OPINIÓN
¿Cuánto pesa el alma enamorada?
Si el amor verdadero tuviese alma, sería un alma compartida entre tu cuerpo y el mío, entre tus ojos y los míos, entre tu carne y mi carne. Si esos 21 gramos que pesa el alma de la persona amada cuando exhala su último aliento fuesen míos, los asiría con tal fuerza que no irías a morar a otra parte que no fuera mi pecho. Para tenerte tan cerca que me quemaras y me dolieras de tanto amarte.
No quiero otros brazos que los tuyos, ni otra boca, ni otro rostro que no sea el que adornan tus ojos y tus labios que me besan con la fruición con la que un niño come cuando tiene hambre, sin mesura, sin condiciones y salvajemente sincera.
No quiero otras manos que acaricien mi rostro, centímetro a centímetro, y bajen hacia mi cintura pasando por mi pecho, esa morada que es el almohadón de Dios para descansar del pesar y del dolor. Porque todo lo que quiero lo quiero a lo grande y todo lo que deseo lo deseo al por mayor. Tu alma es mía, la mía, es tuya. Porque te quiero y tú me quieres, ya estamos condenados a morar por este mundo como almas gemelas que se buscaron y, por fin, se han encontrado en el camino.
Si el amor verdadero tuviese alma, sería un alma compartida entre tu cuerpo y el mío, entre tus ojos y los míos, entre tu carne y mi carne. Si esos 21 gramos que pesa el alma de la persona amada cuando exhala su último aliento fuesen míos, los asiría con tal fuerza que no irías a morar a otra parte que no fuera mi pecho. Para tenerte tan cerca que me quemaras y me dolieras de tanto amarte.
No quiero otros brazos que los tuyos, ni otra boca, ni otro rostro que no sea el que adornan tus ojos y tus labios que me besan con la fruición con la que un niño come cuando tiene hambre, sin mesura, sin condiciones y salvajemente sincera.
No quiero otras manos que acaricien mi rostro, centímetro a centímetro, y bajen hacia mi cintura pasando por mi pecho, esa morada que es el almohadón de Dios para descansar del pesar y del dolor. Porque todo lo que quiero lo quiero a lo grande y todo lo que deseo lo deseo al por mayor. Tu alma es mía, la mía, es tuya. Porque te quiero y tú me quieres, ya estamos condenados a morar por este mundo como almas gemelas que se buscaron y, por fin, se han encontrado en el camino.
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