Jueves, 25 de Septiembre de 2025

Ricardo Campos
Martes, 12 de Mayo de 2020
REFLEXIONES DE UN PINCHE FELIZ (XXI)

Más nos vale

[Img #39030]Como cada mañana, comienzo el día café en mano, buceando en la prensa, asomándome al mundo a través de la pantalla de trece pulgadas, desayunando actualidad. La verdad es que, si te dejas llevar, asusta lo que se otea desde la atalaya virtual: crispación, dolor, angustia, crisis, desconfianza, preocupación por el futuro, ansiedad del pasado, palos de ciego en el presente, muy poco alentador, la verdad. 

 

Pero también hay retazos de esperanza, de ilusión, de solidaridad, de humanidad en todo este caos. Aunque a veces se asocie esta esperanza a la ingenuidad o a la "fe ciega", e incluso se la dote de mala reputación y se la subestime. Nada está más lejos de la realidad, precisamente en estos tiempos difíciles es cuando más se precisa de aliento y esperanza como motores para la superación de los grandes retos que se avecinan.

 

Y ciertamente, no solo son palabras de gurú. Los neurocientíficos han descubierto que cultivando la esperanza se favorece, a nivel cerebral, el bienestar psicológico, la reducción del impacto del estrés y la ansiedad. Por así decir, la neurobiológia de la esperanza nos dice que los humanos precisamos de esa dimensión como un mecanismo más de supervivencia, como una brújula existencial que nos alienta en momentos complicados. Un estudio, llevado a cabo por el doctor Jerome Groopmam , con casos reales sobre pacientes que atravesaban duras enfermedades, reveló como lidiaban e incluso mejoraban su estado, al mantener un enfoque de esperanza alentador. Según el estudio, el impacto de la esperanza a nivel cerebral es inmenso, actuando incluso cómo un mecanismo protector capaz de reducir el miedo y toda esa neuroquímica asociada a la ansiedad, demostrándose un nivel mucho más bajo de cortisol, la hormona que liberamos como respuesta al estrés. La conclusión del estudio es que estamos comenzando a apreciar el verdadero alcance de la esperanza, aún sin haber definido sus limites y potencial, se vislumbra como el corazón mismo de la curación, como un eje vital de ésta.

 

Y es cierto que ser esperanzador en los malos tiempos es algo más que una tontería romántica, se trata de ser conscientes de que sin esperanza no se puede vivir, que el infierno es la desesperanza, como se leía en la inscripción que dibujó Dante a la entrada de su infierno "...abandonad toda esperanza, vosotros los que entráis."

 

A pesar de que la historia humana esta llena de conjuras, malicias, crueldad, codicia, soberbia, y mil defectos más, también aparecen en entre los ingredientes de este gran puchero histórico, la compasión, el sacrificio, el coraje, la bondad y la esperanza.

No se trata de creer que la vida siempre será justa, que será un cándido paseo alegre, no. Se trata de saber que será injusta, decepcionante, llena de obstáculos, pruebas y tribulaciones, y aún así conservar siempre encendida una chispa de esperanza, de motivación positiva. De una manera que signifique, como dijo Václav Havel, que la esperanza no es solo una convicción de que algo va a salir bien, no es solo optimismo, sino entender que ese algo tiene sentido, independientemente de cómo resulte. En realidad, reconocer que esa meta merece el esfuerzo.

 

Espero que a todos los niveles, colectivo como especie, como humanidad y a nivel individual, como personas, seamos capaces de aprender del sueño del pasado y de la ilusión del futuro por medio del presente; de intentar vivir bien el hoy para hacer del ayer un recuerdo feliz y del mañana una visión de esperanza. Más nos vale.

 

“El camino que se construye en la esperanza es más agradable para el viajero que el camino construido en la desesperación, a pesar de que ambos llevan al mismo destino.”

  * Marion Zimmer Bradley

 

Ricardo Campos Palero

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