DENUNCIA
Una exigencia en el olvido: Reapertura de la línea férrea Ruta de la Plata
Exijamos al nuevo gobierno la reapertura de un ferrocarril que vertebró el oeste de España, desde el sur hasta el norte, que atravesaba las tres provincias leonesas y que causó un grave deterioro económico a Zamora
![[Img #33587]](http://eldiadezamora.es/upload/images/01_2020/2459_estacion.jpg)
Fue Felipe Gonzalez, el político español más carismático, al que ahora se echa de menos incluso por parte de quienes los criticaban, el que cerró la línea férrea “Ruta de la Plata”, la que vertebraba el oeste español, desde Sevilla hasta el Principado de Asturias. Aquel PSOE, posibilista más que liberal, decidió que había que aligerar cargas del Estado. Zamora perdía unos mil operarios de Renfe.
Años después, Aznar, durante una campaña electoral, se pronunció sobre la reapertura de ese eje ferroviarios, con aquella frase de que volvería a Benavente en tren. Penélope, la protagonista de la hermosa canción de Serrat, sigue esperando en un banco del andén en la ciudad de los Condes-Duques. No recuerdo quienes fueron los diputados y senadores socialistas zamoranos en aquel tiempo, pero guardaron silencio. Ya conocían el aserto de Guerra: “Él que se mueve no sale en la fotografía”.
Zamora es una provincia rica. Tiene agua, con la que una gran multinacional como Iberdrola, enriqueció a otras tierras de “Expaña”; vegas fértiles, paisajes preciosos, primera potencia en ganado ovino y cerdo común. Pero los políticos, los nuestros y sus jefes en Valladolid y Madrid, la empobrecieron con sus decisiones. No voy a recordar aún los agravios cometidos con esta provincia, iniciados con el felipismo y continuados por los ejecutivos del PP, Aznar y Rajoy, y el del PSOE de Zapatero. De Pedro Sánchez no tengo nada que escribir. De momento.
La Ruta de la Plata, en la que un servidor viajó hasta Sevilla para realizar la oposición a catedrático de Historia de instituto, se cerró, se oxidó, se olvidó. Zamora se empequeñeció. Inició su descenso hacia el abismo de la despoblación, hacia el envejecimiento y, por ende, a la inactividad económica. Aquí, los únicos empresarios que progresaron fueron los de obras públicas, los constructores, casi todos cercanos al poder político. El emprendedor lígrimo, puro, valiente empezó a sentirse desamparado, en una lucha desesperada por subsistir, por mantener su negocio abierto.
Ahora, aquella línea férrea se ha convertido en una especie de arruga de hierro sobre la faz de nuestra provincia. El rostro de Zamora, de sur a norte, de norte a sur, muestra las cicatrices de la ucronía, de lo que pudo ser y no fue, del final de una ilusión. Y no me argumente el lector optimista que ahora tenemos el AVE, porque ese tipo de ferrocarril no transporta bienes de producción, solo viajeros que pasan como la historia, pero no vuelven. La Ruta de la Plata sería otra infraestructura que reivindicar al nuevo gobierno socialcomunista, tan cercano a los que sufren, a los que padecen injusticia, a los desheredados de la fortuna. Sí, porque nuestra tierra se quedó sin su herencia, la que le correspondía, merced a los caprichos políticos de gobiernos socialistas, los que buscan, como primera norma en su escala de valores, como jerarquía ética, la igualdad entre personas y territorios.
Ayer, Guarido, alcalde de Zamora, se mostraba esperanzado con el nuevo gobierno. Lógico. Yo, también. Pero, como ateo, solo creo en lo que veo. Y deseo que este ejecutivo demuestre que es de izquierdas, no solo con palabras, porque todos somos partidarios de la paz, el amor y la hermandad universal, del trabajo bien remunerado, sino con hechos.
Quiero conocer quiénes son Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, qué políticas económicos, sociales e industriales ponen en práctica; qué ideas convierten en realidad para que España sea una nación de hombres libres que viven en comunidades y provincias con los mismos derechos, donde se favorezca a los territorios menos desarrollados con inversiones poderosas, verbigracia, la reapertura de la Ruta de la Plata, que crearía miles de puestos de trabajo, directos e indirectos. ¡Quiero creer en algo! ¡Sean ustedes, socialistas y podemitas de izquierdas, no mediopensionistas de la retórica! Hechos.
Zamora no puede perder más tiempo, porque se nos muere de inacción, de tedio, de injusticia. Aquí, cada minuto vale 70 segundos.
