OPINIÓN
De picas y piques
A casi un mes desde la investidura, qué duda cabe de haber vivido un 'Enero Negro' en el ámbito político -aun sin haberse producido dimisiones. A la dificultad proverbial de poner una pica en Flandes se le podría añadir ahora el apuro de gobernar sin escandalizar a cada paso, picando más que un erizo barbado en una fábrica de globos. Aprietos lógicos pero no inesperados, al constatar cómo venden un producto corrupto per se y del que se empeñan en hablar a todas horas -cuando tantos no le dan ni dos telediarios.
Los trabalenguas, tan versionados como la historia de Ábalos y Delcy Rodríguez, explican bien la razón de esta sinrazón que a la razón de muchos se hace intolerable. Así, ante el 'conflicto político' en Cataluña y la irrupción de Dolores Delgado como candidata a Fiscal General del Estado, se podría recitar: "La política está judicializada, ¿quién la desjudicializará? La desjudicializadora que la desjudicialice, buena desjudicializadora será". O no.
Ante la intolerancia a la 'hiprogresía' y el consecuente aumento de la mala leche nacional, bueno es recordar que no hay mal que cien años dure. Algún lector perspicaz podrá objetar que, en esencia y en ocasiones, somos nosotros quienes caducamos antes y dirá verdad. Pero también es cierto que, antes o después, hasta los dictadores más sedientos de inmortalidad acaban mordiendo el polvo. Ése al que nos aboca el calendario.
140 años de "honradez" dan para una hemeroteca colosal de contradicciones, dimes y diretes, palabras herradas por las que ser herido como por la propia espada, etcétera. El Ejecutivo se ha convertido en un cónclave de balas perdidas, recogidas al buen tuntún bajo tales o cuales siglas. Y como el que calla otorga, el silencio del Fénix de los Ingenuos ante los ataques a la Casa Real por parte de sus socios no puede interpretarse de forma favorable.
Si la sombra del ciprés es alargada, no lo es menos la sombra de la duda sobre quién es realmente el que manda aquí y quién el que obedece. La última evidencia, la marcha atrás por parte del Fénix de los Ingenuos cuando Rufián reclamó que se cumplan los plazos para la mesa de negociación y no aplacen nada. Es difícil ganar tiempo por la mano a quien sólo ha sabido dilapidarlo a manos llenas, jugando con la paciencia de sus conciudadanos. Entre tahúres anda el juego.
A casi un mes desde la investidura, qué duda cabe de haber vivido un 'Enero Negro' en el ámbito político -aun sin haberse producido dimisiones. A la dificultad proverbial de poner una pica en Flandes se le podría añadir ahora el apuro de gobernar sin escandalizar a cada paso, picando más que un erizo barbado en una fábrica de globos. Aprietos lógicos pero no inesperados, al constatar cómo venden un producto corrupto per se y del que se empeñan en hablar a todas horas -cuando tantos no le dan ni dos telediarios.
Los trabalenguas, tan versionados como la historia de Ábalos y Delcy Rodríguez, explican bien la razón de esta sinrazón que a la razón de muchos se hace intolerable. Así, ante el 'conflicto político' en Cataluña y la irrupción de Dolores Delgado como candidata a Fiscal General del Estado, se podría recitar: "La política está judicializada, ¿quién la desjudicializará? La desjudicializadora que la desjudicialice, buena desjudicializadora será". O no.
Ante la intolerancia a la 'hiprogresía' y el consecuente aumento de la mala leche nacional, bueno es recordar que no hay mal que cien años dure. Algún lector perspicaz podrá objetar que, en esencia y en ocasiones, somos nosotros quienes caducamos antes y dirá verdad. Pero también es cierto que, antes o después, hasta los dictadores más sedientos de inmortalidad acaban mordiendo el polvo. Ése al que nos aboca el calendario.
140 años de "honradez" dan para una hemeroteca colosal de contradicciones, dimes y diretes, palabras herradas por las que ser herido como por la propia espada, etcétera. El Ejecutivo se ha convertido en un cónclave de balas perdidas, recogidas al buen tuntún bajo tales o cuales siglas. Y como el que calla otorga, el silencio del Fénix de los Ingenuos ante los ataques a la Casa Real por parte de sus socios no puede interpretarse de forma favorable.
Si la sombra del ciprés es alargada, no lo es menos la sombra de la duda sobre quién es realmente el que manda aquí y quién el que obedece. La última evidencia, la marcha atrás por parte del Fénix de los Ingenuos cuando Rufián reclamó que se cumplan los plazos para la mesa de negociación y no aplacen nada. Es difícil ganar tiempo por la mano a quien sólo ha sabido dilapidarlo a manos llenas, jugando con la paciencia de sus conciudadanos. Entre tahúres anda el juego.


























