PREGUNTA
Navidades o fiestas
Después del ataque pudo recuperarse bastante y volver a leer y hablar, aunque de la silla ya no podía sola levantarse. Ella estaba cuidada por sus hijos que se alternaban para visitarla y llegó la época de las navidades. Momento de visitaciones, y me contó el poema que por las noches insomnes había pensado para su nieta el día de la primera comunión, el mismo que luego se le quedó grabado, elaborado durante horas de oscuridades, como una gran estrella en medio de sus noches.
En los versos le decía a su niña que iba a recibir a Jesús y que ya nunca se sintiera sola, que había alguien en el cielo, poderosísimo, que siempre la acompañaría y cuidaría, y que iba a recibirle. ¡Qué consuelo creer esto! La fe acompaña a muchos en los mundanales senderos, donde a menudo con nuestros empeños nos perdemos entre diversos objetivos o derroteros. Victorias o derrotas nos hacen perder a menudo la mirada a lo lejos, al Horizonte.
Buen motivo para la Navidad, donde recordamos cómo una hebrea, transferida por la administración de su época lejos de sus tierras, por un decreto imperial, se vio obligada a dar a luz en las peores y más indignas condiciones, pero iba a ser la Luz del mundo, un niño que sería recordado como el Niño, el que triunfaría en la mayor catástrofe, crucificado, para luego ser adorado como resucitado. Hermoso es hallar un tiempo donde nos reunimos familiares, amigos y conocidos, donde nos celebramos recordando palabras de paz y queremos ser amables deseándonos una feliz Navidad, no solo la fiesta hueca de pitanzas y delicias o conservas, vinos o licores ebrios...
Es la Navidad quien nos reúne y así celebramos el año nuevo, recordando nuestra era por aquel judío que fue proclamado como Mesías. Festejos de encuentros entre tantos cotidianos desencuentros, un momento de poner freno a tantos civiles conflictos... Aquella madre con su bebé, en una lejana aldea de Judea, sigue conmoviendo a millares de niños y mayores en los belenes provocando sentimientos hermosos y buenos. Algunos rehúyen lo que nos reúne en estos tiempos y prefieren felicitar las fiestas, en general, a la Navidad, que es el motivo central. Mi universidad nos felicita el año, no la natividad, la estrella de paz, como si así fuera más neutral: así nos va.
Occidente reniega de sus raíces y se pierde en mil y una disquisiciones mientras otros pueblos, chinos, rusos, árabes, crecen retomando el espíritu de sus ancestros y proyectándose hacia el futuro. Tierras de renegados somos, apóstatas, blandos que solo en la panza creen y beben para olvidar lo que entre tanto lujo padecen. Los mendigos crecen y quienes creemos en la Luz hemos de dejar regados con hermosas obras los campos por donde pasamos, el tiempo es siempre breve.
Ilia Galán
Después del ataque pudo recuperarse bastante y volver a leer y hablar, aunque de la silla ya no podía sola levantarse. Ella estaba cuidada por sus hijos que se alternaban para visitarla y llegó la época de las navidades. Momento de visitaciones, y me contó el poema que por las noches insomnes había pensado para su nieta el día de la primera comunión, el mismo que luego se le quedó grabado, elaborado durante horas de oscuridades, como una gran estrella en medio de sus noches.
En los versos le decía a su niña que iba a recibir a Jesús y que ya nunca se sintiera sola, que había alguien en el cielo, poderosísimo, que siempre la acompañaría y cuidaría, y que iba a recibirle. ¡Qué consuelo creer esto! La fe acompaña a muchos en los mundanales senderos, donde a menudo con nuestros empeños nos perdemos entre diversos objetivos o derroteros. Victorias o derrotas nos hacen perder a menudo la mirada a lo lejos, al Horizonte.
Buen motivo para la Navidad, donde recordamos cómo una hebrea, transferida por la administración de su época lejos de sus tierras, por un decreto imperial, se vio obligada a dar a luz en las peores y más indignas condiciones, pero iba a ser la Luz del mundo, un niño que sería recordado como el Niño, el que triunfaría en la mayor catástrofe, crucificado, para luego ser adorado como resucitado. Hermoso es hallar un tiempo donde nos reunimos familiares, amigos y conocidos, donde nos celebramos recordando palabras de paz y queremos ser amables deseándonos una feliz Navidad, no solo la fiesta hueca de pitanzas y delicias o conservas, vinos o licores ebrios...
Es la Navidad quien nos reúne y así celebramos el año nuevo, recordando nuestra era por aquel judío que fue proclamado como Mesías. Festejos de encuentros entre tantos cotidianos desencuentros, un momento de poner freno a tantos civiles conflictos... Aquella madre con su bebé, en una lejana aldea de Judea, sigue conmoviendo a millares de niños y mayores en los belenes provocando sentimientos hermosos y buenos. Algunos rehúyen lo que nos reúne en estos tiempos y prefieren felicitar las fiestas, en general, a la Navidad, que es el motivo central. Mi universidad nos felicita el año, no la natividad, la estrella de paz, como si así fuera más neutral: así nos va.
Occidente reniega de sus raíces y se pierde en mil y una disquisiciones mientras otros pueblos, chinos, rusos, árabes, crecen retomando el espíritu de sus ancestros y proyectándose hacia el futuro. Tierras de renegados somos, apóstatas, blandos que solo en la panza creen y beben para olvidar lo que entre tanto lujo padecen. Los mendigos crecen y quienes creemos en la Luz hemos de dejar regados con hermosas obras los campos por donde pasamos, el tiempo es siempre breve.
Ilia Galán


















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