OPINIÓN
Conciencia de mi insignificancia
Todos, tú y yo también, somos menos importantes para quienes nos conocen, familia, amigos/as, novias/os, amantes, de lo que nos creemos. Solo, con el transcurrir de los años, tomas conciencia de tu insignificancia.
Cuando eres joven, piensas que tus músculos permanecerán eternamente duros; tu piel, jugosa y tersa, y tu cerebro mantendrá su inteligencia cual máquina de fabricar ideas, capaz de profundizar en el análisis de la realidad y de comprender la Teoría de la Relatividad de Einstein o la Crítica de la Razón Pura de Kant.
Pero el tiempo siempre te desnuda, deja al descubierto tu fachada, desconchada, con grietas, desmoronándose de células como ladrillos; demuestra que tu talento no se prolongó más allá de un par de poemas, cursis, y unos cuantos artículos que nadie entendió, ni tan si quiera tú mismo.
Sostengo que la vida merece masticarse cuando amas y eres amado, incluso sin reciprocidad, y siempre que tu sensibilidad aprecie la belleza que guardan las cosas pequeñas. Y adquirirás la verdadera medida de lo que le importaste a los demás cuando las personas que amas o amaste se mueran un poco con tu ausencia eterna.
Todos, tú y yo también, somos menos importantes para quienes nos conocen, familia, amigos/as, novias/os, amantes, de lo que nos creemos. Solo, con el transcurrir de los años, tomas conciencia de tu insignificancia.
Cuando eres joven, piensas que tus músculos permanecerán eternamente duros; tu piel, jugosa y tersa, y tu cerebro mantendrá su inteligencia cual máquina de fabricar ideas, capaz de profundizar en el análisis de la realidad y de comprender la Teoría de la Relatividad de Einstein o la Crítica de la Razón Pura de Kant.
Pero el tiempo siempre te desnuda, deja al descubierto tu fachada, desconchada, con grietas, desmoronándose de células como ladrillos; demuestra que tu talento no se prolongó más allá de un par de poemas, cursis, y unos cuantos artículos que nadie entendió, ni tan si quiera tú mismo.
Sostengo que la vida merece masticarse cuando amas y eres amado, incluso sin reciprocidad, y siempre que tu sensibilidad aprecie la belleza que guardan las cosas pequeñas. Y adquirirás la verdadera medida de lo que le importaste a los demás cuando las personas que amas o amaste se mueran un poco con tu ausencia eterna.
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