Viernes, 21 de Noviembre de 2025

Eugenio de Ávila
Viernes, 10 de Abril de 2020
PASIÓN POR ZAMORA

Viernes Santo en Zamora: la madrugada más hermosa

[Img #37474]En mi juventud, la madrugada del Viernes Santo me sabía a almendra garrapiñada, ilusión y fe. Apenas había gente en la calle. Tampoco muchos cofrades asistíamos al pregón. Ni casi nadie entraba en San Juan para el baile del “Cinco de Copas”. El trayecto entre la Plaza Mayor y las Tres Cruces solo se soportaba por Thalberg, porque caminábamos solos, sin la compañía de las masas. Los fondos en la plaza de Alemania, en semanas santas frías, resultaban más gélidos que en invierno. Ese espacio urbano parece diseñado por Eolo.

Con el tiempo, perdí fe e ilusión, tanto que me di de baja en la cofradía, a la que mi padre, con solo 7 años me apuntó. A los 24, pasé. Preferí escuchar en mi cama, casi al alba, el merlú y a Thalberg, porque vivía y vivo en el trayecto de la procesión. Creo que estamos ante la hermandad menos cristiana de nuestra Pasión. Lo critico. Soy un ateo. Yo prefiero la fiesta que la penitencia. Sostengo, no obstante, que los hermanos de paso sienten, desde mi ignorancia y ateísmo militante,  algo inexplicable, etéreo, indefinible para cargar más de ocho horas con grupos escultóricos, algunos tan pesados como Las Tres Marías y San Juan.

Reconozco, por otra parte, que la Vulgo Congregación es la procesión más espectacular de nuestra Semana Santa y la más popular. También fue la más cercana a la gente joven hasta que se inventó el “botellón”, que no es otra cosa que la búsqueda de sexo entre los jóvenes a través de unas copas de alcohol ingeridas al aire libre. Entonces, los adolescentes y la primera juventud abandonaron la pequeña cruz y la túnica del Nazareno para ligar en el barullo. Son etapas de la vida en las que el cuerpo masculino fabrica tanto esperma que no se sabe guardarlo dentro.

La marcha de Thalberg, que arregló el Maestro Haedo, abuelo de mi íntimo amigo Pedro Ladoire, se ha convertido en el himno de nuestra ciudad. Si Zamora se convirtiese en ciudad estado, que todo es posible con esta excrecencia política que es España, tal música sonaría al izar nuestra seña bermeja. También se tararea en el Ruta de la Plata y en cualquier otra manifestación de contento de los zamoranos.

Confieso que la Semana Santa de Zamora no sería la misma sin la cofradía de Jesús Nazareno, que la salida del “Cinco de Copas” forma parte, junto al Miserere, de los momentos cumbres de la Pasión; que es en sí misma un espectáculo. Y podría parecer una aberración religiosa desprender tanta euforia, dicha, satisfacción durante la celebración de las horas claves del cristianismo, como la crucifixión del Hijo de Dios. Pero, reitero, me quedo con la Semana Santa como fiesta de la primavera que como tragedia. Celebremos esta madrugada de Viernes Santo, confinados, en efecto, pero recordemos que siempre fue, es y será la más hermosa del año para los zamoranos, creyentes, agnósticos o ávidos de disfrutar de la vida, con cualquier pretexto: cristiano o pagano.

Eugenio-Jesús de Ávila

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