PASIÓN POR ZAMORA
Redención de la pandemia vírica
Nos quieren redimir, hermanos. El Estado, ese monstruo que devora al individuo, que acaba con la libertad individual, desea redimirnos. Pero los zamoranos, los 5.000 hermanos de Jesús Nazareno no necesitan del poder político para redimirse, porque todas las madrugadas de Viernes Santo, al contemplar esa obra de arte de Mariano Benlliure, “Redención”, se liberan de la pena, del dolor, y quedan en completa libertad para gozar de su cuerpo, de sus propiedades. No es el Hijo de Dios quien porta la cruz. Solo un hombre al que el Estado castigó, por ser libre, criticarlo, zaherirlo. Solo un mortal al que la autoridad religiosa, siempre hermanada a la política, consideró enemigo de su status moral e ideológico, pilares de su jerarquía económica.
La cofradía que rompe la madrugada, que recibe el alba en las Tres Cruces, el mayor espectáculo de la Pasión zamorana, representa al pueblo, al zamorano trabajador, al zamorano de clase media, al zamorano rico. Todos son uno, pero cada cual porta su cruz, cada individuo carga con sus kilos de paso, pierde sus calorías, sufre en su organismo. Se unen para alcanzar una meta. Después, cuando se llega al final, una reza, otro llora y aquel sonríe y festeja el éxito de su cofradía. Libertad individual. Redención de un hombre que amaba la libertad, la propia y la ajena; que redime a quien es perseguido, al que padece injusticia, al que el poder lo zahiere, azuza y persigue. Ni el coronavirus, ni las mentiras políticas, ni los engaños de las televisiones podrán evitar nuestra propia redención de la pandemia vírica.
Eugenio-Jesús de Ávila
Nos quieren redimir, hermanos. El Estado, ese monstruo que devora al individuo, que acaba con la libertad individual, desea redimirnos. Pero los zamoranos, los 5.000 hermanos de Jesús Nazareno no necesitan del poder político para redimirse, porque todas las madrugadas de Viernes Santo, al contemplar esa obra de arte de Mariano Benlliure, “Redención”, se liberan de la pena, del dolor, y quedan en completa libertad para gozar de su cuerpo, de sus propiedades. No es el Hijo de Dios quien porta la cruz. Solo un hombre al que el Estado castigó, por ser libre, criticarlo, zaherirlo. Solo un mortal al que la autoridad religiosa, siempre hermanada a la política, consideró enemigo de su status moral e ideológico, pilares de su jerarquía económica.
La cofradía que rompe la madrugada, que recibe el alba en las Tres Cruces, el mayor espectáculo de la Pasión zamorana, representa al pueblo, al zamorano trabajador, al zamorano de clase media, al zamorano rico. Todos son uno, pero cada cual porta su cruz, cada individuo carga con sus kilos de paso, pierde sus calorías, sufre en su organismo. Se unen para alcanzar una meta. Después, cuando se llega al final, una reza, otro llora y aquel sonríe y festeja el éxito de su cofradía. Libertad individual. Redención de un hombre que amaba la libertad, la propia y la ajena; que redime a quien es perseguido, al que padece injusticia, al que el poder lo zahiere, azuza y persigue. Ni el coronavirus, ni las mentiras políticas, ni los engaños de las televisiones podrán evitar nuestra propia redención de la pandemia vírica.
Eugenio-Jesús de Ávila



























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