Sábado, 22 de Noviembre de 2025

Eugenio de Ávila
Viernes, 10 de Abril de 2020
PASIÓN POR ZAMORA

La Real Cofradía del Santo Entierro sí sabe honrar a los muertos

Fotografía de Pedro LadoireViernes Santo. Real Cofradía del Santo Entierro, la preferida de mi abuela materna, Aurora Pichel; de la que mi padre, Antonio de Ávila Comín, fue abad durante tantos años, y la que ahora preside mi amigo Graciliano Hernández del Río, daría hoy sepultura al Hijo de Dios. En Zamora, hoy, se nos ha prohibido enterrar a nuestros muertos. Nunca un muerto se ha sentido tan solo. El Gobierno no ha leído a León Felipe: “Para enterrar a los muertos como debemos, cualquiera sirve, cualquiera… un sepulturero”.

 

Pablo Iglesias, como Pedro Sánchez no ande al loro, en expresión de un moderno, enterrará esta democracia, que para él es burguesa. Nuestro Lenin de bolsillo, el que desconocía el “imperativo categórico” kantiano, prefiere la democracia popular, la de 1917, en la U.R.S.S., la de los países del Este europeo, la de Corea del Norte, comunismo monárquico, la de Cuba, donde un tercio de la población vive en el exilio, país caribeño muy visitado por machos españoles e italiano en busca de sexo barato. Ahora quiere repartir 500 euros entre los necesitados. La caridad del rico. Nada nuevo. Así se lava la conciencia. Que él y todos los diputados y senadores dejen de cobrar, al menos, la mitad de sus sabrosos salarios para invertir en Sanidad y Educación. El hombre que inventó la caridad creó al pobre y le dio pan. Algo parecido cantaba Víctor Manuel cuando yo era joven. Favorezca usted, preclara inteligencia política, la iniciativa privada, que cumpla con la Ley, para que no explote al empleado, y cree puestos de trabajo con sueldos justos y decentes. No dé limosnas, con el único objetivo de formar rebaños de ovejas humanas, que abrevan en pesebres públicos. No compre la libertad al obrero. Enséñele a trabajar, a prosperar, a progresar. No cree mendigos públicos, menesterosos del Estado.

 

En breve, cuando la pandemia vírica desemboque en el río infestado de la pandemia económica, Pablo Iglesias administrará nuestra miseria con sus leyes económicas. ¡Qué sabe este burguesazo de economía! ¿Conoce  acaso cómo vive un obrero  desempleado en España? ¿Tiene callos en las manos este líder machista del feminismo? ¿Cuántos trabajadores, de verdad, no funcionarios de grupos A y B, forman parte de la dirección de Unidas Podemos?  ¿El obrero soviético vivía mejor que el norteamericano, se podía afiliar a un sindicato? ¿El obrero de la Alemania Federal, el que trabajaba en la BMV o Mercedes, Siemens , Miele o Braun, padecía más penurias económicas que el de la Alemania Democrática?  La mayor matanza de obreros habrá que endosarla al ejército rojo, dirigido por Trotsky, cuando en el año 1921, masacraron  en Kronstadt. 10.000 muertos. ¿Quién los enterró? Eso es historia. Nunca memoria. Esa es la historia que no se enseña en los institutos ni en las universidades.

 

Esta tarde, pues, no habrá procesión en Zamora. Tampoco por la noche Nuestra Madre se verá acompañada de sus hijas por las calles de la vieja ciudad. No sé, si en el futuro, cuando Iglesias imponga sus tesis, desfilarán grupos escultóricos, acompañados de cofrades y damas. Quizá lo permita, porque esa tradición centenaria posee tal arraigo entre la mayor parte de la población, que sería imposible enterrarla. No obstante, me temo que la miseria impedirá que el pueblo llano, el zamorano trabajador, pueda asumir el gasto que supone la confección de túnicas. Habrá que estatalizar las cofradías, las túnicas, los hachones, las velas, el incienso e incluso hasta las lágrimas, para que el llanto sea totalitario. “Todo en el Estado, nada contra el Estado, nada fuera del Estado”. Cosas de Mussolini, que huyó del PSI italiano porque se había aburguesado. Sánchez acabará siendo comunista, porque el PSOE también se derechizó.

 

Un Estado, que impide enterrar a sus muertos, acompañarlos hasta el cementerio, despedirse con un último beso, nos robará la propiedad sobre nosotros mismos. Sin propiedad privada no existe libertad. Me temo que el Estado también se quedará con mi cadáver. Yo no podré tener un santo entierro, ni decidir sobre mis restos, si los quiero en polvo o conservar mis huesos en un féretro.

 

Como se sabe, nuestra Semana Santa la estudio desde la psicología de masas y la sociología. La contemplo como un cristiano ateo. Nuestras cofradías, como la del Santo Entierro sabe honrar a sus muertos. De momento, el Estado español desconoce cómo venerar y ensalzar a sus muertos.

 

Eugenio-Jesús de Ávila

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