FUTURO
¿Hacia la distopía?
Desde que Platón escribiera “La República” hasta que Margaret Atwood ideara su maravillosa novela distópica “El cuento de la criada” han pasado muchos siglos. Desde la concepción de la utopía platónica como función medidora de la distancia que nos resta para llegar a lo ideal, hasta la llegada de Tomas Moro con su obra publicada en 1516 han pasado también unos cuantos siglos. El filósofo y político londinense, entendía que para conseguir la utopía, las casas y los bienes serían propiedad colectiva y las personas pasarían su tiempo libre, dedicadas a la lectura y a las artes.
Este concepto de utopía, se encontró con el reverso tenebroso cuando John Stuart Mill empleó por primera vez el término distopía en el curso de una intervención parlamentaria, introduciéndola en un discurso pronunciado ante la Cámara de los Comunes. De ahí, la palabra saltó al género literario novelado, cuyo principal exponente fue Aldous Huxley con su obra “Un mundo feliz”. En ella, describía la distopía como un mundo en el que la guerra y la pobreza habían sido erradicadas, pero también el libre albedrío. A este, le siguió G. Orwell al describir una sociedad en la que había severos mecanismos de control y en el que se encontraba un dictador al que llamó Gran Hermano.
Estas magníficas obras literarias contemplaron la distopía acuñándola como un género de ficción y de realización futura. Hasta ese momento, podríamos permanecer todos tranquilos: sociedad de ficción y futura. Esta misma acepción fue la introducida en el año 2014 por la Real Academia Española.
¿Futura? Las casas como propiedad colectiva, nos hace recordar el último reconocimiento a los ocupas.
¿Futura? Las personas pasarían su tiempo libre, dedicadas a la lectura y a las artes. Se me ocurre, quizá porque están desempleadas, incursas en ERTES o esperando a poder realizar su trabajo. Que se les pregunte a los abogados en el ejercicio profesional sobre la suspensión de los plazos procesales...
¿Futura? La sociedad se presenta como un espacio en disputa, en el que se niega cualquier espacio social, donde el Estado aparece confrontado al ciudadano. Que les pregunten a los propietarios de negocios de hostelería sobre los espacios sociales y su viabilidad en el mantenimiento del negocio.
¿Futura? Donde los derechos éticamente validados y con una larga experiencia secular comienzan a ser vulnerados. Pongamos solo un ejemplo: el derecho a la información que no es solo derecho fundamental y el ejercicio de la profesión periodística, sino que también es un derecho que posibilita el desarrollo democrático de la sociedad. Dejando de lado las parafernalias jurídicas, estamos acudiendo como espectadores, al cierre de algunas páginas de internet en las que curiosamente sus contenidos no son coincidentes con la línea ideológica del Gobierno.
¿Futura? Recuerdo una frase del ahora Vicepresidente del Gobierno: “La Constitución si se saca, no es para enseñarla, es para aplicarla”. Pues ahora es toca aplicarla. Hagamos un llamado a la ética democrática, en la que todo español no solo tenga el deber sino el derecho a trabajar. Se pretende hacinar a parte de la población activa en el pesebre del salario mínimo vital, sin contar con presupuesto propio que haga frente a esta debacle social.
¿Futura? Sociedad alienada, controlada, dominada dentro de un espacio opresivo y castigador. Recordemos las numerosísimas propuestas de sanción en toda España ante incumplimientos del confinamiento y la negación al ejercicio de derecho de manifestación mediante filas de coches en Madrid.
¿Futura? La Constitución no contiene en su articulado la palabra cogobernanza, sino un sistema de reparto competencial entre Estado y Comunidades Autónomas. Ahora que la idea de los pactos ha quedado resquebrajada, vuelta con la burra al trigo, introduciendo la cogobernanza. Cogobernar es gobernar con, es gobernar en plano de igualdad. Cogobernar no es que las Comunidades Autónomas realicen propuestas y que el Sr. Illa, Ministro de Sanidad, decida resolver concediendo o denegando.
¿Futura? Falta identificar al Gran Hermano. ¿O serán varios y estarán cogobernando?
