Monte La Reina: inversiones, colaboraciones y otras cuitas

No creo que deba alarmarse el personal, aunque el amarillismo periodístico lo intente, con el proyecto de Monte La Reina. El subdelegado del Gobierno en la provincia, comentó hoy que las instituciones públicas deben poner algo de su parte para que ese deseo militar se convierta en realidad económica. Lo que sé al respecto es que solo la Junta de Castilla y León, cuando la presidía Herrera, prometió una aportación económica. El resto de instituciones se comprometieron a colaborar. El Ayuntamiento de Zamora nunca jamás, aunque la ciudad sería una de las grandes beneficiadas de la puesta en marcha de esa Brigada en el viejo y abandonado campo militar.

Ahora bien, lo que se desea saber es cuánto pondrá el ejecutivo de Sánchez al proyecto, que se calcula que costará unos 85 millones de euros. Una vez que el gobierno se confiese, Fernández Mañueco dirá que aporta su ejecutivo. Diputación y Ayuntamiento de Toro colaborarán en diversas obras de infraestructura. Y no sé si Caja Rural dedicará parte de su presupuesto al proyecto.

Ya se sabe que a nuestra provincia siempre le ha costado dinero progresar. Nadie nos ayudó en nada. En tiempos, se cedieron los terrenos, públicos,  del cuartel Viriato para que se asentara un regimiento militar, como fue el Toledo. Después, cuando se vació el castro, el gobierno socialista nos lo quiso cobrar. A otras ciudades, no les costó una peseta o un euro. El Banco de España, el edificio, también hemos tenido que pagarlo, mientras en Salamanca fue un obsequio del gobierno a la ciudad del plateresco. A Zamora se la toman a broma, porque somos cuatro gatos y, además, sin uñas. Lo toleramos todos. En una provincia de ancianos y sin jóvenes, solo se escuchan protestas en los cementerios.

Iberduero hizo lo que le vino en gana con el Esla y el Duero. Se hizo grande en Zamora y después en Salamanca. El dinero se fue para el País Vasco. Aquí emplearon a unos cuantos operarios. Después se los llevaron a la jubilación o a Valladolid. Ahora, como es multinacional, nosotros, mendigos, ya ni sabemos pedir que soterren sus cables, que iluminen nuestros templos y que nos cobren menos por el recibo de la luz.

Felipe González, cuando se sintió liberal y ciertas líneas férreas ocasionaban pérdidas, cerró trayectos que pasaban por Zamora. Su idea ocasionó la pérdida de unos mil operarios de Renfe en nuestra ciudad, que tomaron el portante para irse lejos del Duero. Ahora, Antidio Fagúndez le pidió a Adif que nos regalase los terrenos del complejo ferroviario para dedicarlos a polígono industrial. No creo que se tome en cuenta al diputado nacional del PSOE por Zamora. Nuestros votos apenas tienen valor.

Por cierto, hubo una noticia sobre la muralla que conocimos la pasada semana: el mencionado político socialista se reunía con el ministro de Cultura, para hablar del estado del recinto defensivo medieval de Zamora. Se le prometió intervención urgente en los lienzos más dañados. Traduzco: chapuza inmediata. No se abordó la restauración global de toda la muralla. A nosotros se nos van dando las cosas poco a poco, para que no nos empachemos. A los pobres, habituados a no comer, no les puedes, tras muchos días sin ingerir alimentos, ponerles unos garbanzos con callos para almorzar.

En fin. Esta es la historia de Zamora en democracia, etapa que ha conocido la mayor decadencia económica y demográfica de nuestra provincia. Ahora, soñábamos con Monte La Reina, que se prometió en dos actos celebrados en el Ramos Carrión, en presencia de Pedro Sánchez. Pero hay que apoquinar. Seguro que colaboraremos, porque el dinero de los humildes, que son muy ahorrativos, siempre se gasta cuando se necesitan para emergencias sanitarias, cuando falta la salud. Y esta provincia se está muriendo. Si lo de Monte La Reina no sale, habrá que irle dando la Extremaunción. Que venga Pedro Sánchez con sotana y oficie de sacerdote en este lecho sin almohada ni sábanas en el que la política convirtió a la antaño celebrada Zamora. Nos quedará la Semana Santa para hacer penitencia y como reclamo para almas pías del resto de la nación.

Eugenio-Jesús de Ávila