DENUNCIAS
Caballitos... como si fuera ayer
Sigue faltando un lugar apropiado para las ferias
![[Img #35612]](http://eldiadezamora.es/upload/images/02_2020/6981_caba.jpg)
Ni imaginarlo siquiera algunos podrán, pero en La Marina se instalaban los caballitos. Hace muchos años de aquello, pero ahí estuvieron. Entonces no era más que un terreno baldío, que ni el nombre actual ostentaba. Después llegaría el parque, con su polémica cafetería, por aquello de que, valiéndose de una argucia legal, el Ayuntamiento cedió el terreno por el simbólico precio de una peseta. Y se construyeron jardines, con juegos infantiles y fuentes, tres. La grande, con su chorros ascendentes y su cambiante juego de colores; la de la cascada, que se perdió al construir el aparcamiento y la que, bastante cambiada, se conserva junto al negocio hostelero, aunque en una de sus transformaciones, viera desaparecer del muro lateral los escudos de los partidos judiciales, obra del zamorano Hipólito Pérez Calvo.
Dejaron el terreno junto a la Farola, para no ir muy lejos, donde hoy está el instituto Maestro Haedo, que fue conocido como el mixto, y de allí a otra parte, al León Felipe, pasaron por Puerta Nueva, por los terrenos de la estación, por el aparcamiento del recinto ferial, y hasta el año pasado se asentaron el La Aldehuela. Pero, esta primavera un proyecto constructivo los manda al Campo de La Verdad.
Sin llegar a ser expulsados, pero obligados, los feriantes se han instalado en distintos emplazamientos, cada cuaresma. Cambios ligados a la propia historia de la ciudad y a su evolución como urbe. Ocupando aquellos descampados libres en cada momento, uno tras otro. Siempre provisionales y, en precario, careciendo, hoy como ayer, de un lugar destinado específicamente para la instalación de los caballitos, circos, u otras ferias temporales.
Lo cual conlleva a que se asienten en espacios sin las requeridas condiciones de salubridad; sin un pavimento adecuado que, irremediablemente, obliga a pisar, dependiendo del tiempo, sobre una gran polvareda o, en su defecto, sobre charcos. Sin accesos adecuados, ni para vehículos, ni para personas, sin zonas de estacionamiento cercanas, y causando inconvenientes a los vecinos de la zona, que sufren ruidos considerables, suciedad y otras molestias derivadas del paso masivo de persona por sus calles.
En el descampado de Olivares, se ha nivelado el terreno, así puede observarse desde la carretera del puente. Pero hay una parte que queda lejos de la vista. Cualquier,a por aquello de las necesidades que se presentan inoportunamente, guiado por la curiosidad o por la facilidad con que se presenta, puede acceder a un terreno, que, si bien no está destinado para el tránsito de personas, nada lo impide ni nada siquiera indica esta falta de acondicionamiento, con lo cual, podemos hallarnos, entre matorrales, maleza, cardos sus inevitables basuras y peligrosos desniveles en una zona oscura.
Manuel Herrero Alonso: texto y fotografías
Ni imaginarlo siquiera algunos podrán, pero en La Marina se instalaban los caballitos. Hace muchos años de aquello, pero ahí estuvieron. Entonces no era más que un terreno baldío, que ni el nombre actual ostentaba. Después llegaría el parque, con su polémica cafetería, por aquello de que, valiéndose de una argucia legal, el Ayuntamiento cedió el terreno por el simbólico precio de una peseta. Y se construyeron jardines, con juegos infantiles y fuentes, tres. La grande, con su chorros ascendentes y su cambiante juego de colores; la de la cascada, que se perdió al construir el aparcamiento y la que, bastante cambiada, se conserva junto al negocio hostelero, aunque en una de sus transformaciones, viera desaparecer del muro lateral los escudos de los partidos judiciales, obra del zamorano Hipólito Pérez Calvo.
Dejaron el terreno junto a la Farola, para no ir muy lejos, donde hoy está el instituto Maestro Haedo, que fue conocido como el mixto, y de allí a otra parte, al León Felipe, pasaron por Puerta Nueva, por los terrenos de la estación, por el aparcamiento del recinto ferial, y hasta el año pasado se asentaron el La Aldehuela. Pero, esta primavera un proyecto constructivo los manda al Campo de La Verdad.
Sin llegar a ser expulsados, pero obligados, los feriantes se han instalado en distintos emplazamientos, cada cuaresma. Cambios ligados a la propia historia de la ciudad y a su evolución como urbe. Ocupando aquellos descampados libres en cada momento, uno tras otro. Siempre provisionales y, en precario, careciendo, hoy como ayer, de un lugar destinado específicamente para la instalación de los caballitos, circos, u otras ferias temporales.
Lo cual conlleva a que se asienten en espacios sin las requeridas condiciones de salubridad; sin un pavimento adecuado que, irremediablemente, obliga a pisar, dependiendo del tiempo, sobre una gran polvareda o, en su defecto, sobre charcos. Sin accesos adecuados, ni para vehículos, ni para personas, sin zonas de estacionamiento cercanas, y causando inconvenientes a los vecinos de la zona, que sufren ruidos considerables, suciedad y otras molestias derivadas del paso masivo de persona por sus calles.
En el descampado de Olivares, se ha nivelado el terreno, así puede observarse desde la carretera del puente. Pero hay una parte que queda lejos de la vista. Cualquier,a por aquello de las necesidades que se presentan inoportunamente, guiado por la curiosidad o por la facilidad con que se presenta, puede acceder a un terreno, que, si bien no está destinado para el tránsito de personas, nada lo impide ni nada siquiera indica esta falta de acondicionamiento, con lo cual, podemos hallarnos, entre matorrales, maleza, cardos sus inevitables basuras y peligrosos desniveles en una zona oscura.
Manuel Herrero Alonso: texto y fotografías
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