Lunes, 22 de Septiembre de 2025

Kebedo
Sábado, 16 de Mayo de 2020
MARISOL

Nueve semanas y media

[Img #39229]Ayer me encontré con mi vecina Marisol, ya en la calle, porque ya nos han dado bula para salir, estabulados, eso sí, pero en la calle, y me dijo –Nueve semanas y media- y yo pensé, inocente de mí,  que se refería a esa mediocre película erótica protagonizada por Kim Basinger y Mickey Rourke,  en la que lo más destacable es el uso singular que le dan a las aceitunas, cerezas y fresas y el striptease de la Basinger teniendo como fondo la enorme interpretación de Joe Cocker de la célebre “You can leave your hat on”. Pero no, no se refería a eso mi vecina,  –ya me gustaría a mí un desahogo de ese calibre en estos tiempos de confinamiento-, me espetó. Se refería, en realidad, a las nueve semanas y media que llevamos enclaustrados entre cuatro paredes. Bien es verdad que ahora ya nos han dispuesto unas franjas horarias en las que poder salir y así no podemos quejarnos.

Pues sí, sí podemos quejarnos y lo hacemos. Porque si el confinamiento, ya lo hemos comentado más veces, es de discutible resultado –sabemos que hay  países de nuestro entorno más o menos cercano que no han prohibido la salida en ningún momento y les ha ido mejor que a nosotros- la opinión de mi vecina es que se podría haber dejado esa libertad de salida y haber  dirigido los esfuerzos a procurar que la gente no se concentrase, no se asociase en la calle y que llevásemos todos mascarillas y guardásemos la distancia sanitaria recomendada, que eso sí que tiene sentido. Si damos por bueno, que no tenemos por qué no hacerlo, que el contagio se produce por la cercanía y por aquellas partículas que expulsamos por nuestras vías respiratorias, evitando estas dos cosas habría sido más que suficiente para obtener los mismos resultados que hemos obtenido. El encierro a cal y canto es lo más fácil, eso lo hace cualquiera.

Y ahora nos han dado suelta por tramo, y tampoco es lógico. Si lo que se pretende es que tengamos el menor contacto posible, por las razones explicadas hace un momento, no podemos salir todos a la misma hora. Máxime cuando hay horas durante el día en las que no sale nadie.

Marisol, que le gusta el deporte, piensa que las franjas horarias para estos menesteres deberían eliminarse. A las seis de la mañana no sale ni el gato, ni a las siete, todos nos concentramos entre ocho y diez. Por la tarde, otro tanto de lo mismo, todos salen a las ocho y están hasta las nueve y media o diez, hasta las once no se queda nadie.  Luego tenemos las franjas horarias destinadas a los mayores o a los niños, que son las centrales del día, en las que no hay nadie por la calle, ni por los parques, ni por las orillas del río, el que lo tenga. ¿No es un despropósito?. ¿Por qué ese afán por encasillarnos, encauzarnos y limitarnos?.

–Yo apelo a la responsabilidad individual-, dice mi vecina, -no me vale el célebre tópico de que los españoles somos ingobernables y hay que atarlos en corto, eso ya lo dijo Franco y mirad cómo nos fue. Somos tan cívicos como el que más, y tan gamberros como cualquier otro, pero nos tienen que dar la oportunidad de demostrarlo. Y si alguien no lo cumple, pues para eso estan los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad, a los que tanto tenemos que agradecer, por cierto-.

No le falta razón, no quieren aglomeraciones y nos aglomera a todos por franjas. Hay días, en las horas de salida de la mayoría, que cuesta trabajo mantener la distancia de seguridad, por mucho que nos empeñemos. Es como asistir a una romería. Muchos de los paseantes, con el mismo derecho que los demás a salir, repartirían sus paseos en el resto de las horas del día y se evitarían esas procesiones de ida y vuelta en las que se han convertido las franjas de ocho a diez, de mañana y de tarde. Seguramente nuestros mayores estarían más confortables caminando en las horas centrales del día, calentando sus huesos al sol y no teniendo que meterse en casa las doce de la mañana. Y si el temor es que pueda haber un contacto entre niños y mayores, pues para eso están los padres y para están los mismos mayores, que son eso, mayores, no tontos.

Por cierto, y hablando de tontos,  ¿dónde están los padres de esos “merluzos sin seso” que hacen botellón, que quedan para hacer fiestas en una terraza o, simplemente, van en pandilla, sin máscara y empujando?. Eso es lo que hay que controlar, a los “merluzos” y a los padres de los merluzos. ¿Después de nueve semanas y media no sabemos aún las normas?. ¿Tenemos que sufrir  todos un nuevo confinamiento, si hay algún nuevo repunte,  por la falta de cerebro de hijos y padres?. Todo el empeño que pusieron los policías, en los dos meses anteriores, porque no estuviese en la calle todo aquel que no debiera estar, tendrían que concentrarlo en vigilar éstos detalles, que sí son motivo de contagio.

