DENUNCIAS
Nueve euros por perro y cero por parque
Cobrar impuestos por canes, pero sin inversiones
El aviso, mediante carta a cada propietario, informando sutilmente que, desde este año que hemos iniciado, se procedería a cobrar una tasa por tener perro, bastó para que los afectados tomaran, según cada caso, medidas varias. Hubo quien dio de baja a su compañero, por habérselo llevado el tiempo, que no el recuerdo, faltándole ese trámite burocrático. Otros propietarios, con familia en municipios, donde la tenencia de perro no lleva asociado ningún impuesto, optaron por censar allí a sus mascotas. Finalmente, quien, sin otro remedio, de mayor o menor agrado, pagará los nueve euros anuales por cada peludo que tenga.
Careciendo de oportunidades para evadirse del pago, encontrándose disconformes con la medida y ante la imposibilidad de mostrar su malestar de otra manera más coherente y menos agresiva, algunos, solo algunos propietarios, han optado por una medida que se ha propagado fuera de las redes sociales. Dejar de recoger las deposiciones de su perro, las haga, donde las haga. Incoherente, porque no lo sufren los responsables municipales de penalizar la tenencia de can en la ciudad, sino la imagen general de los propietarios de perros y los ciudadanos de a pie, que carecen de otra culpa que haber votado a los actuales gestores municipales. Algo, que, en breve, tendrá su réplica, con la campaña municipal, en la que agentes de paisano procederán a denunciar, tanto a quien no retire de la vía publica los excrementos de su perro, como a aquellos que incumplan otras normas, como la de llevar a su compañero sin correa. Una guerra abierta, con un final sin determinar, y de las que quedan expectantes aquellos que tienen mucho que decir, cuando contemplan a gente con perro feliz.
Lo cierto es que la medida no lleva asociada ninguna mejora, ni para perros ni para sus compañeros humanos, salvo que, últimamente, alguien lo habrá notado, se reponen las bolsas de los dispensadores con mayor frecuencia. Los pipi-canes, esos cuadrados de arena vallados, continúan siendo lugares totalmente insalubres, acumulando excrementos, durante días y contaminando el medio por consiguiente.
Los espacios disponibles, llamados de esparcimiento, para soltar el animal, que pueda jugar y hacer un poco de ejercicio, son los mismos. Consistentes, tan solo en delimitar un trozo de zona verde, con el único coste que de colocar un indicador. Mal repartidos, hay barrios que no disponen de uno cecano, y con muchas carencias. Desde la total ausencia de árboles que puedan dar sombra en verano, del parque de la Frontera, a la falta de simples bancos del Degolladero, las Pallas, o Fuentecilla. Y en todos, se les niega hasta el agua, no disponiendo de una fuente apropiada, las hay entre las disponibles de mobiliario urbano, para beber los animales, obligando a los dueños a llevar un bebedero portátil. Quien paga exige, podrá hacerlo, quien cobra podría prestar los servicios que son demandados.
Manuel Herrero Alonso: texto y fotos
El aviso, mediante carta a cada propietario, informando sutilmente que, desde este año que hemos iniciado, se procedería a cobrar una tasa por tener perro, bastó para que los afectados tomaran, según cada caso, medidas varias. Hubo quien dio de baja a su compañero, por habérselo llevado el tiempo, que no el recuerdo, faltándole ese trámite burocrático. Otros propietarios, con familia en municipios, donde la tenencia de perro no lleva asociado ningún impuesto, optaron por censar allí a sus mascotas. Finalmente, quien, sin otro remedio, de mayor o menor agrado, pagará los nueve euros anuales por cada peludo que tenga.
Careciendo de oportunidades para evadirse del pago, encontrándose disconformes con la medida y ante la imposibilidad de mostrar su malestar de otra manera más coherente y menos agresiva, algunos, solo algunos propietarios, han optado por una medida que se ha propagado fuera de las redes sociales. Dejar de recoger las deposiciones de su perro, las haga, donde las haga. Incoherente, porque no lo sufren los responsables municipales de penalizar la tenencia de can en la ciudad, sino la imagen general de los propietarios de perros y los ciudadanos de a pie, que carecen de otra culpa que haber votado a los actuales gestores municipales. Algo, que, en breve, tendrá su réplica, con la campaña municipal, en la que agentes de paisano procederán a denunciar, tanto a quien no retire de la vía publica los excrementos de su perro, como a aquellos que incumplan otras normas, como la de llevar a su compañero sin correa. Una guerra abierta, con un final sin determinar, y de las que quedan expectantes aquellos que tienen mucho que decir, cuando contemplan a gente con perro feliz.
Lo cierto es que la medida no lleva asociada ninguna mejora, ni para perros ni para sus compañeros humanos, salvo que, últimamente, alguien lo habrá notado, se reponen las bolsas de los dispensadores con mayor frecuencia. Los pipi-canes, esos cuadrados de arena vallados, continúan siendo lugares totalmente insalubres, acumulando excrementos, durante días y contaminando el medio por consiguiente.
Los espacios disponibles, llamados de esparcimiento, para soltar el animal, que pueda jugar y hacer un poco de ejercicio, son los mismos. Consistentes, tan solo en delimitar un trozo de zona verde, con el único coste que de colocar un indicador. Mal repartidos, hay barrios que no disponen de uno cecano, y con muchas carencias. Desde la total ausencia de árboles que puedan dar sombra en verano, del parque de la Frontera, a la falta de simples bancos del Degolladero, las Pallas, o Fuentecilla. Y en todos, se les niega hasta el agua, no disponiendo de una fuente apropiada, las hay entre las disponibles de mobiliario urbano, para beber los animales, obligando a los dueños a llevar un bebedero portátil. Quien paga exige, podrá hacerlo, quien cobra podría prestar los servicios que son demandados.
Manuel Herrero Alonso: texto y fotos
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