DENUNCIAS
Las baldosas de granito, quebradas, fracturadas, no son solución para algunas calles
Edificios deshabitados, fachadas y balcones que pierden materiales, factor común del casco antiguo, más bien viejo, que clama por un estudio arquitectónico de los mismos
Lo que sucede en Zamora con el pavimento de nuestras calles solo puedo calificarlo de asombroso. No recuerdo a qué equipo de Gobierno le dio por colocar baldosas de granito en calles y rúas, abiertas al tráfico rodado, como maquillaje urbano, porque se ha demostrado que, además de oneroso, el gasto resultó superfluo. Observe el paseante calles como las de Mariano Benlliure, que desemboca en la Plaza Mayor, que evidencian mi denuncia. El actual Ayuntamiento repara baldosas. Pero, con el tiempo, rebrota el problema. Sucede de idéntica manera en Renova, Sagasta, Ramos Carrión, etc. Todas las que se pavimentaron con losetas de granito por las que circulan coches, camionetas de reparto de todo tipo, motos. El desencaje de estas piezas provoca, además, caídas de todo tipo personas. Lo bonito resulta caro. Lo estético no siempre se transforma en funcional.
En San Torcuato sucede otro fenómeno curioso. Como es una calle inclinada de derecha a izquierda o de derecha a izquierda, el peatón normal ha decidido circular por el centro, para no transitar un kilómetro con el paso derecho, o el izquierdo, a distinta altura. La querencia hacia el centro –no estoy escribiendo sobre política- me parece muy racional.
Vayamos a la arteria principal de la ciudad: Santa Clara. Cuando llueve, el adorno del pavimento, las franjas blancas del suelo, provoca resbalones entre los viandantes. Por otra parte, el color, gris claro, implica que la calle aparezca siempre como sucia. Ha tiempo se transformó esta vía zamorana, la más clásica de la Zamora moderna. Y lo que sucede en Santa Clara, pasa en otras aceras de la ciudad. Verbigracia: Alfonso IX, avenida de Requejo, junto a los institutos. Solo escribo de lo que ha padecido en mis andanzas zamoranas.
La ingente colocación y transformación de nuevas aceras, efectuada por el gobierno Guarido en el anterior mandato y meses del actual, creo que habrá tenido en cuenta estas sutiles cuestiones. Al menos, no me he resbalado.
Cambio de tercio, aunque no escriba sobre tauromaquia. Dejé, en mi cometario de ayer, una leve advertencia sobre edificios y casas sin habitar que ofrecen muy mala pinta, como si, en cualquier momento, desde sus fachadas, balcones o cornisas, fueran a desprenderse diversos materiales. La Casa de las Panaderas, edificio principal del Ayuntamiento, ya recibió atenciones de los bomberos en diversas ocasiones. Si usted, paseante habitual por la Plaza Mayor, calles de Fabriciano Cid y Ramón Álvarez, mira hacia el tejado municipal, apreciará que faltas trozos de piedra en parte de las cornisas.
El propio regidor admitió, en conversación, tras una rueda de prensa realizada cuando se derribó una casa abandonada, cercana al Palacio de Doña Urraca, que en Zamora hay muchos inmuebles en un estado lamentable, casi todos en el casco antiguo. Habría que realizar un estudio de esos edificios, una mayor parte abandonados, para saber cuál es la realidad de su estado arquitectónico.
Invito al ciudadano a darse un paseo por las rúas y plazuelas de la denominada zona noble de la ciudad para observar cuanto he escrito sobre inmuebles en –admítame la expresión- en dudoso estado. Nos jugamos mucho. Cualquier siniestro en uno de estos inmuebles, perjudicará gravemente a quién lo padeciese y, por supuesto, al sector turístico.
Como colofón, citaré edificios en mal estado, solo unos cuantos, pocos para todos los denunciables. Voy a ello: plaza de San Esteban, junto al que limita al este con la iglesia que da nombre al ágora. Observe la fotografía si no suele transitar por esa zona. Sigo. Calle Damas, nada más dejar el Hospital de la Encarnación, a la izquierda. Arriba de la Cuesta del Pizarro, frente al convento del Tránsito. Calle Moreno, al lado de la mansión de la querida familia de los Crespo Neches: muro de piedras. Avanzamos por la Rúa de los Francos, balcones que muestran grietas, en edificio sin habitar. Podría valer por hoy.
Seguiré denunciando el estado de algunas casas del casco antiguo, más bien viejo, de mi ciudad. Por supuesto, propongo al Servicio de Urbanismo del Ayuntamiento, tan criticado por convertir la concesión de licencias en un calvario cronológico.
