RAMÓN J. SENDER
"Muerte en Zamora"
En muchas ocasiones, acontecimientos no trascendentes, pero sí placenteros –cuando lo son– o desgraciados, todos lo demás, dependen, y tienen su origen, en unas personas que consiguieron transmitir, consiguen que germine, en algún lugar cerca de nuestro corazón, una pequeña semilla de una planta perenne que, 50 años después, aún cobija nuestro último tramo del recorrido.
Algunas de esas personas, por suerte para mí, siguen estando en mi mente. Fueron dos de mis profesores del Colegio. A ellos quiero hacerles este pequeño reconocimiento...dónde quiera que se encuentren. Con D. Eustáquio conocí y aprendí a “utilizar” la FILOSOFÍA. Sus clases fueron para mí un “placer no compartido”...máxime si “tú eras de ciencias”. La LITERATURA, y el “amor por los libros”, en el mejor sentido del término, lo percibí en las clases del padre Pagola. Su constitución enfermiza, sólo era superada por la sensibilidad de su espíritu al acercarse a una obra, a un autor, a un género...
Viene esto a cuento al terminar de “cerrar uno de esos círculos” que empecé a trazar en aquellos primeros momentos. Un escritor: RAMON J. SENDER. Una novela: “Crónica del Alba”.
Ambos dados a conocer por el profesor de literatura, aún “solapadamente”, al tratarse de un “escritor maldito” para el “Régimen”, exiliado en EEUU, al comienzo de la Guerra Civil, tras una participación muy activa durante la República y el Alzamiento. Tras “Crónica del Alba”, fueron viniendo otras de sus novelas, “La Tesis de Nancy”, “Los Cinco Libros de Ariadna”..., muchos ya desde la anhelada “Librería Cervantes”, de mi época en Salamanca...para continuar con las casetas de libros en la Cuesta Moyano, de Madrid y, sobre todo, en su Feria del Libro...en mi siguiente andadura formativa.
Pero aún hubo de pasar un tiempo hasta que llegase a tener conocimiento de un acontecimiento insospechado: Sender se había casado con una zamorana, de nombre AMPARO BARAYÓN. Esta mujer, de mirada directa y sincera, posiblemente adelantada a su tiempo, consiguió aprobar las oposiciones a “la Telefónica” y ser destinada al edificio que aún mantiene la empresa en la Gran Vía de Madrid, sobre 1930. Podemos imaginarla como la “mujer más feliz”, dejando atrás la vida de provincias, para llegar a la Capital, con la independencia conseguida con tu trabajo. Este es el momento en el que conoce a Sender, comienzan su relación y tienen su primer hijo, Monchín. El nacimiento de su hija Andrea, prácticamente coincidió con el Alzamiento Nacional. La importancia que le dieron al hecho, aún siendo infinitamente menor de lo que finalmente resultó, le hizo tomar a Sender una decisión de la que nunca dejaría de sentirse culpable: que su mujer Amparo y sus hijos fuesen a Zamora, “mientras todo aquello pasaba”...puesto que “en casa” estarían todos más seguros. Él volvería a Madrid para unirse a la defensa de la capital. Nunca más volvieron a reunirse.
La familia de Amparo Barayón regentaban el “Café Iberia” y vivían en los pisos del mismo edificio. Por lo que he podido averiguar, y no quisiera estar equivocándome, este establecimiento es el que pasó a denominarse como ya lo hemos conocido casi todos: “Café España”, en la Plaza Mayor, al lado del Ayuntamiento. Al poco tiempo de llegar esta parte de la familia a Zamora, detuvieron al hermano de Amparo, en Toro. Al ir a pedir algún tipo de explicación al Gobernador Civil por ese atropello...fue detenida ella, y llevada con su bebé a la cárcel. Al poco tiempo a su hermano le “dieron el paseo”. Pocas semanas después hicieron lo propio con ella: fue llevada al cementerio, y ante sus muros, fue ejecutada. Una labor de “intermediación de la Cruz Roja” permitió que llevasen en una ambulancia, a Monchín y Andrea, hasta la frontera francesa, donde fueron intercambiados y entregados a su padre, exiliándose todos a EEUU, como ya he comentado.
