COSAS MÍAS
El enemigo del progreso de Zamora se encuentra dentro
Cuando Zamora podría recibir, en breve, la mayor inversión privada, cientos de millones de euros, de su historia, siempre que los trámites burocráticos de algún alto cargo de institución pública, no lo impida, por una cuestión propia de tiquismiquis, y la escasa cooperación de la res pública regional y local, también haría peligrar la llegada a Monte La Reina de una Brigada del Ejército español, unos 2.000 profesionales de la milicia, la ciudad se divierte con los carnavales. Durante todo el año el personal se coloca la careta, pero es en carnestolendas cuando, en verdad, se quita el disfraz.
Las ciudades pequeñas, capitales de provincias convertidas en desiertos demográficos, bordan la hipocresía y esculpen la calumnia con maestría. Aquí, salvo contadas excepciones, nadie escribe o dice lo que piensa. La prensa de quiosco, nunca, ni la digital, ni la televisada. Viven del dinero público. Los políticos, tampoco. Artistas en la mentira, estabulan al pueblo con demagogia barata, como con ese manido tema de reto demográfico, que quiere desarrollar el PSOE, el mismo partido, bajo la Presidencia de González, que vendió a la agricultura de nuestra región a la Unión Europea, a cambio de inversiones en infraestructuras y múltiples subvenciones, el pan de ayer y el hambre de hoy. El campo español pasó del corsé del franquismo a la faja de la democracia. Cuando los estados basan sus directrices políticas en las subvenciones públicas a diferentes sectores, compra el voto, la personalidad, la libertad. La PAC no deja de ser una gigantesca ayuda al sector primario, para que guardase silencio. El sector rural nunca avanzará, mientras se alimente de ayudas institucionales. Agricultores y ganaderos son pequeños empresarios, que necesitarían competir en un mercado libre; pero las instituciones públicas juegan con sus necesidades para dominarlos, transformarlos en gente mansa, hasta que, cansados de verbos, de adjetivos y zarandajas, despiertan a la realidad. No se olvide que las izquierdas ultras, como la de Unidas Podemos, desde 1917, consideras a los campesinos como clase reaccionaria, pues son pequeños burgueses. Ahí está la historia, desde Lenin a Stalin, con sus hambrunas provocadas, las requisas, los asesinatos de “kulaks”, agricultores rusos que se opusieron a las colectivizaciones bolcheviques. Quizá, el propósito de Iglesias consista en nacionalizar el sector primario español. Forma parte de sus objetivos ideológicos. Cumpliría con el legado del leninismo. Nada extraño. Lógico. Pero, me temo, que los agricultores no quieren ser funcionarios, aunque todavía no hayan caído en la cuenta de que las leyes las promulgan y ejecutan servidores del Estado. Lo suyo es que negociara con los sindicatos del campo, imprescindibles, el ministro de Agricultura, Planas, un excelente técnico; pero no fue así, Iglesias, un marxista de libro, acudió a la cita, político que no distinguiría una espiga de trigo de la cebada. Un urbanita se alimenta de campo, pero, en su intimidad, desprecia a los que producen materias primas.
Ahora, cuando, ¡por fin!, un ingeniero y empresario, una persona nacida en Zamora, con raíces en el Páramo de la hermana provincia de León, quiere transformar materias primas, remolacha y maíz, en una empresa industrial, ya escriben los agoreros, analfabetos funcionales, que lo ignoran todo, que carece de viabilidad la Biorrefinería. Traduzco, para esta gente ágrafa, los empresarios que financian esta colosal empresa se disponen a tirar cientos de millones de euros, porque les sobra, en un proyecto que nace muerto.
En Zamora, como he reiterado siempre, existe una quinta columna, política, empresarial y mediática, gente oscura, preparada para destruir cualquier idea que transforme nuestra tierra. Temen que su imperio caciquil y periodístico se derrumbe, porque saben que un emporio de esta magnitud cambia a la vida económica, y, en teoría marxista, también la sociedad, sus ideas, su ideología, su moral.
Insisto, para no alargar el texto, que Zamora se salvará de su condena económica y social, si sus productos del agro se transforman aquí. No hay otra salida. Pero si el sector más reaccionario del empresariado local y la prensa, siempre al servicio del poder político, sea cual fuera, como lo está evidenciando ahora, da igual que sea Maíllo, Pozo o Guarido, el caso es ordeñar la vaca que da leche, se empeña, esta provincia se morirá. Si el pueblo no se entera y se protesta, solo nos quedará rezar. Pero yo soy ateo.