Eugenio-Jesús de Ávila
Fotografías: Esteban Pedrosa y Enrique Onís
Lo que sucede en Zamora con el pavimento de nuestras calles solo puedo calificarlo de asombroso. No recuerdo a qué equipo de Gobierno le dio por colocar baldosas de granito en calles y rúas, abiertas al tráfico rodado, como maquillaje urbano, porque se ha demostrado que, además de oneroso, el gasto resultó superfluo. Observe el paseante calles como las de Mariano Benlliure, que desemboca en la Plaza Mayor, que evidencian mi denuncia. El actual Ayuntamiento repara baldosas. Pero, con el tiempo, rebrota el problema. Sucede de idéntica manera en Renova, Sagasta, Ramos Carrión, etc. Todas las que se pavimentaron con losetas de granito por las que circulan coches, camionetas de reparto de todo tipo, motos. El desencaje de estas piezas provoca, además, caídas de todo tipo personas. Lo bonito resulta caro. Lo estético no siempre se transforma en funcional.
En San Torcuato sucede otro fenómeno curioso. Como es una calle inclinada de derecha a izquierda o de derecha a izquierda, el peatón normal ha decidido circular por el centro, para no transitar un kilómetro con el paso derecho, o el izquierdo, a distinta altura. La querencia hacia el centro –no estoy escribiendo sobre política- me parece muy racional.
Vayamos a la arteria principal de la ciudad: Santa Clara. Cuando llueve, el adorno del pavimento, las franjas blancas del suelo, provoca resbalones entre los viandantes. Por otra parte, el color, gris claro, implica que la calle aparezca siempre como sucia. Ha tiempo se transformó esta vía zamorana, la más clásica de la Zamora moderna. Y lo que sucede en Santa Clara, pasa en otras aceras de la ciudad. Verbigracia: Alfonso IX, avenida de Requejo, junto a los institutos. Solo escribo de lo que ha padecido en mis andanzas zamoranas.
La ingente colocación y transformación de nuevas aceras, efectuada por el gobierno Guarido en el anterior mandato y meses del actual, creo que habrá tenido en cuenta estas sutiles cuestiones. Al menos, no me he resbalado.
Cambio de tercio, aunque no escriba sobre tauromaquia. Dejé, en mi cometario de ayer, una leve advertencia sobre edificios y casas sin habitar que ofrecen muy mala pinta, como si, en cualquier momento, desde sus fachadas, balcones o cornisas, fueran a desprenderse diversos materiales. La Casa de las Panaderas, edificio principal del Ayuntamiento, ya recibió atenciones de los bomberos en diversas ocasiones. Si usted, paseante habitual por la Plaza Mayor, calles de Fabriciano Cid y Ramón Álvarez, mira hacia el tejado municipal, apreciará que faltas trozos de piedra en parte de las cornisas.
El propio regidor admitió, en conversación, tras una rueda de prensa realizada cuando se derribó una casa abandonada, cercana al Palacio de Doña Urraca, que en Zamora hay muchos inmuebles en un estado lamentable, casi todos en el casco antiguo. Habría que realizar un estudio de esos edificios, una mayor parte abandonados, para saber cuál es la realidad de su estado arquitectónico.
Invito al ciudadano a darse un paseo por las rúas y plazuelas de la denominada zona noble de la ciudad para observar cuanto he escrito sobre inmuebles en –admítame la expresión- en dudoso estado. Nos jugamos mucho. Cualquier siniestro en uno de estos inmuebles, perjudicará gravemente a quién lo padeciese y, por supuesto, al sector turístico.
Como colofón, citaré edificios en mal estado, solo unos cuantos, pocos para todos los denunciables. Voy a ello: plaza de San Esteban, junto al que limita al este con la iglesia que da nombre al ágora. Observe la fotografía si no suele transitar por esa zona. Sigo. Calle Damas, nada más dejar el Hospital de la Encarnación, a la izquierda. Arriba de la Cuesta del Pizarro, frente al convento del Tránsito. Calle Moreno, al lado de la mansión de la querida familia de los Crespo Neches: muro de piedras. Avanzamos por la Rúa de los Francos, balcones que muestran grietas, en edificio sin habitar. Podría valer por hoy.
Seguiré denunciando el estado de algunas casas del casco antiguo, más bien viejo, de mi ciudad. Por supuesto, propongo al Servicio de Urbanismo del Ayuntamiento, tan criticado por convertir la concesión de licencias en un calvario cronológico.
Eugenio-Jesús de Ávila
Fotografías: Esteban Pedrosa y Enrique Onís
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