Y todo esto lo conocemos, puesto que Monchín, RAMÓN SENDER BARAYÓN, decidió a principios de los “años 80”, una vez fallecido su padre, y ya con la Democracia re-instaurada en nuestro país, hacer un viaje a Zamora, para “reencontrase con su madre”, con la ciudad que la delató, asesinó y con los acontecimientos y personas que podían devolverle <<algo>> de lo que el destino le había arrebatado y, como siempre, a cambio de nada. Y, fruto de ello, surgió “MUERTE EN ZAMORA”, del hijo de Ramón J. Sender y Amparo Barayón.
Es un libro duro y difícil de leer. Supongo que más para un zamorano, al que los sitios que se citan, le suponen un placer el poderlos reconocer. Con muchas de las personas que son citadas, en el “presente del libro”, o en el “pasado de la acción”, también. Pero con las que delataron a Amparo, como fue uno de sus cuñados, con los que dieron la orden de detención...con el médico que NO la atendió en la cárcel, el gobernador que firmó la orden de ajusticiamiento, el cura que no le quiso dar la absolución por no estar casada por la iglesia...con todas esas personas que son citadas, con nombres y apellidos, que conoces, o conociste, se sufre al constatar “qué y cómo” se podían hacer las cosas...cuando TODOS PERDEMOS EL SENTIDO.
A Ramón y a Andrea, dónde quiera que se encuentren, desde SU Zamora, un abrazo, mi reconocimiento a la obra de su padre, mi orgullo por la integridad de su madre y mi felicitación por la entereza al escribir este libro.
Gonzalo Julián
(Con mi gratitud a mi amigo Paco, que me ha ayudado a cerrar “mi círculo”, prestándome este libro)
En muchas ocasiones, acontecimientos no trascendentes, pero sí placenteros –cuando lo son– o desgraciados, todos lo demás, dependen, y tienen su origen, en unas personas que consiguieron transmitir, consiguen que germine, en algún lugar cerca de nuestro corazón, una pequeña semilla de una planta perenne que, 50 años después, aún cobija nuestro último tramo del recorrido.
Algunas de esas personas, por suerte para mí, siguen estando en mi mente. Fueron dos de mis profesores del Colegio. A ellos quiero hacerles este pequeño reconocimiento...dónde quiera que se encuentren. Con D. Eustáquio conocí y aprendí a “utilizar” la FILOSOFÍA. Sus clases fueron para mí un “placer no compartido”...máxime si “tú eras de ciencias”. La LITERATURA, y el “amor por los libros”, en el mejor sentido del término, lo percibí en las clases del padre Pagola. Su constitución enfermiza, sólo era superada por la sensibilidad de su espíritu al acercarse a una obra, a un autor, a un género...
Viene esto a cuento al terminar de “cerrar uno de esos círculos” que empecé a trazar en aquellos primeros momentos. Un escritor: RAMON J. SENDER. Una novela: “Crónica del Alba”.
Ambos dados a conocer por el profesor de literatura, aún “solapadamente”, al tratarse de un “escritor maldito” para el “Régimen”, exiliado en EEUU, al comienzo de la Guerra Civil, tras una participación muy activa durante la República y el Alzamiento. Tras “Crónica del Alba”, fueron viniendo otras de sus novelas, “La Tesis de Nancy”, “Los Cinco Libros de Ariadna”..., muchos ya desde la anhelada “Librería Cervantes”, de mi época en Salamanca...para continuar con las casetas de libros en la Cuesta Moyano, de Madrid y, sobre todo, en su Feria del Libro...en mi siguiente andadura formativa.
