DENUNCIAS
Continúa la controversia por las recomendaciones para el paseo de perros
Los propietarios de perros se sienten señalados por el dedo, mientras nadie vigila que haya personas que acudan varias veces al día al supermercado para compras mínimas.
![Fotografía de Manuel Herrero Alonso]](http://eldiadezamora.es/upload/images/04_2020/5032_caca-2.jpg)
Estamos ante unas circunstancias excepcionales y del cumplimiento estricto de las normas dependerá el resultado. Cuando desde los balcones se observan ciertos desplazamientos, a veces no se entra a valorar la justificación para realizarlos y sirven para poner en entredicho, a unos y a otros, solo por salir a la calle.
Actualmente, las competencias en materia de movilidad corresponden al Estado, que, disponiendo de medios, actuará ante las situaciones concretas que se planteen. Sin embargo, mediante una recomendación, la Alcaldía quiso ser más papista que el papa y limitar los paseos de los perros a una irrisoria distancia: no mayor de doscientos metros de donde tengan asignados su domicilio.
No conforme con lo anterior y demostrando un nulo desconocimiento de la realidad canina zamorana, se permitió indicar un horario en mañana y tarde para sacar al animal. Por fortuna, vivimos en democracia, pero, aun así, se permite entrever de lo que hubieran sido capaces algunos regidores en otros tiempos.
El resultado de la recomendación municipal es el siguiente: hay quien continúa con su hábitos, en los márgenes permitidos por el Gobierno: paseos para perros, llevándolos hasta el lugar donde tanto ha costado educarlos para que hagan sin problemas sus necesidades. Con lo que no molestan a nadie, ni causan inconvenientes a ningún vecino.
Otros, acaso influenciados por el miedo, se limitan a sacar a su mascota alrededor de la manzana. Con lo que la misión para la que salió de casa se ve cumplida en la misma acera. Su retirada es de gran sencillez, pero la falta de costumbre impera para algunos y hay quien deja los excrementos entre las baldosas. Tampoco falta quien muestra, de esta manera, su rechazo a la falta de sensibilidad de la Alcaldía, en este momento, como en otros anteriores para con los zamoranos felices, a pesar de las trabas del regidor, por tener mascota.
Llama poderosamente la atención alguien solitario con un perro en la calle. Invisibles para la administración parecen los que acuden, cuantas veces les conviene a lo largo del día, a cualquier supermercado repleto de gente a por una sola cosa. A estos, no les ponen restricciones ni horarios.
Manuel Herrero Alonso
Estamos ante unas circunstancias excepcionales y del cumplimiento estricto de las normas dependerá el resultado. Cuando desde los balcones se observan ciertos desplazamientos, a veces no se entra a valorar la justificación para realizarlos y sirven para poner en entredicho, a unos y a otros, solo por salir a la calle.
Actualmente, las competencias en materia de movilidad corresponden al Estado, que, disponiendo de medios, actuará ante las situaciones concretas que se planteen. Sin embargo, mediante una recomendación, la Alcaldía quiso ser más papista que el papa y limitar los paseos de los perros a una irrisoria distancia: no mayor de doscientos metros de donde tengan asignados su domicilio.
No conforme con lo anterior y demostrando un nulo desconocimiento de la realidad canina zamorana, se permitió indicar un horario en mañana y tarde para sacar al animal. Por fortuna, vivimos en democracia, pero, aun así, se permite entrever de lo que hubieran sido capaces algunos regidores en otros tiempos.
El resultado de la recomendación municipal es el siguiente: hay quien continúa con su hábitos, en los márgenes permitidos por el Gobierno: paseos para perros, llevándolos hasta el lugar donde tanto ha costado educarlos para que hagan sin problemas sus necesidades. Con lo que no molestan a nadie, ni causan inconvenientes a ningún vecino.
Otros, acaso influenciados por el miedo, se limitan a sacar a su mascota alrededor de la manzana. Con lo que la misión para la que salió de casa se ve cumplida en la misma acera. Su retirada es de gran sencillez, pero la falta de costumbre impera para algunos y hay quien deja los excrementos entre las baldosas. Tampoco falta quien muestra, de esta manera, su rechazo a la falta de sensibilidad de la Alcaldía, en este momento, como en otros anteriores para con los zamoranos felices, a pesar de las trabas del regidor, por tener mascota.
Llama poderosamente la atención alguien solitario con un perro en la calle. Invisibles para la administración parecen los que acuden, cuantas veces les conviene a lo largo del día, a cualquier supermercado repleto de gente a por una sola cosa. A estos, no les ponen restricciones ni horarios.
Manuel Herrero Alonso
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