegado hasta casi su perpetuo olvido.
Mª Soledad Martín Turiño
Se subleva la gente que piensa, que ama nuestra ciudad, que sufre y llora porque Zamora, una de las urbes más hermosas de este país, de carácter provinciano, esto es, pequeña, recoleta, apacible, con un emblemático casco histórico y calles con edificios modernistas que llevan hasta la catedral rematada por su cimborrio gallonado, espectacular y único; se sublevan –digo- porque se está empequeñeciendo, porque sus calles se desvisten de comercios, porque no se protegen suficientemente las fortalezas que la hacen única y sí se manifiestan sus debilidades dado que no se inyecta una buena dosis de dinero para llenar sus arcas, o mejor dicho, para que las arcas se vacíen a cambio de embellecer y reparar las calles por las que transitan a diario los zamoranos convirtiéndolas en atractivo turístico para autóctonos y foráneos.
Veo, con estupor, que una vez más nos han dejado fuera de los denominados “pueblos vaciados”, que ahora Teruel –mucho tiempo callado- se lleva el protagonismo y en contra de lo que creí en un principio, que se haría valedor de los pueblos de España que sufren esta misma situación, por lo que estoy comprobando va a mirar sólo por sus propios intereses, con lo cual Zamora vuelve a quedarse fuera de las instituciones para que se conozca y se frene este declive migratorio que está dejando los pueblos y la capital en el más absoluto de los vacíos.
La plataforma Viriatos, Zamora 10, el Ayuntamiento con su alcalde a la cabeza, Caja Rural (que tanto ha hecho por ayudar a estas comarcas), las asociaciones ciudadanas, las instituciones gubernamentales y quienes clamamos por una provincia que no muera, hemos de seguir luchando, denunciando, subiendo a la palestra para que alguien abra bien los oídos, nos escuche y ponga freno a esta deriva.
Es imperdonable que los pueblos estén desiertos, las casas arruinadas, los solares vacíos, los jóvenes ausentes, que la agricultura y la ganadería que fueron el sostén de estas tierras, ahora sean solo un recuerdo y se mantengan por los pocos jóvenes que aún creen en sus pueblos y continúan allí. Resulta lamentable que los poderes públicos se aprovechen de que estas gentes no queman contenedores para hacerse valer, no salen a las calles para manifestarse, ni tampoco aparecen día sí y día no en los medios de comunicación; muy al contrario, los zamoranos son personas sumisas, calladas, resignadas y, como consecuencia, abandonadas a su suerte. Llega un nuevo año y con él se renuevan mis esperanzas de que esta vez sí, esta sea la ocasión en la que los poderes fácticos más cercanos: la Junta de Castilla y León en concreto se aplique un poco y ponga en valor a Zamora por una vez, la dote de presupuesto, la publicite y se preocupe por ella como una provincia más de las que integran esta Comunidad Autónoma que siempre la ha relegado hasta casi su perpetuo olvido.
Mª Soledad Martín Turiño

















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