Eugenio-Jesús deÁvila
En la fotografía de AFZ, estación de Piedrahíta de Castro, abandonada, en la Ruta de la Plata
![[Img #33587]](http://eldiadezamora.es/upload/images/01_2020/2459_estacion.jpg)
Fue Felipe Gonzalez, el político español más carismático, al que ahora se echa de menos incluso por parte de quienes los criticaban, el que cerró la línea férrea “Ruta de la Plata”, la que vertebraba el oeste español, desde Sevilla hasta el Principado de Asturias. Aquel PSOE, posibilista más que liberal, decidió que había que aligerar cargas del Estado. Zamora perdía unos mil operarios de Renfe.
Años después, Aznar, durante una campaña electoral, se pronunció sobre la reapertura de ese eje ferroviarios, con aquella frase de que volvería a Benavente en tren. Penélope, la protagonista de la hermosa canción de Serrat, sigue esperando en un banco del andén en la ciudad de los Condes-Duques. No recuerdo quienes fueron los diputados y senadores socialistas zamoranos en aquel tiempo, pero guardaron silencio. Ya conocían el aserto de Guerra: “Él que se mueve no sale en la fotografía”.
Zamora es una provincia rica. Tiene agua, con la que una gran multinacional como Iberdrola, enriqueció a otras tierras de “Expaña”; vegas fértiles, paisajes preciosos, primera potencia en ganado ovino y cerdo común. Pero los políticos, los nuestros y sus jefes en Valladolid y Madrid, la empobrecieron con sus decisiones. No voy a recordar aún los agravios cometidos con esta provincia, iniciados con el felipismo y continuados por los ejecutivos del PP, Aznar y Rajoy, y el del PSOE de Zapatero. De Pedro Sánchez no tengo nada que escribir. De momento.
La Ruta de la Plata, en la que un servidor viajó hasta Sevilla para realizar la oposición a catedrático de Historia de instituto, se cerró, se oxidó, se olvidó. Zamora se empequeñeció. Inició su descenso hacia el abismo de la despoblación, hacia el envejecimiento y, por ende, a la inactividad económica. Aquí, los únicos empresarios que progresaron fueron los de obras públicas, los constructores, casi todos cercanos al poder político. El emprendedor lígrimo, puro, valiente empezó a sentirse desamparado, en una lucha desesperada por subsistir, por mantener su negocio abierto.
Ahora, aquella línea férrea se ha convertido en una especie de arruga de hierro sobre la faz de nuestra provincia. El rostro de Zamora, de sur a norte, de norte a sur, muestra las cicatrices de la ucronía, de lo que pudo ser y no fue, del final de una ilusión. Y no me argumente el lector optimista que ahora tenemos el AVE, porque ese tipo de ferrocarril no transporta bienes de producción, solo viajeros que pasan como la historia, pero no vuelven. La Ruta de la Plata sería otra infraestructura que reivindicar al nuevo gobierno socialcomunista, tan cercano a los que sufren, a los que padecen injusticia, a los desheredados de la fortuna. Sí, porque nuestra tierra se quedó sin su herencia, la que le correspondía, merced a los caprichos políticos de gobiernos socialistas, los que buscan, como primera norma en su escala de valores, como jerarquía ética, la igualdad entre personas y territorios.
Ayer, Guarido, alcalde de Zamora, se mostraba esperanzado con el nuevo gobierno. Lógico. Yo, también. Pero, como ateo, solo creo en lo que veo. Y deseo que este ejecutivo demuestre que es de izquierdas, no solo con palabras, porque todos somos partidarios de la paz, el amor y la hermandad universal, del trabajo bien remunerado, sino con hechos.
Quiero conocer quiénes son Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, qué políticas económicos, sociales e industriales ponen en práctica; qué ideas convierten en realidad para que España sea una nación de hombres libres que viven en comunidades y provincias con los mismos derechos, donde se favorezca a los territorios menos desarrollados con inversiones poderosas, verbigracia, la reapertura de la Ruta de la Plata, que crearía miles de puestos de trabajo, directos e indirectos. ¡Quiero creer en algo! ¡Sean ustedes, socialistas y podemitas de izquierdas, no mediopensionistas de la retórica! Hechos.
Zamora no puede perder más tiempo, porque se nos muere de inacción, de tedio, de injusticia. Aquí, cada minuto vale 70 segundos.
Eugenio-Jesús deÁvila
En la fotografía de AFZ, estación de Piedrahíta de Castro, abandonada, en la Ruta de la Plata





























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