Pero aún hubo de pasar un tiempo hasta que llegase a tener conocimiento de un acontecimiento insospechado: Sender se había casado con una zamorana, de nombre AMPARO BARAYÓN. Esta mujer, de mirada directa y sincera, posiblemente adelantada a su tiempo, consiguió aprobar las oposiciones a “la Telefónica” y ser destinada al edificio que aún mantiene la empresa en la Gran Vía de Madrid, sobre 1930. Podemos imaginarla como la “mujer más feliz”, dejando atrás la vida de provincias, para llegar a la Capital, con la independencia conseguida con tu trabajo. Este es el momento en el que conoce a Sender, comienzan su relación y tienen su primer hijo, Monchín. El nacimiento de su hija Andrea, prácticamente coincidió con el Alzamiento Nacional. La importancia que le dieron al hecho, aún siendo infinitamente menor de lo que finalmente resultó, le hizo tomar a Sender una decisión de la que nunca dejaría de sentirse culpable: que su mujer Amparo y sus hijos fuesen a Zamora, “mientras todo aquello pasaba”...puesto que “en casa” estarían todos más seguros. Él volvería a Madrid para unirse a la defensa de la capital. Nunca más volvieron a reunirse.
La familia de Amparo Barayón regentaban el “Café Iberia” y vivían en los pisos del mismo edificio. Por lo que he podido averiguar, y no quisiera estar equivocándome, este establecimiento es el que pasó a denominarse como ya lo hemos conocido casi todos: “Café España”, en la Plaza Mayor, al lado del Ayuntamiento. Al poco tiempo de llegar esta parte de la familia a Zamora, detuvieron al hermano de Amparo, en Toro. Al ir a pedir algún tipo de explicación al Gobernador Civil por ese atropello...fue detenida ella, y llevada con su bebé a la cárcel. Al poco tiempo a su hermano le “dieron el paseo”. Pocas semanas después hicieron lo propio con ella: fue llevada al cementerio, y ante sus muros, fue ejecutada. Una labor de “intermediación de la Cruz Roja” permitió que llevasen en una ambulancia, a Monchín y Andrea, hasta la frontera francesa, donde fueron intercambiados y entregados a su padre, exiliándose todos a EEUU, como ya he comentado.
Y todo esto lo conocemos, puesto que Monchín, RAMÓN SENDER BARAYÓN, decidió a principios de los “años 80”, una vez fallecido su padre, y ya con la Democracia re-instaurada en nuestro país, hacer un viaje a Zamora, para “reencontrase con su madre”, con la ciudad que la delató, asesinó y con los acontecimientos y personas que podían devolverle <<algo>> de lo que el destino le había arrebatado y, como siempre, a cambio de nada. Y, fruto de ello, surgió “MUERTE EN ZAMORA”, del hijo de Ramón J. Sender y Amparo Barayón.
Es un libro duro y difícil de leer. Supongo que más para un zamorano, al que los sitios que se citan, le suponen un placer el poderlos reconocer. Con muchas de las personas que son citadas, en el “presente del libro”, o en el “pasado de la acción”, también. Pero con las que delataron a Amparo, como fue uno de sus cuñados, con los que dieron la orden de detención...con el médico que NO la atendió en la cárcel, el gobernador que firmó la orden de ajusticiamiento, el cura que no le quiso dar la absolución por no estar casada por la iglesia...con todas esas personas que son citadas, con nombres y apellidos, que conoces, o conociste, se sufre al constatar “qué y cómo” se podían hacer las cosas...cuando TODOS PERDEMOS EL SENTIDO.
A Ramón y a Andrea, dónde quiera que se encuentren, desde SU Zamora, un abrazo, mi reconocimiento a la obra de su padre, mi orgullo por la integridad de su madre y mi felicitación por la entereza al escribir este libro.
Gonzalo Julián
(Con mi gratitud a mi amigo Paco, que me ha ayudado a cerrar “mi círculo”, prestándome este libro)
Ramón Sender Barayón | Jueves, 04 de Junio de 2020 a las 20:54:28 horas
Thank you, Julian Gonzalo, for your comments. I am especially pleased because 'Muerte En Zamora' has recently been reissued in Spanish in a much improved edition by postmetropoliseditorial@gmail ****
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