Redacción
Miércoles, 12 de Febrero de 2020
OPINIÓN

Barrabases de barra

Óscar de Prada López

[Img #35087]De haberse votado mil veces la elección entre Jesús y Barrabás, no dudo que el Sanedrín habría batido un récord Guinness en pucherazos con tal de condenar al primero. Visto el modus operandi de la conspiración, con nocturnidad y alevosía, sin duda crearon escuela. Y a día de hoy, el pueblo sigue eligiendo al Barrabás de turno. Nada dicen las Sagradas Escrituras de cuál fue su destino tras salir liberado: ¿iría a su pueblo para ganarse el pan con el sudor de su frente?, ¿se uniría a los zelotes para seguir la lucha contra los romanos opresores?, ¿volvería a delinquir?... En esta España mía y nuestra, que cantó Cecilia, se habría metido a político de cabeza.

 

Consideren si no cuántas barrabasadas llevamos vistas en Cataluña desde aquel 1 de octubre entre tirios y troyanos, o mejor dicho, entre independentistas y constitucionalistas. Mandamases sucesivos que desbarran con discursos apropiados para la barra de un bar y no para un estrado, declaraciones que embarran aún más el terreno, colectivos descontrolados radicales (CDR) armando barricadas… Y si de aquellos polvos que vendieron y venden vinieron y vienen esos lodos, bien podríamos pensar en montar una alfarería por tanta arcilla como vendrá. Más que nada, por darle una finalidad práctica como cerámica y no acabar con el fango al cuello.

 

Volviendo a Barrabás, otro detalle –su currículum delictivo– lo emparenta con tantos de nuestros representantes. Cada cual conoce los antecedentes de tal o cual diputado, ministro, consejero, asesor, secretario, etc. Maravillas de los mass media, las redes sociales y otras vías de información. Lo que siempre asombra es la capacidad que demuestran para medrar, bien al sol que más calienta o bien a la sombra que más refresca. Aunque ciertamente no se trate de la sombra que mejor se ajuste a sus méritos.

 

La política de nuestros días conmueve y remueve hasta los tuétanos, siendo de aquí a nada un vomitivo digno de receta médica. Diríase que, cuanto más busca ser recordado un gobierno, en más fregados se mete: reformar el Código Penal para reformular "sedición" y "rebelión", tipificar como delito la apología del franquismo, andar con malas compañías, despenalizar la eutanasia… De otros enaltecimientos y eufemismos mejor no meneallos, dada la capacidad intelectual demostrada. A nadie le gusta ser pillado en falta y mucho menos al “Fénix de los Ingenuos” y su troupe. Basta un vistazo a su hemeroteca para desmontarles el discurso y el tinglado.

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