Eugenio-Jesús de Ávila
Cuando Zamora podría recibir, en breve, la mayor inversión privada, cientos de millones de euros, de su historia, siempre que los trámites burocráticos de algún alto cargo de institución pública, no lo impida, por una cuestión propia de tiquismiquis, y la escasa cooperación de la res pública regional y local, también haría peligrar la llegada a Monte La Reina de una Brigada del Ejército español, unos 2.000 profesionales de la milicia, la ciudad se divierte con los carnavales. Durante todo el año el personal se coloca la careta, pero es en carnestolendas cuando, en verdad, se quita el disfraz.
Las ciudades pequeñas, capitales de provincias convertidas en desiertos demográficos, bordan la hipocresía y esculpen la calumnia con maestría. Aquí, salvo contadas excepciones, nadie escribe o dice lo que piensa. La prensa de quiosco, nunca, ni la digital, ni la televisada. Viven del dinero público. Los políticos, tampoco. Artistas en la mentira, estabulan al pueblo con demagogia barata, como con ese manido tema de reto demográfico, que quiere desarrollar el PSOE, el mismo partido, bajo la Presidencia de González, que vendió a la agricultura de nuestra región a la Unión Europea, a cambio de inversiones en infraestructuras y múltiples subvenciones, el pan de ayer y el hambre de hoy. El campo español pasó del corsé del franquismo a la faja de la democracia. Cuando los estados basan sus directrices políticas en las subvenciones públicas a diferentes sectores, compra el voto, la personalidad, la libertad. La PAC no deja de ser una gigantesca ayuda al sector primario, para que guardase silencio. El sector rural nunca avanzará, mientras se alimente de ayudas institucionales. Agricultores y ganaderos son pequeños empresarios, que necesitarían competir en un mercado libre; pero las instituciones públicas juegan con sus necesidades para dominarlos, transformarlos en gente mansa, hasta que, cansados de verbos, de adjetivos y zarandajas, despiertan a la realidad. No se olvide que las izquierdas ultras, como la de Unidas Podemos, desde 1917, consideras a los campesinos como clase reaccionaria, pues son pequeños burgueses. Ahí está la historia, desde Lenin a Stalin, con sus hambrunas provocadas, las requisas, los asesinatos de “kulaks”, agricultores rusos que se opusieron a las colectivizaciones bolcheviques. Quizá, el propósito de Iglesias consista en nacionalizar el sector primario español. Forma parte de sus objetivos ideológicos. Cumpliría con el legado del leninismo. Nada extraño. Lógico. Pero, me temo, que los agricultores no quieren ser funcionarios, aunque todavía no hayan caído en la cuenta de que las leyes las promulgan y ejecutan servidores del Estado. Lo suyo es que negociara con los sindicatos del campo, imprescindibles, el ministro de Agricultura, Planas, un excelente técnico; pero no fue así, Iglesias, un marxista de libro, acudió a la cita, político que no distinguiría una espiga de trigo de la cebada. Un urbanita se alimenta de campo, pero, en su intimidad, desprecia a los que producen materias primas.
Ahora, cuando, ¡por fin!, un ingeniero y empresario, una persona nacida en Zamora, con raíces en el Páramo de la hermana provincia de León, quiere transformar materias primas, remolacha y maíz, en una empresa industrial, ya escriben los agoreros, analfabetos funcionales, que lo ignoran todo, que carece de viabilidad la Biorrefinería. Traduzco, para esta gente ágrafa, los empresarios que financian esta colosal empresa se disponen a tirar cientos de millones de euros, porque les sobra, en un proyecto que nace muerto.
En Zamora, como he reiterado siempre, existe una quinta columna, política, empresarial y mediática, gente oscura, preparada para destruir cualquier idea que transforme nuestra tierra. Temen que su imperio caciquil y periodístico se derrumbe, porque saben que un emporio de esta magnitud cambia a la vida económica, y, en teoría marxista, también la sociedad, sus ideas, su ideología, su moral.
Insisto, para no alargar el texto, que Zamora se salvará de su condena económica y social, si sus productos del agro se transforman aquí. No hay otra salida. Pero si el sector más reaccionario del empresariado local y la prensa, siempre al servicio del poder político, sea cual fuera, como lo está evidenciando ahora, da igual que sea Maíllo, Pozo o Guarido, el caso es ordeñar la vaca que da leche, se empeña, esta provincia se morirá. Si el pueblo no se entera y se protesta, solo nos quedará rezar. Pero yo soy ateo.
Eugenio-Jesús de Ávila
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