Las nubes se enfadaron y escupieron una tormenta

Cuando las nubes confluyen en histerismo, segregan tormentas. También los cúmulos se enfadan de tanta palabra de vapor de agua. Después de criticar a los cirros, cuando pueden se enojan y claman rayos y centellas. Ahí, arriba, unas y otras juegan con la presión, que es una señorita muy voluble, que sube y baja, que nos afecta a los humanos, que nos duerme o nos dispone para la euforia.

Ahora, mientras sonaban las ocho y la buena gente abarrotaba balcones y ventanas, las nubes vomitaron su mala baba en forma de agua, que también parecía muy enfadada, para clavar rejones a los jardines y muerdos húmedos a las tiernas hojas, que todavía no han caído en la cuenta que la clorofila las pone verdes, que ya es primavera.

Esta tormenta también se ha enfadado con la incapacidad de este gobierno, con la propaganda de estos progres de ultraizquierda, como los colegios de médicos, enfermeras, veterinarios, farmacéuticos, autónomos…de todos los que pensamos en libertad, con la cabeza, nunca con las vísceras. Benditas nubes que llovéis sobre esta alarma incomprensible, sobre esta Humanidad desalmada, sobre esta sociedad sin valores.

Eugenio-Jesús de Ávila