DENUNCIAS
Un puente, símbolo del abandono gubernamental de nuestra Zamora vaciada
El viaducto, que forma parte de la N-631, se encuentra en un pésimo estado, como se evidencia en la fotografía.
![[Img #33433]](http://eldiadezamora.es/upload/images/01_2020/6549_puente.jpg)
Una vez que se forme el gobierno de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, exigiré al ministro de Fomento, José Luis Ábalos, la inmediata intervención en el Puente de la Estrella, que salva en el embalse del Esla, en la marginada, humillada y despoblada Zamora, una vez comprobado el estado de esta viaducto, un peligro absoluto. Si, ya de por sí, resulta lamentable que vehículos se detengan en las entradas de esa infraestructura, propia de un país centroafricano, que, además, como detectará el lector en las fotografías que acompañan este artículo, se halle en esas circunstancias, mueve al bochorno a todo político con poder para restaurarlo o, en su defecto, derribarlo y construir otro, como exigiría la ingeniería en este año 2020. Pero Zamora lo aguanta todo. Y eso lo sabe cualquier gobierno, ya del PSOE, bien del PP.
Al respecto, recuerdo cuando la ínclita presidenta de la Diputación, marioneta de ese hombre providencial para nuestra provincia, el tal Dionisio García Carnero, entró en polémica con Iberdrola por el puente de Manzanal, también sobre el embalse del Esla, poco transitado, en un carretera autonómica. Exigía, la política popular, a la empresa hidroeléctrica que construyese otro viaducto, porque el de viejo resultaba impresentable. Al final, la Justicia dio la razón a la multinacional, y Martínez-Maíllo, sucesor de aquella, se vio obligado a construirlo a cuenta de la institución provincial: 2.000 millones de pesetas.
La dama se olvidó entonces de que el inquilino de La Moncloa se llamaba Aznar, al que nunca exigió que construyera un viaducto que sustituyera al Puente de la Estrella, propiedad del Estado. No dijo ni mu. Así perdió una enorme oportunidad de que esa carretera nacional, que debería ser autovía, contase con un puente acorde a los tiempos que corremos. Pero ya se sabe que los políticos de ahora solo miran por su cargo, su puesto, su patrimonio. El pueblo no cuenta. El ciudadano forma parte de esta gran comunidad ovina que es España, con un rebaño de ovejas luceras pastando en nuestra provincia.
Espero que el gobierno del pueblo y para el pueblo, de Pedro y Pablo, intervenga, con celeridad, en la construcción de un nuevo viaducto, que venga a demoler el cochambroso Puente de la Estrella y, ya de paso, transformar en autovía los 30 kilómetros que separan el cruce hacia Benavente de Mombuey.
Pido a Francisco José Requejo, presidente de la Diputación y, por supuesto, al flamante diputado del PSOE por Zamora, Antidio Fagúndez, y al senador y alcalde de la Puebla de Sanabria, José Fernández Blanco que, como representantes de su provincia, inquieran al Gobierno de su partido una decisión sobre este puente vergonzante para todo Gobierno español, más si ese ejecutivo dice ser de los más humildes y sencillos. En esta provincia, viven los jubilados con las pensiones más bajas de España, donde uno de los negocios más lucrativos y con más futuro es el de las residencias de mayores, el último hotel de la vida.
Una vez que se forme el gobierno de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, exigiré al ministro de Fomento, José Luis Ábalos, la inmediata intervención en el Puente de la Estrella, que salva en el embalse del Esla, en la marginada, humillada y despoblada Zamora, una vez comprobado el estado de esta viaducto, un peligro absoluto. Si, ya de por sí, resulta lamentable que vehículos se detengan en las entradas de esa infraestructura, propia de un país centroafricano, que, además, como detectará el lector en las fotografías que acompañan este artículo, se halle en esas circunstancias, mueve al bochorno a todo político con poder para restaurarlo o, en su defecto, derribarlo y construir otro, como exigiría la ingeniería en este año 2020. Pero Zamora lo aguanta todo. Y eso lo sabe cualquier gobierno, ya del PSOE, bien del PP.
Al respecto, recuerdo cuando la ínclita presidenta de la Diputación, marioneta de ese hombre providencial para nuestra provincia, el tal Dionisio García Carnero, entró en polémica con Iberdrola por el puente de Manzanal, también sobre el embalse del Esla, poco transitado, en un carretera autonómica. Exigía, la política popular, a la empresa hidroeléctrica que construyese otro viaducto, porque el de viejo resultaba impresentable. Al final, la Justicia dio la razón a la multinacional, y Martínez-Maíllo, sucesor de aquella, se vio obligado a construirlo a cuenta de la institución provincial: 2.000 millones de pesetas.
La dama se olvidó entonces de que el inquilino de La Moncloa se llamaba Aznar, al que nunca exigió que construyera un viaducto que sustituyera al Puente de la Estrella, propiedad del Estado. No dijo ni mu. Así perdió una enorme oportunidad de que esa carretera nacional, que debería ser autovía, contase con un puente acorde a los tiempos que corremos. Pero ya se sabe que los políticos de ahora solo miran por su cargo, su puesto, su patrimonio. El pueblo no cuenta. El ciudadano forma parte de esta gran comunidad ovina que es España, con un rebaño de ovejas luceras pastando en nuestra provincia.
Espero que el gobierno del pueblo y para el pueblo, de Pedro y Pablo, intervenga, con celeridad, en la construcción de un nuevo viaducto, que venga a demoler el cochambroso Puente de la Estrella y, ya de paso, transformar en autovía los 30 kilómetros que separan el cruce hacia Benavente de Mombuey.
Pido a Francisco José Requejo, presidente de la Diputación y, por supuesto, al flamante diputado del PSOE por Zamora, Antidio Fagúndez, y al senador y alcalde de la Puebla de Sanabria, José Fernández Blanco que, como representantes de su provincia, inquieran al Gobierno de su partido una decisión sobre este puente vergonzante para todo Gobierno español, más si ese ejecutivo dice ser de los más humildes y sencillos. En esta provincia, viven los jubilados con las pensiones más bajas de España, donde uno de los negocios más lucrativos y con más futuro es el de las residencias de mayores, el último hotel de la vida.
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