Emilia Casas
Domingo, 29 de Marzo de 2020
LITERATURA

Lo siempre posible en la realidad

[Img #36909]Si no supiéramos que existen los libros y que hay personas extravagantes como yo, que se dedican a escribirlos, puede que no se nos ocurriera ser escritores, pero es seguro que esa ignorancia no sería un obstáculo para que cultiváramos el gusto por la ficción. La frase que proclama que «para escribir solo hay que tener algo que decir» (Camilo José Cela), expande su significado: el estilo, el tipo de narrador, la construcción del personaje o el ritmo, son solo las capas superficiales de la escritura (aunque necesarias).  ¿Quién no tiene algo que decir, algo que gritarle al universo? Venga, vomitad, que si os dais cuerda tendréis para escribir treinta y dos novelas. En cualquier parte, en nuestra casa, en nuestra vida diaria, en el interior de cada uno de nosotros, existen historias que merecen ser contadas y que pueden convertirse en una magnífica ficción. El escritor no anda a la busca de historias: escribe porque las ha encontrado y está seguro de que vale la pena contarlas.

“Imagínate una vida lineal, sin miedo. Una vida sin subidas ni bajadas. Sin problemas, sin obstáculos, sin desafíos. ¿Cómo podemos definirnos como seres en constante desarrollo si no es a través de la superación de nuestros temores?”. El corazón en la garganta, el estómago encogido y los pelos del cogote de punta. Cuando tenemos miedo, nuestro cuerpo responde más allá de nuestro control. En la mayoría de las ocasiones no tienen una naturaleza física definida, sino que derivan de un entramado de ideas irracionales basadas mucho más en lo posible que en lo probable. “En la lucha por encontrar su propia voz, el escritor debe encontrarse, literariamente, con su propio ser, con sus miedos. Descender a las profundidades como si cada frase, por ficcional que sea, fuese un espejo de su alma. Cuesta, cuesta mucho, no lo voy a negar. Para que ocurra, hay que traspasar las capas superficiales de la escritura, que tienen mucho que ver con el ego, la autocomplacencia y el postureo. Entonces sí habríamos encontrado nuestra propia voz y fuerza del estilo, y todas las técnicas literarias cumplirán con su objetivo: transmitir con eficacia aquello que tenemos que decir, aunque sea una ficción literaria”.

Imagina que vas caminando por el bosque, en apenas unas décimas de segundo escuchas un ruido y distingues una sombra detrás de unas ramas. Antes siquiera de comprender que se trata de un oso, tu cerebro ya ha desatado una respuesta masiva por su cuenta. Cierto es que todo aquello que no podamos predecir como a nosotros nos gustaría es causa de inquietud, y en nuestros días hay un miedo que supera a los demás: el peligro biológico. La mayoría de los agentes biológicos son difíciles de cultivar y mantener. Muchos se descomponen rápidamente cuando están expuestos a la luz solar y varios factores del medio ambiente, mientras que otros, tienen una vida larga. Cabe destacar, que hasta no hace mucho, algunos expertos afirmaban que había muchas posibles bacterias que modificadas genéticamente, podrían convertirse en grandes armas biológicas. Una de ellas bien podría ser la “Yersinia pestis”. Imaginaros si se hubiera creado una cepa resistente mediante modificación genética; implicaría que la medicina actual no serviría para neutralizar dicha bacteria.

Hasta hace escasas ocho décadas, la historia de la humanidad era, en esencia, la historia de seres humanos dirimiendo sus diferencias en campos de batalla; en guerras y conflictos que deparaban grandes cantidades de muertos. El fin de la Segunda Guerra Mundial redujo el tamaño de las mismas y, desde entonces, las guerras a gran escala han sido menos numerosas. Cada conflicto armado tiene unos motivos que alientan el enfrentamiento entre las partes. Ninguna guerra es igual a otra; cada una obedece a situaciones excepcionales y solo se puede materializar en un espacio y un tiempo específicos. Los que han utilizado sus capacidades para investigar las epidemias y las pandemias saben que estas no atacan solo el cuerpo de los individuos; también afectan el cuerpo social, desnudan las fallas estructurales de los sistemas, ponen en escena intereses políticos, sociales, económicos, y un arsenal de subjetividades y creencias. La batalla no sólo es científica, también es moral y especulativa.

En fin... como puedes apreciar, dentro de todos nosotros hay un novelista oculto que escribe y reescribe a diario una biografía torpe o lujosamente novelada. La literatura es la conexión entre los conceptos de realidad y ficción. Es el mundo de las posibilidades, de lo que pudo ser y nunca fue. No es lo fantástico ni lo inverosímil, sino lo siempre posible en la realidad. Como dijo Hiram Warren Johnson: “La primera víctima en toda guerra, es la verdad”.

Emilia Casas

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