Lorena Hernández del Río
Desde que Platón escribiera “La República” hasta que Margaret Atwood ideara su maravillosa novela distópica “El cuento de la criada” han pasado muchos siglos. Desde la concepción de la utopía platónica como función medidora de la distancia que nos resta para llegar a lo ideal, hasta la llegada de Tomas Moro con su obra publicada en 1516 han pasado también unos cuantos siglos. El filósofo y político londinense, entendía que para conseguir la utopía, las casas y los bienes serían propiedad colectiva y las personas pasarían su tiempo libre, dedicadas a la lectura y a las artes.
Este concepto de utopía, se encontró con el reverso tenebroso cuando John Stuart Mill empleó por primera vez el término distopía en el curso de una intervención parlamentaria, introduciéndola en un discurso pronunciado ante la Cámara de los Comunes. De ahí, la palabra saltó al género literario novelado, cuyo principal exponente fue Aldous Huxley con su obra “Un mundo feliz”. En ella, describía la distopía como un mundo en el que la guerra y la pobreza habían sido erradicadas, pero también el libre albedrío. A este, le siguió G. Orwell al describir una sociedad en la que había severos mecanismos de control y en el que se encontraba un dictador al que llamó Gran Hermano.
Estas magníficas obras literarias contemplaron la distopía acuñándola como un género de ficción y de realización futura. Hasta ese momento, podríamos permanecer todos tranquilos: sociedad de ficción y futura. Esta misma acepción fue la introducida en el año 2014 por la Real Academia Española.
¿Futura? Las casas como propiedad colectiva, nos hace recordar el último reconocimiento a los ocupas.
¿Futura? Las personas pasarían su tiempo libre, dedicadas a la lectura y a las artes. Se me ocurre, quizá porque están desempleadas, incursas en ERTES o esperando a poder realizar su trabajo. Que se les pregunte a los abogados en el ejercicio profesional sobre la suspensión de los plazos procesales...
¿Futura? La sociedad se presenta como un espacio en disputa, en el que se niega cualquier espacio social, donde el Estado aparece confrontado al ciudadano. Que les pregunten a los propietarios de negocios de hostelería sobre los espacios sociales y su viabilidad en el mantenimiento del negocio.
¿Futura? Donde los derechos éticamente validados y con una larga experiencia secular comienzan a ser vulnerados. Pongamos solo un ejemplo: el derecho a la información que no es solo derecho fundamental y el ejercicio de la profesión periodística, sino que también es un derecho que posibilita el desarrollo democrático de la sociedad. Dejando de lado las parafernalias jurídicas, estamos acudiendo como espectadores, al cierre de algunas páginas de internet en las que curiosamente sus contenidos no son coincidentes con la línea ideológica del Gobierno.
¿Futura? Recuerdo una frase del ahora Vicepresidente del Gobierno: “La Constitución si se saca, no es para enseñarla, es para aplicarla”. Pues ahora es toca aplicarla. Hagamos un llamado a la ética democrática, en la que todo español no solo tenga el deber sino el derecho a trabajar. Se pretende hacinar a parte de la población activa en el pesebre del salario mínimo vital, sin contar con presupuesto propio que haga frente a esta debacle social.
¿Futura? Sociedad alienada, controlada, dominada dentro de un espacio opresivo y castigador. Recordemos las numerosísimas propuestas de sanción en toda España ante incumplimientos del confinamiento y la negación al ejercicio de derecho de manifestación mediante filas de coches en Madrid.
¿Futura? La Constitución no contiene en su articulado la palabra cogobernanza, sino un sistema de reparto competencial entre Estado y Comunidades Autónomas. Ahora que la idea de los pactos ha quedado resquebrajada, vuelta con la burra al trigo, introduciendo la cogobernanza. Cogobernar es gobernar con, es gobernar en plano de igualdad. Cogobernar no es que las Comunidades Autónomas realicen propuestas y que el Sr. Illa, Ministro de Sanidad, decida resolver concediendo o denegando.
¿Futura? Falta identificar al Gran Hermano. ¿O serán varios y estarán cogobernando?
Lorena Hernández del Río
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