Domingo, 21 de Septiembre de 2025

Nélida L. Del Estal Sastre
Domingo, 17 de Mayo de 2020
CON LOS CINCO SENTIDOS

[Img #39290]Te echo de menos, ahora, ayer. Te echaré de menos mañana, soy demasiado previsible. No me hallo sin ti, me siento extraña dentro de mi propia cabeza y de mi propio cuerpo, es como si no me pertenecieran y estuvieran sobreviviendo a la inmensa tristeza de no tenerte a mi lado, enseñándome a vivir. Pero soy fuerte, más de lo que jamás llegué a pensar. Me enseñaste bien y te doy las gracias por ello. Algunos me hablan de un cierto complejo de Electra, como lo describía Carl Jung como contrapartida al complejo de Edipo.

Pero yo no sentía ni siento enamoramiento por mi figura paterna, sólo una admiración absolutamente insondable. Dicen que escribo mucho sobre ti. Dicen. Y es cierto, no voy a negar que me inspiras cada día las frases y los versos más bonitos que puedan salir de mi testa. Eso no significa que sólo piense en ti, en absoluto, pero sí que formas parte indeleble de mi ser.

Eres como un tatuaje que veo cada mañana cuando me miro al espejo. Te veo y he conseguido que ya no me sobresalte ni me asuste tu presencia, a veces, sin venir a cuento. He de reconocer que siento un frío extraño en mi habitación cuando creo que me observas para protegerme, porque sabes que mi salud no es un lecho de pétalos de rosas, sólo de espinas.

Pienso en muchas cosas, escribo sobre muchas cosas, pero tú te me vienes a la cabeza cada vez que alguna frase o situación se asemeja en algo, por ínfimo que sea, a un momento que vivimos juntos, en familia. No lo puedo remediar, es como una imagen fotográfica que permanece paralizada en el tiempo, como una fotografía de esas antiguas de las cámaras Polaroid que tenías que hacer y soplar unos segundos para que apareciera la magia. Y aparecía.

De repente, el instante de mayor alegría quedaba estampado para siempre en papel fotográfico y en mi cerebro. Porque tengo la virtud, o la tremenda desgracia de tener memoria fotográfica. Es bueno para unas cosas, pero nefasto para otras. Independientemente de lo que piense el común de los mortales, tú ya estás en un plano superior.

Espero que disfrutando de las vistas de ahí arriba, fumando un Montecristo, ya que el tabaco no te hará mal y velando por los que dejaste aquí, huérfanos de amor de padre. Vela también por mí, pero de refilón, para que no haya envidias ni piensen que te quería tanto que se me fue un brazo cuando te fuiste. Me queda el otro, para escribirte hasta que me extinga y se me agoten las fuerzas o mis ojos ya no vean mis letras. Hasta entonces, ten por seguro que vivirás, al menos, dentro de mi ser.

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