-Otra cosa inexplicable-, me añade Marisol, -¿Por qué los bancos han cerrado oficinas y han reducido horarios de atención al público?. Han conseguido que haya unas colas impresionantes en la calle con el posible riesgo de contagios, que es justo lo que habría que evitar. Esto es el mundo al revés. ¿Por qué cada uno hace lo que le da la gana y no usa la cabeza?-.

-Y no hemos hablado aún del gobierno, ni de la oposición-, me recuerda. En primer lugar y antes de la crítica, mi vecina rompe una lanza por el gobierno. -¡Hay que estar ahí, en un momento como éste, para gestionar el asunto!. Seguramente ningún otro gobierno lo habría hecho mejor, ni tampoco peor. Esto nos ha venido muy grande a todos, en todo el mundo y “torear a éste morlaco” no es nada fácil, por mucho que algunos se empeñen en criticar-.

Pero claro, una cosa es gobernar y otra, muy distinta, es “no dar tres cuartos al pregonero”. El gobierno de Sánchez, o más bien Sánchez solo, no ha contado en ningún momento ni con la oposición, en sus distintas facetas, ni con las organizaciones empresariales ni sindicales. No es de recibo que se enteren, al día siguiente de ser aprobadas, de las medidas adoptadas por el gobierno. Y esto no es una suposición, es un dato contrastado continuamente. Independientemente de que se supiera de antemano cuál iba a ser la respuesta de la oposición, hay que informarle, es más, hacerles partícipes previamente de todo aquel cambio que iba a repercutir de forma notable en el comportamiento social y económico de los españoles. Primero, por cortesía y segundo por inteligencia. Ya sabemos, sobre todo a la vista de las últimas reacciones de Casado con diversos asuntos, que la respuesta a cualquier propuesta del gobierno habría sido negativa. Pero eso no es óbice para que, primero, por obligación democrática y segundo, por dejarlos en evidencia, sean informados convenientemente de las decisiones que se van a tomar. Está Sánchez dándole munición a Casado para que le fusile en cada oportunidad que tiene. Eso es muy poco inteligente.

El comportamiento del presidente está acercándose, cada vez más, a un sistema de  tinte autocrático. No es la primera vez que sospechamos que alguna de las decisiones tomadas no las conocían ni sus propios ministros, ni los propios, ni los ajenos. El carajal en que deben convertirse los consejos de ministros debería ser de dominio público.  

-Se han tomado decisiones muy acertadas, sobre todo en lo económico y en lo social, ahora solo hace falta que estos acuerdos se pongan en marcha rápidamente porque recordamos que llevamos “nueve semanas y media”-, dice mi vecina.

–En cuanto a las decisiones sanitarias, a la vista de los resultados, habría mucho que hablar, aunque, como es lógico,  no tenemos los conocimientos suficientes para hacer un juicio acertado-. Pero claro, ¿cómo es posible que, después de “nueve semanas y media”, aún no haya test para conocer en qué estado de contagio estamos los ciudadanos?.  O, peor aún, ¿cómo es posible que no los haya ni para el personal sanitario?. Bueno, para el fútbol, sí que los hay. ¿Cómo es posible que haya aún lío con las mascarillas?. Modelos, precios, falsificaciones, usos, obligatoriedad de llevarlas, ¡es un “sindios”!.

Y aquí entramos también con la oposición. -¡La que nos ha caído!-, dice Marisol, -¡Si el modelo a seguir es Ayuso, según las propias palabras de Casado, denme la liquidación, que me voy!-. Ahora les ha dado un ansia fotográfica. Casado, en el baño, frente al espejo, en mangas de camisa, como preguntándose ¿quién es ese que está ahí enfrente?, Y el espejo le responde, José María Aznar. Y Ayuso, como Santa Teresa, en trance, con las manos cruzadas,  en espera de que alguien le resuelva el entuerto del apartamentito ese de doscientos metros que le ha proporcionado  el hotelero Sarasola y que, parece ser, está relacionado con un  contrato, de ida y vuelta, de sube y baja, que el mismo hotelero tiene con la Comunidad de Madrid. -¡Qué casualidad, mística flor!-, me dice Marisol con mucha chunga.

Y según se iba me pregunta, -Kebedo, ¿te imaginas a Casado y Ayuso haciendo “Nueve semanas y media?-. Jejejejejeje.

Kebedo.  

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