Cerrar a tiempo las piernas

Me pilla esta nueva columna en lo que se ha dado en llamar -no sé si acertadamente- el desconfinamiento, que se ha traducido en agujetas en mi caso y ciertas dudas a la hora de lanzarme a la calle en un principio, pero que acabé acatando con demasiado entusiasmo, como se puede desprender de mis dolencias físicas, por lo que he retomado el camino con más calma, a la espera de nuevos resultados. Que tiempo ya tendré de desfogarme o desfondarme, de viajar con o sin maleta si el viaje es a la vuelta de la esquina.
Me pilla, también, esta nueva columna, a las puertas de una prórroga más, necesaria, sin duda, que peligraba pasar la criba política, pero que ha pasado el filtro en las últimas horas, con el apoyo del Ciudadanos de Inés Arrimadas, en su bautizo ante una gran decisión política. No pasará a la historia esta pandemia por sus grandes gestos políticos, ni tan siquiera por la grandeza de sus políticos, con errores de bulto, tanto a nivel estatal como autonómicos y una oposición, miserable en muchos casos, que se ha retratado más en poses electoralistas que consecuentes. Habré de quedarme con el gran público, el encerrado y el esencial, pero con la duda de esas minorías que no acatan las medidas que siguen vigentes, aún con sus cambios, que pueden llevarnos hacia atrás, a desandar lo logrado, a cuenta de ese pocos por muchos, a cuenta de esos cuatro gatos que solemos decir, que no deberían influir sobre el resto, pero ahí tenemos los pasos elevados, las cámaras de seguridad y esos detalles cotidianos que nos fueron impuestos precisamente por esos “cuatro gatos” que no cumplían. Ya solo desear que mi próxima columna la escriba dando adiós a un mal sueño, les cuento mientras en el Congreso unos señores a los que nunca voté, nos hablan con sus verdades y mentiras a medias, a ver si nos la cuelan o nos meten un gol o nos quedan preñados de sus incongruencias si no somos capaces de cerrar a tiempo las piernas.