Sábado, 13 de Septiembre de 2025

Lorena Hernández del Río
Martes, 07 de Abril de 2020

15 pasos

Son las seis de la tarde. Desde que se inició este momento inexplicable que nos ha llevado al confinamiento, acudo a mi cita diaria conmigo misma. La primera jornada tuve que buscar estratégicamente el lugar de la casa que me permitiese, sin apenas ser interrumpida, dar quince pasos sin marearme de tanta vuelta. Et voila! Es un lugar que hoy se me antoja grandioso y que hasta la fecha pasó desapercibido. Es el lugar que va de una habitación a otra pasando por un pasillo y que acaba cual meta en un balcón abierto.

Vislumbrar los árboles al llegar al extremo y permitir que el aire de en mi cara, se ha convertido en un auténtico lujo. Mientras realizo mi paseo hasta llegar a los diez mil pasos, no dejo de preguntarme por la situación que estamos viviendo. Es una forma de evadirme del pasillo mientras realizo ejercicio aeróbico.

Hay momentos en que siento rabia, una ira exacerbada hacia los representantes políticos del gobierno de la nación. Creo que ninguno de ellos se encuentra a la altura de las circunstancias salvo honrosas excepciones como la ministra de economía Nadia Calviño. Habla de datos aunque no los tenga todos, como ella misma reconoce. Es capaz de transmitir el mensaje a la opinión pública, pese a que sus informaciones no sean precisamente halagüeñas.

Entre paso y paso, me pregunto si este gobierno actual no precisaría de más mujeres con esa talla técnica y si tan difícil es prescindir del manido discurso de la igualdad que han empleado hasta la saciedad las restantes mujeres de la coalición de gobierno, esas que apartaron con sus guantes morados el informe de la Organización Mundial de la Salud eludiendo la doble responsabilidad que les corresponde: como ciudadanas de a pie y como gestoras de lo público.

Mientras tanto, los independentistas han perdido la escasísima credibilidad que les quedaba, motivada por las innumerables sandeces dichas, su estrechez de miras y fronteras en un mundo colonizado por el virus y ahora, muy especialmente, por la impecable actuación de la UME del ejército de la nación. Los aplausos compartidos de las ocho de la tarde, no van dirigidos ni a los representantes del PSOE ni a sus socios de gobierno. Todos ellos han subestimado a la ciudadanía y más concretamente el presidente del gobierno con esos discursos que recuerdan a las proclamas del difunto Fidel Castro.

Los ciudadanos vienen mostrando diariamente su capacidad de sacrificio. Unos, como el personal sanitario y los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado, asumiendo el riesgo en primera línea de batalla. Otros, asumiendo con preocupación y dignidad a partes iguales los ERTES. Otros, teletrabajando. Otros, motivando y animando a sus hijos o a sus mayores. Otros, sacando a sus rebaños a pastar y otros, como algunos periodistas de renombre, demandando la libertad de expresión que les pretenden usurpar. El discurso impostado del presidente del gobierno inevitablemente me recordó a un cuento sufí que ahora les comparto:

 

-“Ese hombre no dice más que cosas absurdas” dijo el visitante tras oír hablar al maestro. “Tú también dirías cosas absurdas si trataras de expresar lo inexplicable” -Le dijo un discípulo. Cuando el visitante tuvo ocasión de decírselo al propio maestro en persona, éste se limitó a replicarle: “Nadie está libre de decir cosas absurdas. Lo malo es decirlas en tono solemne”.

Lorena Hernández del Río

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