Pedro Sánchez: la antítesis de Robin Hood

¿Qué le queda de socialismo al sanchismo? ¿Es socialista invertir enormes sumas de dinero en una región rica, siempre privilegiada por los distintos regímenes españoles, desde la Restauración, pasando por la “dictablanda” de Primo; la II República, el franquismo y la democracia;  gobernada, además,  por secesionistas, enemigos jurados de España, como Aníbal lo fue de Roma; aumentar el sueldo de los Mozos, mientras los miembros de la Policía Nacional y de la Guardia Civil y del propio Ejército se congelan; potenciar el presupuesto de la TV3, para que se haga proselitismo de la causa nacionalista, sembrar más asco hacia todo lo español?

Cuando fui de la siniestra –ser de de la izquierda es, como ser de la derecha, una de las infinitas maneras que el hombre puede elegir para ser un imbécil: ambas, en efecto, son formas de la hemiplejía moral, según Ortega-, se consideraba al nacionalismo como uno de los enemigos de la democracia auténtica, de las libertades, de la igualdad entre todos los españoles. Como jacobino, nunca entenderé que estos partidos, que ahora se definen de izquierdas, aprueben la autodeterminación de una región de España como Cataluña o el País Vasco y, además, puro esperpento político, destinen más y más dinero público para aplacar el hambre de independencia de las fieras nacionalistas, que siempre, in sæcula sæculorum, querrán más carnaza.

¡Qué clase de paradoja explica que las autonomías más poderosas, en las  que el nivel de vida de sus ciudadanos, pensiones, actividad económica, destaquen, ampliamente, sobre las restantes comunidades del Estado, sean también las más viscerales separatistas, supremacistas, independentistas! Los PNV, ERC y los herederos de Pujol funcionan como los ricos más egoístas, que solo piensan en aumentar sus patrimonios en detrimento de los más humildes. Porque si Pedro Sánchez destina inversiones colosales para Cataluña, deberá detraerlas de otras comunidades, algunas gobernadas por el PSOE, como Extremadura, Castilla La Mancha y Aragón. Por cierto, el presidente Lambán, ha pedido, después de conocer que el inquilino de La Moncloa  aceptara que  Barcelona comparte con Madrid la  cultural de España, un Ministerio.

Preveo que Sánchez, para que sus compañeros de partido, con mando en plaza, no protesten, cargue la mano con potentes inversiones en esas comunidades, antes citadas. Me temo, pues, que el resto de España, donde no gobiernen socialistas, pagarán la investidura del actual presidente de Gobierno.

El sanchismo ha inventado un nuevo socialismo: robar a los que menos tienen para entregárselo a los más poderosos. Los acuerdos con los supremacistas catalanes y el apoyo de PNV y Bildu lo evidencian.  Aznar y Rajoy también se mostraron generosos con las tribus del norte y noreste español. Quo vadis, España?

Eugenio-Jesús de Ávila